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domingo, 23 de septiembre de 2018

IN MEMORIAM MI MADRE

Santifícalos con La Verdad,
Tu Palabra es La Verdad.
  
Ciudad de México, Septiembre 24 del 2018


V


“Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.  Amén.”
Credo Niceo-constantinopolitano


IN MEMORIAM MI MADRE

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Tres años ha, que mi amadísima Madre, Eugenia P. de Garelli –como siempre escribió ella misma su nombre de casada– radica en el Cielo.  Ella murió esperando algún día resucitar y habitar el paraíso recobrado (según las nefastas enseñanzas de la innombrable secta a la que perteneció); pero Dios nuestro Señor y yo, acordamos, basados en su Divina Misericordia, que Doña Eugenia se iría al Cielo de una vez.  Claro, yo tengo mucho qué hacer; pero ella ya está allá.

Siempre he definido La Fe como el Don Divino por medio del cual ampliamos nuestra capacidad de creer (y saber), sin necesidad de ver, comprobar o analizar.  Si La Fe es suficiente, entonces La Esperanza es consecuente y La Caridad es omnipotente. . . Y asunto arreglado.  Sé, por mi Fe, que Dios tiene a mi madre en Su Presencia; por lo tanto, mi Esperanza está en paz; y El Amor que debo manifestar y dar lo ofrezco de corazón.  Eso es Santa Paz.

Nunca me di el gusto de verla Comulgar; espero que en el Cielo también comulguemos, para que cuando nos veamos otra vez, la pueda ver recibiendo a Jesucristo Eucaristía.  No, no me duele; simplemente lo recuerdo como un gusto que no me pude dar.  Por nadie he rezado, orado y pedido más que por mi madre; Dios lo sabe. . . y ella también, pues, tenemos ‘cosas’ que hacer; ella allá y yo acá.

La recuerdo todos los días, no como una extrañeza, sino como una actualidad común, participativa e incluyente.  No quisiera tenerla aquí, sería egoísta y tonto, sabiendo que ella está allá; gozando de lo que nunca quiso saber, predicar o creer: ir al Cielo y estar ante La Presencia de Dios.  No fue su culpa; por eso goza de Dios ahora.  Hoy como muchas otras ocasiones –sin ser su aniversario de nada– una Misa será dedicada a su memoria y por su alma que está en el Cielo.

Yo también te quiero mucho, Mamita.

Orar sirve, acerca nuestra alma a Dios Padre Creador.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli




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De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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