Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Mayo 25 del 2018.
DEL
LIBRO
Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
40 de 130
Tarraco, Provincia de Tarraconensis, Hispania
Septembris X
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
JACOB APÓSTOL E
HISPANIA
Una
de las cosas que más me intrigan, es saber la razón por la que el Apóstol Jacob
haya escogido Hispania para Predicar
el Evangelio de Iesus Nazarenus. Allá en Hierosolyma
todavía están la gran mayoría de Discípulos y Apóstoles; él sin embargo, ha
decidido salir muy lejos de sus ubicaciones naturales para ejercer su
labor. ¿Por qué precisamente Hispania y no Macedonia o Achaia; o Asia Menor y Syria; o Ægyptus y Arabia; o la misma Italia o Gallia. Entiendo que la
Diáspora en la Península Ibérica es grande, pero no más que las anteriores que
he mencionado. Igualmente, me gustaría
mucho saber cuáles son sus planes de evangelización.
He
tenido un desayuno muy agradable con los tres Procuradores de las Provincias y
sus Altos Mandos Militares; la reunión a girado en torno a la Pax Romana en estos lugares. Aquí Astures, Cántabros, Castros, Béticos y
Lusitanos siempre están dando trabajo extra a nuestras tropas, por lo que hay
que reportar a menudo bajas en el Ejército Imperial destacado en la zona. No obstante, bien puede decirse que en la
generalidad los ciudadanos romanos y extranjeros viven una relativamente buena
convivencia.
Por
otra parte, en todas las regiones en donde pueden identificarse grupos
importantes de Iudaicus de la
Diáspora, éstos no se unen a los lugareños o nativos para luchar contra Roma,
sino que en términos generales no luchan contra nuestras huestes; a diferencia
de Palestina, en donde solo una gran campaña militar de exterminio (algo que en
obvio de lo inconveniente del hecho, el Ejército desaprueba), podrá aquietarse
a los insurrectos zelotes, apoyados indistintamente por Fariseos y Saduceos,
según les convenga a las tres fracciones.
Con Pietralterra a cargo de las cuestiones militares, no habrá medias
soluciones: o se aplacan ellos, o el Tribunus
Legatus de Asia Menor los aniquilará.
Me informa
Camilus Méver su estancia en Hispania
durante el pasado mes, en ocasión de la localización del Apóstol Jacob, y me ha
dicho cosas sumamente extrañas (que para ser sincero, con estos hombres a mí ya
nada me sorprende), que son de tomarse en cuenta: Jacob de Bethsaida no tiene
un lugar fijo; al contrario, ha decidido permanecer en constante movimiento y
dejar plenamente establecidos a los discípulos que vinieron con él. Hay uno en cada lugar importante: están en
Tarraco, Barcino y Valentia en la Costa Balliaricum; igualmente en Bætica,
están en Malaca, Hispalis y Corduba; en Lusitania se encuentran en Porto Cale y
en Felicitas Iulia. En el interior de
Tarraconensis, hay uno en cada urbe: César Augusta, Logronium y Legio VII; él
atiende personalmente Iria Flavia. Dice
Camilus que cada dos semanas cambia de lugar y que no sigue un itinerario fijo.
También
me ha dicho el Centurio Méver, que a Jacob Apóstol le localizó en César Augusta
y que cuando se vieron, en realidad fue el galileo quien le abordó, diciéndole:
“– Tú debes ser Camilus Méver, el enviado
de Veritelius de Garlla, ¿verdad?”; a lo que el otro no tuvo más que
responder: “Sí, yo soy”; y pasarle mi
mensaje escrito. Le localizó en una
taberna, cuando mi hombre se refrescaba del sol de mediodía, y le dijo:
–
¡Pues ya me
localizaste y no te vas a quedar aquí sin hacer nada, ni me vas a andar
persiguiendo sin que yo te vea!, además ya me hiciste perder un día de
camino. Nos vamos juntos a trabajar y
cuando sea fecha de la cita estaremos aquí de regreso.
–
¡Sí, Señor!, le dijo Camilus
y se fueron de allí a Logronium en
donde ni siquiera hay Sinagoga.
