Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Septiembre 28 del 2018.
DEL
LIBRO
Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
58 de 130
Cesarea de Palestina, Provincia de Iudae
Maius XX
XL A. D.
EL CENTURIÓN
CORNELIO Y SU FAMILIA
Tomando
como base Cesarea de Palestina, hemos visitado los lugares más relevantes de
Galilea y Iudae; todos en mi familia están fascinados con lo que han visto y
con la gente que nos ha ayudado en las visitas; Vesta y Venus, mis hijas más
pequeñas, me han dicho que nos ‘vengamos a vivir a Cesarea, porque está más
cerca de todos estos ‘tan bonitos’ lugares’. Hay experiencias muy hermosas que
podrían narrarse como sobresalientes; sin embargo, no hay quién refute que el
momento más grato de todos ha sido cuando visitamos a María Madre en Hierosolyma; especialmente las mujeres,
están todavía emocionadas por el contacto con la Madre del Salvador. “Es como haber conocido una diosa” ha
dicho Minerva. “Conocer a la Madre del Hijo de Dios, es verdaderamente una bendición
celestial”, aumenta al comentario Lili, la mamá de los Garlla. Todas tienen algo (o mucho como acostumbran),
qué decir de sus vivencias en los viajes realizados.
Para
que un ‘simple centurión’ pueda entrevistarse con un Tribunus Legatus, ha de
pasar los filtros de los Jefes de Manipula
y Cohorte (al menos tres en cada caso) y el del General Legionario al
mando; todos harán todo lo posible por que la querida entrevista del
‘subalterno’ no tenga lugar jamás. Los escalones del Ejército a veces son
insalvables; y con cinco rangos de diferencia, aún más.
Así
le ha sucedido al Centurión Cornelio, aquél joven Legionario que conocí en mi
primer viaje a estas tierras, en ocasión del Juicio a Poncio Pilatus (pues fue
citado a declarar en las Audiencias); el buen hombre ha solicitado con mucha
insistencia verme, diciendo que es algo muy importante respecto del “Christus Mandatus”; tanto ha hecho el
joven soldado, que ha sido el mismo General Magíster quien me ha dado el
parte. Por supuesto que he aceptado
verle, e inclusive, le he invitado a que nos acompañe junto con su familia y a
sus mejores amigos hasta sumar ellos diez, a la cena de hoy en el Cuartel
Militar. Sus superiores sabrán de hoy en adelante que tendrán que tratarle ‘de
una forma más cordial’, cuando solicite algo.
Llevamos
once días en Cesarea y en este tiempo he podido reunirme con casi todas las
personas que mi puesto y Mandato me exigen; las más de las veces han sido
invitaciones a cenar (aunque también hemos tenido cenas familiares muy
íntimas), pues es donde la gente romana mejor se conoce. Cornelio es bien querido por los Apóstoles y
Discípulos, en aquélla ocasión que nos vimos apenas conversamos algo, pues fue
la vez que conocí al primer Apóstol: Mathêo
de Cafarnaúm. Hoy nada nos impedirá
platicar largamente acerca del “Christus
Mandatus” como él quiere y yo también.
En
punto de la Onceava hora del día, me informan que Cornelio y su familia esperan
en el salón comedor; nosotros nos dirigimos hacia allá. Vamos Julio y Octavio con su esposas; Minerva
y su marido; Tiberio, Gallio y Tito; y Lili y yo. Las demás hijas han preferido cenar a parte,
jugar y dormir temprano. Con toda
ceremonia, el Maiordomus de la casa de visitas del Cuartel General de Cesarea
de Palestina, anuncia nuestra llegada:
–
¡En presencia:
Tribunus Legatus Veritelius de Garlla, Plenuspotenciarius del “Christus
Mandatus” y su honorable familia!, grita el hombre a plena voz, justo
cuando entramos en el salón.
–
¡Ave César
Calígula!, ¡Ave Tribunus Legatus Veritelius de Garlla!, responden
cinco impecables Centuriones Legionarios vestidos de gala.
