Santifícalos con La Verdad,
Tu Palabra es La Verdad.
Ciudad de
México, Septiembre 24 del 2018
V
“Espero la
resurrección de los muertos
y la vida del
mundo futuro. Amén.”
Credo
Niceo-constantinopolitano
IN MEMORIAM MI MADRE
Muy
estimados todos en Cristo Jesús:
Tres años ha,
que mi amadísima Madre, Eugenia P. de Garelli –como siempre escribió ella misma
su nombre de casada– radica en el Cielo.
Ella murió esperando algún día resucitar y habitar el paraíso recobrado
(según las nefastas enseñanzas de la innombrable secta a la que perteneció);
pero Dios nuestro Señor y yo, acordamos, basados en su Divina Misericordia, que
Doña Eugenia se iría al Cielo de una vez.
Claro, yo tengo mucho qué hacer; pero ella ya está allá.
Siempre he
definido La Fe como el Don Divino por medio del cual ampliamos nuestra
capacidad de creer (y saber), sin necesidad de ver, comprobar o analizar. Si La Fe es suficiente, entonces La Esperanza
es consecuente y La Caridad es omnipotente. . . Y asunto arreglado. Sé, por mi Fe, que Dios tiene a mi madre en
Su Presencia; por lo tanto, mi Esperanza está en paz; y El Amor que debo
manifestar y dar lo ofrezco de corazón.
Eso es Santa Paz.
Nunca me di el
gusto de verla Comulgar; espero que en el Cielo también comulguemos, para que
cuando nos veamos otra vez, la pueda ver recibiendo a Jesucristo
Eucaristía. No, no me duele; simplemente
lo recuerdo como un gusto que no me pude dar.
Por nadie he rezado, orado y pedido más que por mi madre; Dios lo sabe.
. . y ella también, pues, tenemos ‘cosas’ que hacer; ella allá y yo acá.
La recuerdo
todos los días, no como una extrañeza, sino como una actualidad común,
participativa e incluyente. No quisiera
tenerla aquí, sería egoísta y tonto, sabiendo que ella está allá; gozando de lo
que nunca quiso saber, predicar o creer: ir al Cielo y estar ante La Presencia
de Dios. No fue su culpa; por eso goza
de Dios ahora. Hoy como muchas otras
ocasiones –sin ser su aniversario de nada– una Misa será dedicada a su memoria
y por su alma que está en el Cielo.
Yo también te quiero mucho, Mamita.
Orar
sirve, acerca nuestra alma a Dios Padre Creador.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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