Galopa
como un experto (por supuesto que aceptó el corcel que Camilus le llevaba);
duerme como militar en campaña (una hora dormido y otra despierto); come como
león, pero solamente algunas cosas, otras definitivamente no; y reza por horas
durante sus ‘descansos’. Se baña todos
los días, aunque el agua esté tan fría como la nieve (cosa muy común en Iria
Flavia), siendo también muy pulcro y cuidadoso con sus vestidos. Jamás escribe ni siquiera un trozo de papiro,
pero tiene una memoria impresionante. Le
acompañó durante todo el mes que estuvo aquí y lo presentaba como ‘su ángel guardián romano’; Camilus
quiere saber qué significa eso.
Todos
hemos sido ‘tocados’ por estos extraordinarios hombres; esperemos entenderles
cabalmente algún día; porque hoy, no les comprendemos. Los enclaves Iudaicus de la Diáspora, son Bætica y la Costa Balliaricum; pero él
le Predica el Evangelio a todo el mundo, sin importar su nacionalidad. Esto sí hace una gran diferencia contra sus
condiscípulos y los otros Apóstoles, quienes guardan recelos hacia los ‘gentiles’
o paganos, como ellos dicen.
Nuestra
próxima reunión es en punto de la hora tercia, aquí en la biblioteca del
Palacio Pretoriano; nadie le ha visto, y éste, es uno de esos hombres que
duerme poco.
–
¡Shalom!,
Veritelius; que la Paz de Christus esté contigo. Me saluda el gran gigante que ha entrado al
lugar sin hacer un solo ruido.
–
¡Shalom!,
Apóstol Jacob; ¿descansó Usted?, le pregunto por atención.
–
Sí, es muy fácil
descansar en medio del cúmulo de comodidades de las que ustedes se rodean; esa
cama es tan suave que uno podría quedarse días completos sin levantarse de
ella; me
dice el buen galileo.
–
¿Ya desayunó,
Apóstol Jacob?,
le pregunto para prever el tiempo que podemos emplear en nuestra reunión.
–
Ya, ya lo hice;
en este palacio el desayuno es como una cena, la comida debe ser como un manjar
de fiesta; porque la cena de ayer, fue algo realmente desusado ¿cómo hacen para
ingerir tanto alimento y vino y no caer al suelo convulsionados?
–
Realmente uno
toma lo que gusta de los que le ofrecen, Apóstol Jacob; no tiene que comer de
todo lo que le presentan en las viandas, solo lo que le agrada. Además en pequeñas porciones siempre. Le contesto.
–
Y, lo que sobra,
¿lo tiran, Veritelius?, me inquiere con insistencia.
–
No Apóstol
Jacob, en estas cenas nada se desperdicia; todo en absoluto se consume, ni
siquiera es alimento de animales. Solo
seres humanos comen cuanto aquí se prepara para los comensales invitados; salvo
por el lugar en donde nosotros cenamos y ellos lo hacen, la comida es el mismo
festín para unos que para otros. Le explico su duda; y de repente, sin
mediar ningún otro comentario me dice:
–
Nuestro Señor
Iesus Christus, te ha encomendado una gran labor, Veritelius; algo sumamente
importante para la difusión de su Evangelio; a ninguno de nosotros nos habría
encomendado esto, pues Él, que sabe todas las cosas, habrá pensado que no
éramos nosotros los indicados para ese trabajo; por eso te ha escogido a
ti. ¿Entiendes esto, Tribunus?
–
Perfectamente,
Apóstol Jacob; tan lo entiendo que estoy dedicado en cuerpo y alma a esta
importantísima labor. Le digo.
–
No, no me has
entendido, Veritelius de Garlla; Yo no
me refiero a lo que Tiberio César te ha encargado, esto que ustedes tan
irreverentemente llaman el “Christus Mandatus”; no, eso no es de lo que yo
estoy hablando. Yo no me refiero al
Honoris, Legis, Iustitia, que ayer tan admirablemente les manejaste a todos los
concurrentes; ni al juicio que le haz hecho a Poncio Pilatus, que bien merecido
se lo tenía; ni a la Pax Romana que nosotros, iudaicus, podamos ‘disfrutar’ al
amparo del Imperio Romano.
Me refiero a TU
labor muy personal que has de realizar.
Iesus Christus demandará de ti una
entrega más que total, demandará una entrega incondicional;
no se trata de que hagas ‘todo lo que esté en tu poder hacer’, Veritelius, se trata de que ‘hagas aún lo que no
quieras hacer, cuando debas
hacerlo’.
