Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Septiembre 26 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
48 DE 77
IV.15.- AGONÍA EN GETSEMANÍ
(Mt
26, 36-46; Mc 14, 32-42; Lc 22, 39-46; Jn 17,)
“Fueron
a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: ‘Sentaos
aquí, mientras yo hago oración.’ Toma
consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: ‘Mi alma está triste hasta el
punto de morir; quedaos aquí y velad,’
Y
adelantándose un poco, caído en tierra suplicaba que de ser posible pasara de
él aquélla hora. Y decía: ‘¡Abbá,
Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero que no se haga mi
voluntad sino la tuya. Que no sea lo que
yo quiero, sino lo que quieres tú.’
Viene
entonces y los encuentra dormidos; y le dice a Pedro: ‘Simón, ¿duermes?, ¿ni
una hora has podido velar? Velad y orad,
para que no caigáis en tentación; porque el espíritu está pronto, pero la carne
es débil.’
Y
alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues
sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle.
Viene
por tercera vez y les dice: ‘Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya.
Legó la hora. Mirad que el Hijo
del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, el que me va a
entregar está cerca.’”
Los Cuatro
Evangelios
¡A mí se me hubiera caído la cara de
vergüenza! ¡Tres veces fue y vino el
Señor y sus discípulos estaban dormidos!
Pero también es justo considerar que no todo lo que sucedía lo podían
ellos manejar, pues no estaban solos; en ese lugar no se encontraban solo
Cristo y los Apóstoles, ¡no!; estaban todos acechados por el Príncipe de las
Tinieblas. ¡El Demonio al acecho del Mesías!... y de sus Apóstoles.
Otra vez son Pedro, Santiago y Juan los
que el Señor aparta; ahora no van a ver la magnificencia del poder del Hijo del
hombre resucitando a una niña; ni le van a ver lleno de luminosidad y gloria
(custodiado por Moisés y Elías), en la Transfiguración. Ahora van a constatar el
sufrimiento del ‘verdadero hombre’ que hay en la persona de Dios Hijo. Y empieza por decirles: ‘Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad,’ ¿Cómo
habrán quedado Pedro y Santiago, dos tozudos y recios pescadores del Mar de
Galilea, que ante nada ni nadie se doblegaban, al ver a su querido Maestro
decirles estas palabras? ¿Cómo se habrá
sentido Juan, el más joven de los Apóstoles, al ver a su admirado e invencible
Rabboni, lleno de angustia?
Estos tres
hombres han visto a Jesucristo realizar un sinnúmero de milagros portentosos:
dominar la naturaleza, exterminar espíritus malignos, volver a la vida a
muertos; ¿cómo ahora se percibe en Él ‘pavor
y angustia’? ¿Cómo es que pide que
velen, si hace poco les ha dicho que el Príncipe
de este mundo no tiene poder sobre Él?
Algo verdaderamente extraño está ocurriendo en su Divino Maestro; y
ellos están aterrorizados. Satanás
deambula por este lugar; una vez más, El Demonio al acecho del Mesías.
¡Quizás nunca
más cerca ni más real que en este momento!
A diferencia de la ocasión de las Tentaciones, en donde sigilosamente se
acerca al recién Ungido Cordero de Dios; este otrora Ángel de Luz que cuidó el
Edén, ¡ahora estaba con sus más tenebrosas vestiduras: sombras y obscuridad;
intriga y maldad; soberbia e iniquidad!
Satanás acosa al Mesías personalmente y de forma directa. Quiere reducirlo con sus calumnias, quiere
disuadirlo con sus mentiras. Le hace ver
lo infructuoso de su esfuerzo y lo poco que se obtendrá con su labor entre los
hombres en pos de su redención; allí tiene las evidencias: un puñado de
débiles, desorientados e ilusos discípulos que le han seguido durante los tres
años de su Ministerio, los cuales no han sido capaces de entender sus
enseñanzas, su doctrina, su Evangelio.
Sin embargo, Jesús no entabla
conversación con el Diablo; Él continúa en oración a su Padre suplicándole la
realización de su cometido, el cumplimiento de sus propósitos y la consecución
de su meta. ‘. . . ¡Abbá, Padre!; todo es
posible para ti; aparta de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad sino
la tuya. Que no sea lo que yo quiero,
sino lo que quieres tú. . .’ No
dialoga con el maligno, antes bien, implora al Padre. No cae en las redes disuasivas de la
desesperación, sino que permanece firme en su única forma de triunfo: hacer la Voluntad de Su
Padre. Allí está la diferencia entre Él
y todos nosotros los pecadores. Cristo
se dona voluntariamente al
Padre. Pero los hombres, ésos a los que
quiere redimir con su vida, están abrumados por el Satán: ‘. . . Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar? Velad y orad, para que no caigáis en
tentación; porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil.’, dice
Jesús. No le entienden nada; no saben qué contestarle.
Todo el poder de Satanás ha descendido
sobre la tierra; a Cristo Jesús no le preocupa su persona, Él ya la entregó al
Padre. Al Mesías lo que le preocupa es
de lo que sea capaz el Demonio ante este embate desproporcionado que ha
desencadenado sobre los hombres. Ni en
los días de Noé (cuando la humanidad mereció el Diluvio); ni en tiempos de Lot
(cuando Dios destruyó Sodoma y Gomorra por su iniquidad); ni en los días de la
idolatría de Sedecías (cuando Israel dejó de ser el Pueblo Ungido de Dios y fue
llevado cautivo a Babilonia), nunca habían habido tantos demonios en el
mundo.
Y ahora están
todos en Jerusalén, en el mismísimo Monte de los Olivos; porque el acecho
contra el Mesías debe desquiciar a la humanidad para que éste se venza. ¡Ningún hijo del mal quiere que Jesús de
Nazaret continúe con su obra redentora!
¡Satanás y sus huestes están decididos a disuadir al Cristo de su meta: La Salvación del
Mundo!
Ninguno de los demonios quiere que
Jesucristo triunfe; porque su triunfo es el principio del fin para las huestes
satánicas. “¡Háganle lo que quieran!,
¡¡pero no le maten!!”, habrá dicho Satanás.
Solo que éste no ha considerado la voluntad humana; y esa puede ser la diferencia
en su contra.
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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