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jueves, 27 de septiembre de 2018

De mi libro V.G.A.G - 58 - El Centurión Cornelio y su Familia.


Santifícalos con La Verdad.


Ciudad de México, Septiembre 28 del 2018.


DEL LIBRO
Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil
58 de 130


Cesarea de Palestina, Provincia de Iudae
Maius XX
XL A. D.

EL CENTURIÓN CORNELIO Y SU FAMILIA

Tomando como base Cesarea de Palestina, hemos visitado los lugares más relevantes de Galilea y Iudae; todos en mi familia están fascinados con lo que han visto y con la gente que nos ha ayudado en las visitas; Vesta y Venus, mis hijas más pequeñas, me han dicho que nos ‘vengamos a vivir a Cesarea, porque está más cerca de todos estos ‘tan bonitos’ lugares’. Hay experiencias muy hermosas que podrían narrarse como sobresalientes; sin embargo, no hay quién refute que el momento más grato de todos ha sido cuando visitamos a María Madre en Hierosolyma; especialmente las mujeres, están todavía emocionadas por el contacto con la Madre del Salvador. “Es como haber conocido una diosa” ha dicho Minerva.  Conocer a la Madre del Hijo de Dios, es verdaderamente una bendición celestial”, aumenta al comentario Lili, la mamá de los Garlla.  Todas tienen algo (o mucho como acostumbran), qué decir de sus vivencias en los viajes realizados.

Para que un ‘simple centurión’ pueda entrevistarse con un Tribunus Legatus, ha de pasar los filtros de los Jefes de Manipula y Cohorte (al menos tres en cada caso) y el del General Legionario al mando; todos harán todo lo posible por que la querida entrevista del ‘subalterno’ no tenga lugar jamás. Los escalones del Ejército a veces son insalvables; y con cinco rangos de diferencia, aún más.

Así le ha sucedido al Centurión Cornelio, aquél joven Legionario que conocí en mi primer viaje a estas tierras, en ocasión del Juicio a Poncio Pilatus (pues fue citado a declarar en las Audiencias); el buen hombre ha solicitado con mucha insistencia verme, diciendo que es algo muy importante respecto del “Christus Mandatus”; tanto ha hecho el joven soldado, que ha sido el mismo General Magíster quien me ha dado el parte.  Por supuesto que he aceptado verle, e inclusive, le he invitado a que nos acompañe junto con su familia y a sus mejores amigos hasta sumar ellos diez, a la cena de hoy en el Cuartel Militar. Sus superiores sabrán de hoy en adelante que tendrán que tratarle ‘de una forma más cordial’, cuando solicite algo.

Llevamos once días en Cesarea y en este tiempo he podido reunirme con casi todas las personas que mi puesto y Mandato me exigen; las más de las veces han sido invitaciones a cenar (aunque también hemos tenido cenas familiares muy íntimas), pues es donde la gente romana mejor se conoce.  Cornelio es bien querido por los Apóstoles y Discípulos, en aquélla ocasión que nos vimos apenas conversamos algo, pues fue la vez que conocí al primer Apóstol: Mathêo de Cafarnaúm.  Hoy nada nos impedirá platicar largamente acerca del “Christus Mandatus” como él quiere y yo también.