La
naciente Iglesia, Tribunus Legatus, se desarrollará bañada en sangre de mártires; algunos propios, otros
extraños; algunos conocidos, otros desconocidos;
algunos en la Fe del Evangelio, otros sin saberlo; y TÚ, Veritelius de Garlla, tendrás que sortear su
devenir, el crecimiento de la
Iglesia de cara a Christus, no en pos del César.
¿Cómo vas
a impedir que alguien sea martirizado en un lugar si no puedes estar con todos a la vez? ¿Habrá un ‘ángel guardián
romano’ para cada Apóstol y para
cada discípulo de Iesus Nazarenus? ¿Todos traeremos
nuestra ‘escolta’, a la que habrá que matar primero para después matarnos a nosotros?
No,
Veritelius, nada de eso podrás impedir, ciertamente. El Señor no quiere
ni tus haberes, ni tus poderes (ambos muy limitados en comparación con el Reino de los Cielos); Iesus Christus lo que
quiere es tu voluntad, la entrega TOTAL a
sus ‘mandatus’, sean cuales fueran.
–
Pero, Apóstol
Jacob, ¿qué me puede pedir que yo no esté dispuesto a darle, si todo lo que
tengo lo he puesto a su disposición?
–
Has puesto a su
disposición solo tu poder y tu influencia; pero nada tuyo. ¿Ya leíste el libro
de Job, Veritelius?, ahora que tan interesado estás habrías de hacerlo.
–
Ya sé quién es
ese personaje, Apóstol Jacob, le respondo.
–
No te pregunté
si sabías quién era Job, te pregunté si habías leído el libro, algo que no has
hecho hasta hoy. Léelo; la próxima vez
que nos veamos, que será pronto, comentamos al respecto.
–
Lo haré, Señor; le respondo casi
con pena.
–
Las labores
materiales que harás, Tribunus Legatus, ciertamente son muy importantes para la
difusión del Evangelio entre todos los hombres (y por ello es que has sido
seleccionado para hacerlo); pero que te quede muy claro QUE NO SON LO MÁS
IMPORTANTE que harás. Son los actos de
tu voluntad los que realmente contarán, Veritelius. No lo olvides.
Ya sé que
durante el Ivierno no se cuenta contigo para nada, pues atiendes a tu familia, cosa que alabo; y que será hasta la
Primumver que vuelvas a tomar tus
rutas de navegación. Cuando eso sea,
viajaremos juntos a Hierosolyma, como le
dices tú a Yerushalayim, en esa maravilla de
navis que solo tú tienes y que anda en boca de tus iguales. ¿Aceptarás?
–
Por supuesto que
lo haré, Apóstol Jacob; será un inmenso honor; le digo.
–
Tú querías verme
para un asunto en especial, ¿cuál es, Veritelius?, me inquiere el
hombre, pero ya no sé si comentárselo; estoy tan impresionado con lo que me ha
dicho, que parece que cualquier cosa que yo diga no tiene importancia alguna.
–
Es respecto de
una misiva que gracias a Dios he recibido del Apóstol Petrus, en donde señala
los lineamientos que hemos de seguir para cualquier tipo de escrito respecto al
Evangelio y a Iesus Nazarenus, Apóstol Jacob, termino
diciéndole lleno de temor.
–
Sí, y tiene
razón en indicártelo así, pues el Señor de las Tinieblas, Satanás el Diablo, se
aprovechará de ello para hacer lo que más le gusta: crear confusión. Sin embargo, nosotros no estamos solos, ya
que El Paráclito ha repartido sus maravillosos dones de acuerdo a nuestras
personas. A mí no se me ha dado el tal
don de la escritura y la profecía; serán otros los que lo hagan.
–
Así es Señor,
Usted no está incluido en la lista, Apóstol Jacob, respondo.
–
Lo que Simón
Petrus disponga, eso es lo que haremos todos; él, y solo él es el Christus
Vicarius; todos los demás nos ajustamos a sus inspiradas instrucciones,
Veritelius.
–
Muy bien Apóstol
Jacob, le
contesto.
–
Otro asunto
Veritelius; Camilus Méver es un hombre muy eficaz para mi labor en Hispania,
pues conoce muy bien el lugar y a mucha gente, además de que es muy respetado
por todos; ¿podría yo quedármelo como emissarii tuyo en mi evangelización de
los hispanus?
