Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Enero 23 del 2019.
El escrito que a continuación se lee, es
parte de mi libro:
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
Un análisis de situaciones descritas en el
Evangelio,
que se sucedieron entre el Diablo y Cristo
Jesús.
65 DE 77
VI.3.- APARICIÓN
A LAS SANTAS MUJERES
(Mt
28, 9-10)
“En esto, Jesús
les salió al encuentro y les dijo: ‘¡Dios os guarde!’ Y ellas, acercándose, se asieron a sus pies y
le adoraron.
Entonces les
dice Jesús: ‘No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me
verán.’”
Parece una coincidencia, pero yo creo,
otra vez, que es una ‘Diosidencia’. Las
coincidencias son la unión en un mismo punto (espacio y tiempo) de dos eventos
que, viniendo de rumbos diferentes, se encuentran. Las coincidencias pueden
resultar favorables o desfavorables; buenas o malas. Las Diosidencias, son hechos que ocurren por
Voluntad de Dios y en los cuales solo participamos como beneficiarios de su
infinita Misericordia. Las Diosidencias
no tienen limitación de espacio y tiempo y siempre son favorables y buenas;
nunca pueden resultar malas.
Las primeras tres apariciones son a Las
Santas Mujeres; esas Discípulas del Mesías que siempre estuvieron junto a Él
(como buenas judías atendiendo a Su Señor); y a las cuales la Tradición de la Iglesia Católica
ha identificado con los nombres de: María de José, La Madre del Señor; María
Cleofás (o de Santiago – prima de la Santísima Virgen )
y María de Magdala o Magdalena. Las Tres
Marías.
Yo digo que la primera aparición fue para
Santa María Madre; Prima Primerísima en todo. Aunque no se haya registrado en
los Evangelios de esa forma, no tengo la menor duda de que la Santísima Virgen
también fue Primera en esto. Además, no
es ninguna herejía querer hacer Primera a ‘La Llena de Gracia’, a ‘La Bendita entre todas las
mujeres’, a ‘La Preferida
de Dios Padre’. La segunda (o primera
según San Juan), fue para María de Magdala, cuando en el sepulcro ella conversa
con el Rabboni, pensando que puede
ser el hortelano del lugar; pero que cuando Él le habla, ella le reconoce de
inmediato. La tercera aparición (segunda
según los Cuatro Evangelistas) es ésta que aquí se transcribe. Sea en la
posición que fuere, son a las Santas Mujeres.
SON ELLAS LAS ESCOGIDAS; a ninguno de los hombres, (ni el impetuoso
Pedro, ni al amado Juan, ni a los primos Santiago y Judas), a ninguno, para que
nos duela a los hombres actuales.
Insisto en ello, porque en la cultura
Hebreo-Israelita-Judía (Patriarcal toda ella, durante más de seis mil años),
las mujeres nunca fueron tomadas en cuenta como primicia para algo; algunas
dirán que para nada. Esto alcanzaba
tintes de drama; pues cuando el primogénito no era varón, sino una bellísima
niña, ni fiesta había. Eso sí, cuando se
trataba de casarlas, hasta dote había que dar.
Esto que parece solo anecdótico e
irrisorio, tiene una gran profundidad, pues es un Rabboni el que está haciendo los cambios a favor de las mujeres.
Y, si bien es cierto que los Escribas y
Fariseos detentaban el poder en tiempos de Cristo (pues entre ellos mismos se
nombraban como Sumos Sacerdotes); eran los Maestros,
reconocidos como tales por el pueblo, los verdaderos guías espirituales de la
nación judía. Aparecen en tiempos de la Diáspora (cuando los
israelitas son llevados cautivos al exilio por el Imperio Babilónico) enseñando
las tradiciones de los antepasados; y fueron los ‘sustitutos naturales’ de los
profetas que Dios enviaba a su pueblo.
Algunos
de los Macabeos eran considerados Rabboni,
sin tener ellos facultades para profetizar.
Para ganar tal reconocimiento, el Maestro
debía demostrar dotes de predicador, gran conocedor de las Escrituras y
profetizar siempre con la verdad. Los
últimos Rabboni considerados por todo
el pueblo como tales, fueron precisamente Juan el Bautista y Jesús de
Nazaret.
Hago todas estas aclaraciones, porque a
Jesucristo le seguían una gran cantidad de mujeres y realizó también una gran
cantidad de cambios; pero muchos menos
que los que en la actualidad queremos imputarle. Santas Mujeres y muy queridas por el Señor,
pero ninguna fue ‘Apóstola’; ésos,
solo fueron varones. Muchas y muy
devotas todas ellas, pero ninguna fue ‘Obispa’; ésos, solo hombres. Dedicadas y entregadas al Evangelio, pero
ninguna fue ‘Diácona’; para eso se nombraban varones. Las Santas Mujeres todas, muchas más que solo
las Tres Marías dentro de aquél selecto grupo de ciento veinte discípulos,
recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés; para predicar igual que los
hombres La Buena Nueva ,
El Evangelio de Jesús de Nazaret.
Muy preferidas del Señor, pero muy
ubicadas todas ellas; libres del protagonismo masculino que a tantos hizo caer
y que hoy continúa acarreando el acecho del Demonio contra el Mesías. A muchos hombres tropezó el Satán, incluso a
los elegidos; pero con la
Santas Mujeres , nunca pudo.
Ni María Madre, ni María de Cleofás, ni María Magdalena fueron presas de
sus argucias contra el Divino Maestro.
¡Estas ‘Nuevas Evas’ sí te vencieron, Satanás!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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