En punto de la Onceava hora del día, me informan que Cornelio y su familia esperan en el salón comedor; nosotros nos dirigimos hacia allá.  Vamos Julio y Octavio con su esposas; Minerva y su marido; Tiberio, Gallio y Tito; y Lili y yo.  Las demás hijas han preferido cenar a parte, jugar y dormir temprano.  Con toda ceremonia, el Maiordomus de la casa de visitas del Cuartel General de Cesarea de Palestina, anuncia nuestra llegada:
       ¡En presencia: Tribunus Legatus Veritelius de Garlla, Plenuspotenciarius del “Christus Mandatus” y su honorable familia!, grita el hombre a plena voz, justo cuando entramos en el salón.
       ¡Ave César Calígula!, ¡Ave Tribunus Legatus Veritelius de Garlla!, responden cinco impecables Centuriones Legionarios vestidos de gala.
       ¡Ave César!, respondemos Julio y yo ante el saludo de los militares, al momento en que nos detenemos frente a ellos.
       Señores, les digo, esta no es una reunión militar oficial; es una cena familiar en la que solo se podrá hablar del “Christus Mandatus”, en respeto a las damas que nos acompañan. 
       ¡Así será Tribunus Legatus!, me contesta con toda formalidad el Centurión Cornelio; quien de inmediato me presenta a sus invitados.
Entre ellos está también Fidelius, el otro Centurión que asistió en esa primera oportunidad en que nos vimos.  Los dos hombres son casados y han venido con sus esposas, al igual que los otros tres Centuriones invitados al convivio.  Yo presento a mis acompañantes y decido distribuir los lugares en forma alternada, una pareja de ellos y una de nosotros.  Los tricliniums puestos para la ocasión nos contienen holgadamente a todos.
       Dígame, Centurión Cornelio, ¿qué quiere que hablemos del “Christus Mandatus”?, le pregunto al Oficial Romano.
       Podríamos comentar muchísimas cosas, Tribunus Legatus, pero solo una quiero manifestarle hoy; me contesta el hombre.
       Adelante, Cornelio, todos los que estamos presentes podemos oír lo que Usted tenga qué decir.
       Tribunus Legatus, apenas me enteré de su presencia aquí en Cesarea de Palestina y he querido saludarle, solo por el gusto de tenerle entre nosotros; le agradezco con un ademán y continúa él hablando; pero hace dos días, hacia la Hora Nona del día, tuve una visión muy clara y evocadora: vi que El Ángel del Señor entraba a mi casa y me decía:
-         “‘Cornelio’; entonces yo le miré fijamente y lleno de espanto dije:
-         ¿Qué Pasa, Señor?, y el Ángel me respondió
-         Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial ante la presencia de Dios.  Ahora envía hombres a Joppe y haz venir a un tal Simón, a quien llaman Pedro. Éste se hospeda en casa de un tal Simón, curtidor, que tiene la casa junto al mar. Y el ángel se fue.”
     Por supuesto, Tribunus Legatus, el ‘tal Simón, Pedro’, es el Apóstol        Petrus que todos conocemos.  Mis hombres deben estar ahora con el          Apóstol, en Joppe, informándole lo sucedido; por lo que supongo que mañana o pasado mañana estará aquí con nosotros.
       Si su visión fue un hecho extraordinario, pero en algo que Usted realiza de continuo, Centurión Cornelio, no tenga duda que ha sido ‘movido’ por el Sanctus Spirîtus, pues Él actúa en los actos a los que nosotros podemos responder con certeza. Responde Gallio a la inquietud del hombre y prosigue diciendo: Si como ahora nos ha dicho, Usted constantemente está en oración, el Señor ha usado uno de esos instantes para informarle algo que sucederá.  Así hace el Paráclito, procura sorprendernos lo menos que sea posible; procura contactarnos en situaciones comunes para nosotros, para cada uno según sea el caso.
       Sí Joven Gallio de Garlla, como Usted ha dicho yo tengo varios momentos de oración al Señor; es algo que me reconforta mucho el alma; le dice el Cornelio a mi hijo.
       Es comprensible su desasosiego, Centurión Cornelio, pero, ¿de qué otra forma pudo haber tenido contacto con Usted el Paráclito, a fin de que Usted creyera lo que Él quería decirle?;  remarca Tito lo dicho antes.
       Tienen Ustedes razón, ahora que lo pienso; porque ante cualquier otra situación hubiera yo pensado que era un sueño mío; pero ahora estoy seguro que fue presencia viva del Señor a través de su Ángel. Dice el Centurión con un aire de tranquilidad.
       Centurión Cornelio, intervengo en el diálogo casi con miedo por temor a equivocarme, ahora lo que tiene que esperar es la llegada del Apóstol Petrus, pues seguramente, él sabrá qué hacer.  Ustedes pernoctarán en este lugar y mañana, cuando llegue el Apóstol, tendremos la respuesta.  Ahora, por favor, disfrutemos de las viandas que nos han preparado.