–
¡Ave César!, respondemos
Julio y yo ante el saludo de los militares, al momento en que nos detenemos
frente a ellos.
–
Señores, les digo, esta no es una reunión militar oficial; es
una cena familiar en la que solo se podrá hablar del “Christus Mandatus”, en
respeto a las damas que nos acompañan.
–
¡Así será
Tribunus Legatus!,
me contesta con toda formalidad el Centurión Cornelio; quien de inmediato me
presenta a sus invitados.
Entre
ellos está también Fidelius, el otro Centurión que asistió en esa primera
oportunidad en que nos vimos. Los dos
hombres son casados y han venido con sus esposas, al igual que los otros tres
Centuriones invitados al convivio. Yo
presento a mis acompañantes y decido distribuir los lugares en forma alternada,
una pareja de ellos y una de nosotros.
Los tricliniums puestos para la ocasión nos contienen holgadamente a
todos.
–
Dígame,
Centurión Cornelio, ¿qué quiere que hablemos del “Christus Mandatus”?, le pregunto al
Oficial Romano.
–
Podríamos
comentar muchísimas cosas, Tribunus Legatus, pero solo una quiero manifestarle
hoy;
me contesta el hombre.
–
Adelante,
Cornelio, todos los que estamos presentes podemos oír lo que Usted tenga qué
decir.
–
Tribunus Legatus,
apenas me enteré de su presencia aquí en Cesarea de Palestina y he querido
saludarle, solo por el gusto de tenerle entre nosotros; le agradezco con
un ademán y continúa él hablando; pero
hace dos días, hacia la Hora Nona del día, tuve una visión muy clara y
evocadora: vi que El Ángel del Señor entraba a mi casa y me decía:
-
“‘Cornelio’; entonces yo le
miré fijamente y lleno de espanto dije:
-
¿Qué Pasa,
Señor?,
y el Ángel me respondió
-
Tus oraciones y
tus limosnas han subido como memorial ante la presencia de Dios. Ahora envía hombres a Joppe y haz venir a un
tal Simón, a quien llaman Pedro. Éste se hospeda en casa de un tal Simón,
curtidor, que tiene la casa junto al mar. Y el ángel se fue.”
Por
supuesto, Tribunus Legatus, el ‘tal Simón, Pedro’, es el Apóstol Petrus que todos conocemos. Mis hombres deben estar ahora con el Apóstol, en Joppe, informándole lo
sucedido; por lo que supongo que mañana o
pasado mañana estará aquí con nosotros.
–
Si su visión fue
un hecho extraordinario, pero en algo que Usted realiza de continuo, Centurión
Cornelio, no tenga duda que ha sido ‘movido’ por el Sanctus Spirîtus, pues Él
actúa en los actos a los que nosotros podemos responder con certeza. Responde Gallio
a la inquietud del hombre y prosigue diciendo: Si como ahora nos ha dicho, Usted constantemente está en oración, el
Señor ha usado uno de esos instantes para informarle algo que sucederá. Así hace el Paráclito, procura sorprendernos
lo menos que sea posible; procura contactarnos en situaciones comunes para
nosotros, para cada uno según sea el caso.
–
Sí Joven Gallio
de Garlla, como Usted ha dicho yo tengo varios momentos de oración al Señor; es
algo que me reconforta mucho el alma; le dice el Cornelio a mi hijo.
–
Es comprensible
su desasosiego, Centurión Cornelio, pero, ¿de qué otra forma pudo haber tenido
contacto con Usted el Paráclito, a fin de que Usted creyera lo que Él quería
decirle?; remarca Tito lo dicho antes.
–
Tienen Ustedes
razón, ahora que lo pienso; porque ante cualquier otra situación hubiera yo
pensado que era un sueño mío; pero ahora estoy seguro que fue presencia viva
del Señor a través de su Ángel. Dice el Centurión con un aire de
tranquilidad.
