¡Alabado
sea Jesucristo!
México,
D.F., Marzo 31 del 2015.
Martes Santo
LAS RELACIONES INTERPERSONALES
EN LA MEGAMISIÓN
Muy estimados todos en Cristo Jesús:
Si algo hay que cuidar siempre en los equipos
misioneros (como en todos los grupos que llegamos a integrar los seres
humanos), son las relaciones interpersonales; son de tal manera importantes,
que podrían asimilarse a la mística de la Misión, pues, de nada servirá que
alcancemos un nivel espiritual muy bueno al misionar, si con el prójimo (los
más próximos) no nos podemos ni ver.
Amén de la hipocresía que tal situación reflejaría, resulta ser una
bomba de tiempo que explotará irremediablemente; además le las inconvenientes
consecuencias que conlleva.
Misionar es un Mandato Divino, pero al final, los que
misionamos somos los humanos; y ello implica la voluntad de cada uno de los
participantes. Luego entonces, habrá
voluntades a favor de la Misión Y ACTITUDES EN CONTRA del trabajo misionero; y
lo peor de todo es que a veces, ni siquiera nos daremos cuenta de que somos
‘instrumentos del mal’ contra la Voluntad de Dios. Es por eso que LA CONVIVENCIA entre Misioneros
es de primordial importancia y el responsable del grupo debe cuidarlas al máximo.
Nunca es demasiado si se insiste en la convivencia, en
la entrega personal al otro, en la aplicación irrestricta de La Caridad
Cristiana ante cualquier inconveniente grupal o individual; y siempre es bueno recordar
que LO IMPORTANTE ES EL SEÑOR DE LA MISIÓN, NO LA MISIÓN DEL SEÑOR. Ni las estadísticas, ni los logros materiales
e incluso los espirituales, valen más que el Señor de la Misión, Jesucristo.
La Megamisión se realiza para llevar a Cristo Jesús a
nuestros hermanos más necesitados de Él; a los que no pueden atender a Jesús
porque el mundo les absorbe toda su vida (lo quieran o no), a los que están
desesperados por una palabra de aliento, por un gesto de generosidad, por una
muestra de amor. Se supone que los Misioneros estamos conscientes de que la
ayuda que podamos ofrecer y otorgar, debe emanar del testimonio; no de la pose
o la actuación.
Lo primero que un grupo misionero debe procurar, es la
unidad;
inmediatamente después, debe proyectar congruencia; entre la prédica y el
accionar grupal. De nada sirve Proclamar
el Evangelio si uno no lo tiene como norma de vida. El mandato es claro, diáfano, certero: “...
En esto conocerá el mundo que son mis
discípulos, en el amor que se tengan
unos a otros...” Todo el grupo misionero ha de trabajar por
estas dos premisas (unidad y congruencia), pues las divisiones y las insidias
son ‘modo’ del Satán; al igual que la hipocresía y la mentira.
Orar sirve, hagámoslo; oremos por México.
De todos ustedes, con afecto en Cristo.
Antonio Garelli
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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
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