+ + +



Cesarea de Palestina, Provincia de Iudae
Maius XXI
XL A. D.

DIA DE GLORIA PARA LOS GENTILES

Es muy de mañana, la Primera Hora del día; he citado a todos los emissarii, scriptôris y traductoris involucrados en el “Christus Mandatus”, a una reunión en la que quiero informarles lo sucedido en Roma en ocasión de la lectura que Gallio y Tito han hecho del “Evangelio según Mathêo Apóstol” y el gran éxito que ello ha significado para todos delante de César Calígula.  Somos más de treinta personas en total, incluidos nuestros tres “iluminados”; todos merecemos oír los logros obtenidos, felicitarnos mutuamente y tomar nuevos bríos en nuestra labor.

Justo en medio de la reunión, irrumpe presuroso el Centurión Cornelio y me dice:
       Tribunus Legatus, ha llegado el Apóstol Petrus y viene para acá.
       Pues recibámosle todos juntos, Cornelio, le respondo, porque después de lo que Usted me ha dicho ayer, esto es una bendición de Dios, sin duda.
En ese momento le digo a Tremus que traiga a toda mi familia de inmediato al lugar, y que él también venga aquí mismo.

Al ver llegar al Apóstol Petrus, Cornelio corrió a su encuentro y cayó postrado a sus pies.  El Apóstol le levantó diciéndole:
       Levántate, que también yo soy un hombre. Y conversando con Cornelio, el Apóstol entró en donde estábamos todos reunidos; y nos dijo:
       Ustedes saben que no le está permitido a un iudaicus juntarse con un extranjero ni entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre.  Por eso al ser llamado he venido sin dudar.  Les pregunto, pues, por qué motivo me han mandado llamar.

Cornelio le contó lo que le había ocurrido respecto de la visión que tuvo con el Ángel de Dios.   Entonces el Apóstol Petrus dijo:
       Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación, el que le teme y practica la justicia le es grato.  Él ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la Paz por medio de Iesus Christi que es el Señor de todos.  Todos ustedes saben lo que sucedió en Iudae, comenzando con Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios ungió a Iesus Nazarenus con el Sanctus Spirîtus y con poder; y cómo Él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con Él. 
     Además, nosotros somos testigos de lo que hizo en la región de los          iudaicus y en Yerushalayim; a quien llegaron a matar colgándole de una cruz, ignominiosamente.
     A ese mismo Iesus Nazarenus, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los discípulos que          Dios había escogido de antemano, a nosotros, que comimos y bebimos        con él después de haber resucitado de entre los muertos.
     Y nos mandó que predicásemos al Pueblo y que diéramos testimonio de que Él está constituido por Dios como juez de vivos y muertos.  De Iesus      Nazarenus como el Salvador, todos los profetas dan testimonio de que el       que cree en Él, alcanza, por Su Nombre, el perdón de los pecados.

El discurso del Apóstol Petrus ha sido de tal forma impactante, que todos los que nos encontramos reunidos en el lugar estamos estupefactos con su forma de predicar el Evangelio.  Todavía estaba hablando el Apóstol, CUANDO EL SANCTUS SPIRÎTUS CAYÓ SOBRE TODOS LOS QUE ESCUCHÁBAMOS LA PALABRA DE DIOS, POR VOCA DE SU VICARIUS.  Los iudaicus que venían acompañando al Apóstol Petrus quedaron atónitos al ver que EL DON DEL SANCTUS SPIRÎTUS HABÍA SIDO DERRAMADO TAMBIÉN SOBRE LOS GENTILES, PUES LES OÍAN HABLAR EN LENGUAS Y GLORIFICAR A DIOS.  Entonces el Apóstol pedro dijo:
       ¿Acaso puede alguno negar el agua del Bautismo a éstos que han recibido el Sanctus Spirîtus como nosotros?

