“Santifícalos con La Verdad,
Tu Palabra es La Verdad.”
Ciudad de
México, Enero 5 del 2018.
“. . . Pues,
vimos su estrella en el Oriente y hemos venidos a adorarle.”
(Mt 2, 2)
LOS SANTOS REYES MAGOS
Muy estimados todos, en Cristo Jesús:
Sus ‘reliquias’
están guardaditas en una de las más suntuosas catedrales de Europa, en Colonia,
Alemania; han reposado allí durante más de mil años y su veneración es tal, que
pareciera que los peregrinos realmente pudiesen saludarles. Me refiero a Los
Magos de Oriente que San Mateo –y solo él– describe en sus Santos Escritos;
ésos que le llevaron suficiente oro, incienso y mirra, para la vida terrena del
Niño Dios nacido en Belén.
Escribir sobre los
“Santos Reyes Magos” (así les dicen en mi Tierra y vox
populi, vox Dei, por lo tanto, así
les llamo yo), y no recordar la profecía que se estaba cumpliendo en ese
momento, es una falta grave a la reflexión. Es Isaías 60, 7:
“Un sinfín de camellos te cubrirá, jóvenes
dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos
de Sabá vienen, portadores de oro e incienso y propagando alabanzas a Yahveh.”
Otro aspecto que
hemos de tomar en cuenta, es que estos Santos individuos no andan buscando a un
‘don nadie’; están tratando de encontrar a alguien a quien ellos saben que deben
adorar, esto es, una Persona Divina.
Solo María y José tienen una certeza mayor que estos Magos de Oriente;
pues, el Padre Adoptivo y la Madre del Niño Dios, han sido testigos presenciales del ALUMBRAMIENTO de Dios Hecho Hombre.
Todos los Católicos
debiéramos identificarnos personalmente con Los Reyes Magos, no en su forma
física, por supuesto, pero sí en su admirable determinación por buscar al
Señor, alabarle y regalarle lo mejor de nosotros mismos; nuestra obediencia,
sinceridad y voluntad, las tres más valiosas que el oro, el incienso o la
mirra. Los Magos de Oriente ADORARON al Niño
Dios recién nacido en Belén; nos precedieron en la identificación de Su
Divinidad y nos enseñaron cómo debe tratársele: como Rey, como Redentor y como
Dios.
La Epifanía es La
Manifestación de Dios a TODOS los hombres, judíos o no; es la más íntima
ocasión en que Dios Padre nos acoge ‘como extranjeros’ por medio de su Hijo muy
amado. Vivamos La Epifanía como son
todos los Milagros y Diosidencias del Señor, como una Gracia Divina para cada
uno de nosotros.
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
También me puedes seguir en:
Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario