Solemnidades y Fiestas de Guardar
De La Iglesia Católica
“Santifícalos con
La Verdad.
Tu Palabra es La
Verdad.”
Riviera
Maya, Q.R., México;
Julio 3 del 2019.
¡“Señor mío y
Dios mío!”
Santo Tomás
Apóstol
SOLEMNIDAD DE
SANTO TOMÁS APÓSTOL
Muy
estimados todos en Cristo Jesús:
Siempre lo he
dicho y hoy lo repetiré, una vez más: Yo amo a Tomás Apóstol, porque en su
reciedumbre ante la evidencia de la Resurrección del Señor, le arrancó a Cristo
una Bendición para nosotros: “. . . Bienaventurados los que no han visto y han
creído.”
¡ESOS SOMOS NOSOTROS! ¡Y esa es nuestra Bendición del Señor! ¡Bendito sea Tomás El Gemelo!
Pero hay que
recordar que, inmediatamente antes de estas frases, el Apóstol Tomás ha hecho
el reconocimiento más grande hacia nuestro Señor Jesucristo, que nadie había
expresado jamás: “Señor mío y Dios mío”, ha dicho El
Dídimo. No tan solo está seguro de la Resurrección de su querido Maestro (y lo
estaba desde antes), sino que ahora, enfrente de todos –Apóstoles y Discípulos–
ha expresado la Divinidad del Señor; no solo como Hijo de Dios, sino como Dios
mismo.
Sería bueno que
no olvidáramos esto; y la próxima vez que algún miembro de cualquier secta nos
diga que Cristo Jesús no es Dios, le citemos este texto: Evangelio según San
Juan 20, 28. Palabra de Dios.
Santo Tomás
Apóstol siempre fue fiel a Jesús de Nazaret, no hay duda de ello; baste
recordar que, durante el último viaje a Jerusalén del Maestro con sus Apóstoles
y Discípulos, cuando todos han temido acompañarlo por miedo a los judíos que le
quieren matar, Tomás grita con absoluta vehemencia: “¡Vayamos también
nosotros a morir con él!” (Jn
11, 16) Este es Tomás Apóstol,
alguien capaz de entregar su vida por Cristo; no un incrédulo.
En Chenai,
Tamil, India, en la hermosísima Catedral Basílica erigida para Tumba del
Apóstol, en el dintel de la puerta donde permanecen sus restos humanos, hay un
letrero que dice simplemente:
“Señor mío, Dios mío.”
Santo Tomás Apóstol
Hoy, es
costumbre en muchos lugares del Mundo, repetir esas hermosas palabras
inmediatamente después de la
Consagración; ojalá siempre nos acordemos que las dijo el Santo Apóstol Tomás,
que murió por Jesucristo predicando el Evangelio en la India, a más de 5,000
kilómetros de donde él nació y conoció a Jesucristo. . . y ojalá también
estemos dispuestos a imitarlo.
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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por el gusto de proclamar El Evangelio.
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