En ese mismo instante todos los que no éramos iudaicus, SINO GENTILES, fuimos Bautizados en el Nombre de Jesucristo.
       Veritelius de Garlla, me dice el Apóstol Petrus inmediatamente después de que YO HABÍA SIDO BAUTIZADO, tú habías venido a tratar algún asunto especial con Los Doce, ¿todavía quieres que lo veamos?
       No Apóstol Petrus, ya no es necesario, pues DIOS TAMBIÉN HA DADO RESPUESTA A MIS INQUIETUDES; le contesto feliz y gozoso, abrazando a mi familia y a mis colaboradores del “Christus Mandatus”.
       Veritelius, la Gracia de Dios que hoy has recibido, también es un compromiso de vida con nuestro Señor Iesus Christi; bien sabemos todos que tú y los tuyos han dedicado su vida los últimos siete años a apoyar la difusión del Evangelio, pero ahora el Señor les pide más que eso, les pide que estén dispuestos a ofrecer su vida como sus Seguidores.  Por eso les pregunto a todos ¿Están dispuestos a sacrificarse hasta la muerte por la expansión del Regnum Christi hasta la muerte, sin importar qué les pida el Señor como sus Seguidores?
       ¡Sí, estamos dispuestos!, le respondemos todos al Apóstol Petrus.
       Que el Señor bendiga todos sus actos; y que la Paz de nuestro Señor Iesus Christi, en comunión con el Padre y el Sanctus Spirîtus esté con todos ustedes hasta la consumación del mundo.

¡¡Alabado sea Iesus Christi!!  Los primeros gentiles han sido bautizados en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Sanctus Spirîtus.  ¡¡Ya somos parte del Pueblo de Dios!!  Nunca más seremos tratados como extraños, ni separados por no ser iudaicus; ¡PUES TAMBIÉN HEMOS SIDO BAUTIZADOS! 

Todos estamos muy emocionados, pero sobre todos lo está Gallio, a quien le reconocemos ‘especiales dones’ respecto del Señor; somos más de cien personas las que hemos sido bautizadas entre familiares y amigos íntimos de Cornelio, mi familia y mis colaboradores del “Christus Mandatus”.  Estoy seguro que este momento no pasará desapercibido en la Historia; estoy cierto que será recordado y comentado por todas las generaciones que nos precedan, pues hoy el Reino de los Cielos ha sido abierto también a los gentiles.  Cesarea de Palestina es el lugar; el Apóstol Petrus el que ha conferido en su persona el Gran Don de Dios de la Fe a través del Bautismo; y el XXI de Maius del XL Anno Domini, la fecha de tan memorable ocasión.  A partir de hoy, La Iglesia de Hierosolyma inicia su verdadera universalización: PUES LOS GENTILES TAMBIÉN SON HIJOS DE DIOS, POR LO TANTO, TAMBIÉN PUEDEN SER SEGUIDORES DE IESUS CHRISTI.

La estancia del Apóstol Jefe se prolonga por varios días entre nosotros; todo el tiempo lo usamos para escuchar al Príncipe de los Apóstoles Predicando el Evangelio y narrando eventos celestiales o anécdotas curiosas de los tres años que vivió junto a Iesus Nazarenus, El Divino Rabbuni.  Nosotros volveremos a Roma por las vías meridionales de navegación para poder visitar Alexandria, en Ægyptus y Apollonia en Cyrenaica; puede ser que hasta podamos ser útiles en la conversión de los gentiles de esos lugares.


† † †


Orar sirve, oremos por nuestros Pueblos.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli



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