–
Centurión
Cornelio, intervengo
en el diálogo casi con miedo por temor a equivocarme, ahora lo que tiene que esperar es la llegada del Apóstol Petrus, pues
seguramente, él sabrá qué hacer. Ustedes
pernoctarán en este lugar y mañana, cuando llegue el Apóstol, tendremos la
respuesta. Ahora, por favor, disfrutemos
de las viandas que nos han preparado.
+ + +
Cesarea de Palestina, Provincia de Iudae
Maius XXI
XL A. D.
DIA DE GLORIA
PARA LOS GENTILES
Es
muy de mañana, la Primera Hora del día; he citado a todos los emissarii, scriptôris y traductoris
involucrados en el “Christus Mandatus”,
a una reunión en la que quiero informarles lo sucedido en Roma en ocasión de la
lectura que Gallio y Tito han hecho del “Evangelio según Mathêo Apóstol” y el gran éxito que ello ha significado para todos
delante de César Calígula. Somos más de
treinta personas en total, incluidos nuestros tres “iluminados”; todos
merecemos oír los logros obtenidos, felicitarnos mutuamente y tomar nuevos
bríos en nuestra labor.
Justo
en medio de la reunión, irrumpe presuroso el Centurión Cornelio y me dice:
–
Tribunus
Legatus, ha llegado el Apóstol Petrus y viene para acá.
–
Pues recibámosle
todos juntos, Cornelio, le respondo,
porque después de lo que Usted me ha dicho ayer, esto es una bendición de Dios,
sin duda.
En
ese momento le digo a Tremus que traiga a toda mi familia de inmediato al
lugar, y que él también venga aquí mismo.
Al
ver llegar al Apóstol Petrus,
Cornelio corrió a su encuentro y cayó postrado a sus pies. El Apóstol le levantó diciéndole:
–
Levántate, que
también yo soy un hombre. Y conversando con Cornelio, el Apóstol entró en donde
estábamos todos reunidos; y nos dijo:
–
Ustedes saben
que no le está permitido a un iudaicus juntarse con un extranjero ni entrar en
su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a
ningún hombre. Por eso al ser llamado he
venido sin dudar. Les pregunto, pues,
por qué motivo me han mandado llamar.
Cornelio
le contó lo que le había ocurrido respecto de la visión que tuvo con el Ángel
de Dios.
Entonces el Apóstol Petrus
dijo:
–
Verdaderamente
comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación,
el que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su Palabra a los hijos de
Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la Paz por medio de Iesus Christi que
es el Señor de todos. Todos ustedes
saben lo que sucedió en Iudae, comenzando con Galilea, después que Juan predicó
el bautismo; cómo Dios ungió a Iesus Nazarenus con el Sanctus Spirîtus y con
poder; y cómo Él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el
Diablo, porque Dios estaba con Él.
Además,
nosotros somos testigos de lo que hizo en la región de los iudaicus y en Yerushalayim; a quien
llegaron a matar colgándole de una cruz,
ignominiosamente.
A ese
mismo Iesus Nazarenus, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo,
sino a los discípulos que Dios
había escogido de antemano, a nosotros, que comimos y bebimos con él después de haber resucitado de
entre los muertos.
Y nos
mandó que predicásemos al Pueblo y que diéramos testimonio de que Él está constituido por Dios como juez de
vivos y muertos. De Iesus Nazarenus como el Salvador, todos los
profetas dan testimonio de que el que
cree en Él, alcanza, por Su Nombre, el perdón de los pecados.
El
discurso del Apóstol Petrus ha sido
de tal forma impactante, que todos los que nos encontramos reunidos en el lugar
estamos estupefactos con su forma de predicar el Evangelio. Todavía estaba hablando el Apóstol, CUANDO EL SANCTUS SPIRÎTUS CAYÓ SOBRE TODOS
LOS QUE ESCUCHÁBAMOS LA PALABRA DE DIOS, POR VOCA DE SU VICARIUS. Los iudaicus
que venían acompañando al Apóstol Petrus
quedaron atónitos al ver que EL DON DEL
SANCTUS SPIRÎTUS HABÍA SIDO DERRAMADO TAMBIÉN SOBRE LOS GENTILES, PUES LES OÍAN
HABLAR EN LENGUAS Y GLORIFICAR A DIOS. Entonces el Apóstol pedro dijo:
–
¿Acaso puede alguno negar el agua del Bautismo a
éstos que han recibido el Sanctus Spirîtus como nosotros?
