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jueves, 30 de mayo de 2019

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR A LOS CIELOS


“Santifícalos con La Verdad.
Tu Palabra es La Verdad.”


Playa del Carmen, Q.R., México;
Mayo 30 del 2019.


“Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo?
Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así,
tal como lo habéis visto subir al Cielo.”
Hechos de los Apóstoles 1, 11


SOLEMNIDAD DE
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Si uno se para en La Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, y mira hacia el Oriente, verá el insigne y majestuoso Monte de los Olivos exactamente enfrente; y en la cumbre, podrá uno identificar fácilmente el Campanario de la Iglesia de la Ascensión, del Monasterio Ortodoxo del mismo nombre.  Si pudiéramos quitar todas las casas que han sido construidas en tan Santos Lugares, por musulmanes y judíos, todavía veríamos lo que disfrutaron los Discípulos y Apóstoles –acompañados de las Santas Mujeres, con María Madre a la cabeza– el día y momento de La Ascensión del Señor a los Cielos.

El azul añil del cielo es tan intenso, que hace que el contraste con las nubes blancas, lastime los ojos al fijar la vista.  Si a esto agregamos la Gloria del Señor al momento de la Ascensión, entonces es posible que nuestra visibilidad se reduzca considerablemente a causa de la intensa luminosidad y Divinidad. Así debió haberles sucedido a estas 136 personas que presenciaron La Ascensión de Jesucristo al Cielo, “cerca de Betania.”

11 Apóstoles, 120 Discípulos y las Santas Mujeres, al menos cinco –María Madre, María la de Magdala, María de Cleofás y Martha y María, las hermanas de Lázaro– todos impactados porque El Señor, SU SEÑOR, se va a donde estaba antes, al Cielo.  ¡Pero no se va solo! ¡No! ¡Le sigue una gran procesión de Cuerpos Gloriosos!  Son los Justos que fue a rescatar en su visita ‘a los infiernos’, que estaban esperando ser Salvados por el Cordero de Dios.

¡Sí! Todos los hombres y mujeres que cita San Pablo en la Carta a los Hebreos: “Por la Fe ... fueron alabados nuestros mayores…” (Hb 11,2). Desde El Justo Abel, pasando por Patriarcas, Profetas, Jueces, Reyes y Santos; hasta Simeón y ‘el buen ladrón’; todos acompañan a Jesucristo Resucitado, que es recibido por las Huestes Celestiales de Arcángeles, Querubines y Ángeles; quienes se alegran y se emocionan ante el retorno de Dios Hijo, a la Casa de Dios Padre, omnipresentes con Dios Espíritu Santo.

Hombres y mujeres que conocemos con sus nombres y sus acciones, que siempre estuvieron seguros de la Voluntad de Dios de recibirlos a ‘Una Vida Nueva’, celestial y perfecta; como debió haber sido siempre.  Igual que en La Resurrección, el momento esperado por toda La Creación para su Redención, el día de La Ascensión del Señor a los Cielos, es la ‘materialización espiritual’ del cumplimiento de las Promesas de Dios nuestro Señor.

Nada debió haber sido igual, que ver que El Celestial vuelve a Su Morada. Ni para ellos que lo vivieron en cuerpo y alma, ni para nosotros que lo tenemos presentísimo en la Fe.  Nada se compara a la Ascensión de Cristo Jesús al Cielo.   

Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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