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jueves, 4 de enero de 2018

LOS SANTOS REYES MAGOS

“Santifícalos con La Verdad,
Tu Palabra es La Verdad.”



Ciudad de México, Enero 5 del 2018.


“. . . Pues, vimos su estrella en el Oriente y hemos venidos a adorarle.”
(Mt 2, 2)

LOS SANTOS REYES MAGOS

Muy estimados todos, en Cristo Jesús:

Sus ‘reliquias’ están guardaditas en una de las más suntuosas catedrales de Europa, en Colonia, Alemania; han reposado allí durante más de mil años y su veneración es tal, que pareciera que los peregrinos realmente pudiesen saludarles. Me refiero a Los Magos de Oriente que San Mateo –y solo él– describe en sus Santos Escritos; ésos que le llevaron suficiente oro, incienso y mirra, para la vida terrena del Niño Dios nacido en Belén.

Escribir sobre los “Santos Reyes Magos” (así les dicen en mi Tierra y vox populi, vox Dei, por lo tanto, así les llamo yo), y no recordar la profecía que se estaba cumpliendo en ese momento, es una falta grave a la reflexión. Es Isaías 60, 7:  
Un sinfín de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá.  Todos ellos de Sabá vienen, portadores de oro e incienso y propagando alabanzas a Yahveh.

Otro aspecto que hemos de tomar en cuenta, es que estos Santos individuos no andan buscando a un ‘don nadie’; están tratando de encontrar a alguien a quien ellos saben que deben adorar, esto es, una Persona Divina.  Solo María y José tienen una certeza mayor que estos Magos de Oriente; pues, el Padre Adoptivo y la Madre del Niño Dios, han sido testigos presenciales del ALUMBRAMIENTO de Dios Hecho Hombre.   

Todos los Católicos debiéramos identificarnos personalmente con Los Reyes Magos, no en su forma física, por supuesto, pero sí en su admirable determinación por buscar al Señor, alabarle y regalarle lo mejor de nosotros mismos; nuestra obediencia, sinceridad y voluntad, las tres más valiosas que el oro, el incienso o la mirra.  Los Magos de Oriente ADORARON al Niño Dios recién nacido en Belén; nos precedieron en la identificación de Su Divinidad y nos enseñaron cómo debe tratársele: como Rey, como Redentor y como Dios.  

La Epifanía es La Manifestación de Dios a TODOS los hombres, judíos o no; es la más íntima ocasión en que Dios Padre nos acoge ‘como extranjeros’ por medio de su Hijo muy amado.  Vivamos La Epifanía como son todos los Milagros y Diosidencias del Señor, como una Gracia Divina para cada uno de nosotros.    

Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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