En ese mismo
instante todos los que no éramos iudaicus,
SINO GENTILES, fuimos Bautizados en el Nombre de Jesucristo.
–
Veritelius de
Garlla, me
dice el Apóstol Petrus inmediatamente
después de que YO HABÍA SIDO BAUTIZADO,
tú habías venido a tratar algún asunto especial con Los Doce, ¿todavía quieres
que lo veamos?
–
No Apóstol
Petrus, ya no es necesario, pues DIOS TAMBIÉN HA DADO RESPUESTA A MIS
INQUIETUDES;
le contesto feliz y gozoso, abrazando a mi familia y a mis colaboradores del “Christus Mandatus”.
–
Veritelius, la
Gracia de Dios que hoy has recibido, también es un compromiso de vida con
nuestro Señor Iesus Christi; bien sabemos todos que tú y los tuyos han dedicado
su vida los últimos siete años a apoyar la difusión del Evangelio, pero ahora
el Señor les pide más que eso, les pide que estén dispuestos a ofrecer su vida
como sus Seguidores. Por eso les pregunto
a todos ¿Están dispuestos a sacrificarse hasta la muerte por la expansión del
Regnum Christi hasta la muerte, sin importar qué les pida el Señor como sus
Seguidores?
–
¡Sí, estamos
dispuestos!,
le respondemos todos al Apóstol Petrus.
–
Que el Señor
bendiga todos sus actos; y que la Paz de nuestro Señor Iesus Christi, en
comunión con el Padre y el Sanctus Spirîtus esté con todos ustedes hasta la
consumación del mundo.
¡¡Alabado
sea Iesus Christi!! Los primeros gentiles han sido bautizados en
el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Sanctus
Spirîtus. ¡¡Ya somos parte del
Pueblo de Dios!! Nunca más seremos
tratados como extraños, ni separados por no ser iudaicus; ¡PUES TAMBIÉN HEMOS SIDO BAUTIZADOS!
Todos
estamos muy emocionados, pero sobre todos lo está Gallio, a quien le
reconocemos ‘especiales dones’ respecto del Señor; somos más de cien personas
las que hemos sido bautizadas entre familiares y amigos íntimos de Cornelio, mi
familia y mis colaboradores del “Christus
Mandatus”. Estoy seguro que este momento
no pasará desapercibido en la Historia; estoy cierto que será recordado y
comentado por todas las generaciones que nos precedan, pues hoy el Reino de los
Cielos ha sido abierto también a los gentiles.
Cesarea de Palestina es el lugar; el Apóstol Petrus el que ha conferido en su persona el Gran Don de Dios de la
Fe a través del Bautismo; y el XXI de Maius
del XL Anno Domini, la fecha de tan
memorable ocasión. A partir de hoy, La
Iglesia de Hierosolyma inicia su
verdadera universalización: PUES LOS GENTILES TAMBIÉN SON HIJOS DE DIOS, POR LO
TANTO, TAMBIÉN PUEDEN SER SEGUIDORES DE IESUS
CHRISTI.
La
estancia del Apóstol Jefe se prolonga por varios días entre nosotros; todo el
tiempo lo usamos para escuchar al Príncipe de los Apóstoles Predicando el
Evangelio y narrando eventos celestiales o anécdotas curiosas de los tres años
que vivió junto a Iesus Nazarenus, El
Divino Rabbuni. Nosotros volveremos a Roma por las vías
meridionales de navegación para poder visitar Alexandria, en Ægyptus y Apollonia en Cyrenaica; puede ser que hasta podamos ser útiles en la conversión
de los gentiles de esos lugares.
† †
†
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
Tu Palabra es La Verdad.
También me puedes seguir en:
Solo por el gusto de Proclamar El Evangelio
No hay comentarios:
Publicar un comentario