–
Por supuesto,
Apóstol Jacob, nada le dará más gusto a él y a mí que servirle en su labor
apostólica; le
respondo casi eufórico a su petición.
–
Habrá que
informarle al joven,
me dice con prudencia el gigante galileo.
–
Solo recibirá
una orden mía al respecto, Apóstol Jacob, eso es suficiente; todos los
Legionarios Romanos solo necesitamos la instrucción de nuestro superior. Contesto su
preocupación.
–
Yo quisiera
estar en Yerushalayim para la Pascua, Veritelius, ¿dónde debiera yo alcanzarte
para viajar juntos: en Capreæ o en Reghium?, cuestiona con cautela el joven
Apóstol.
–
En ningún lugar,
Apóstol Jacob; le
digo, ‘La Liburna Christina’ vendrá por
Usted primero y después pasará por nosotros a Capreæ para navegar juntos hasta
su querida Hierosolyma. Yo le informaré
las fechas, Señor.
–
¡Qué atrevido
nombre has escogido para tu Nave, Veritelius: “La Doncella que
sigue al Señor”, eso significa, ¿lo
sabías?
–
No, no lo sabía;
yo solo hice una analogía: si serviría para el “Christus Mandatus”, se llamaría
Christina; así resultó el nombre.
–
Me temo,
Veritelius, que el Señor ‘se ha fijado muy bien en ti’; nadie sabe por qué,
pero yo te digo que así es. Debes estar
muy atento a cuanto Él te pida y diga, no sabes ni cuándo ni qué te pedirá,
pero así será; bien puedo decirte que eres el primer gentil en el cual se ha
fijado el Señor; diferente de aquéllos iguales tuyos Fidelius y Cornelio a los
que conociste en Cesarea, a ellos les favoreció con sus dones curativos; a ti
te quiere para otras cosas.
–
Realmente me
espantan sus dichos, Apóstol Jacob; yo lejanamente sé algo de Iesus Christus
como para que pueda serle útil; le contesto preocupado.
–
Alguna vez nos
dijo el Señor: “Si
vosotros no hablarais de las cosas que os he enseñado, mi Padre hará que las
piedras prediquen el Evangelio.” Él nos conoce muy bien a todos, también a ti
Veritelius; ya veo que en tu persona se está asegurando de cuanto nosotros no
hagamos por nuestra indolencia o nuestra incapacidad.
–
Realmente no sé
qué decirle, Apóstol Jacob; le respondo.
–
A mí no tienes
que decirme nada, Veritelius; habla con nuestro Señor Iesus Christus en
oración, Él te responderá cuanto quieras saber.
–
Apóstol Jacob,
¿por qué ha venido Usted hasta Hispania; por qué no a otro lugar?
–
Por ti
Veritelius, porque el Señor en Revelación me ha dicho:
“. . . Después
de tus días clamor de gentiles arrancarás;
En
Levante naciste, allende el Mar, y en el Poniente
extremo descansarás;
con
la ayuda del que proclama la verdad. . .”
–
No entiendo
nada, Señor, le
digo al inspirado Apóstol.
–
Esto no es de
entender, Veritelius, es de creer. No es
el conocimiento el que salva; es la Fe la que lo hace.
Tarraco, Provincia de Tarraconensis, Hispania
Septembris XI
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
REGRESO A CAPRÆ
Se
queda en Hispania Camilus Méver, el
flamante Centurión que conseguí en Perusia en el viaje que hacíamos hacia Roma
desde Mediolanum; y que junto con Nikko Fidias substituyeron a los emissarii
Galo e Ícaro enviados a Achaia con Misael de Cafarnaúm. Para eso están seleccionados, para que dentro
de sus ordenanzas sean lo mejor que se pueda ser; así lo ha visto el Apóstol
Jacob y por ello ha solicitado su traslado.
El Soldado Legionario sabe que esa es su vida como servidor del Imperio
Romano, así conseguirá sus oportunidades o las perderá; depende de sus
decisiones. En el II viaje a Hierosolyma nos veremos nuevamente y nos
saludaremos cual Legionarios. De aquí a
entonces, solo sus misivas mensuales o eventuales mantendrán su contacto. Militia
expeditionis.
Sin
contratiempo alguno, el XIII de Septembris estamos de regreso en la Insûla
Imperialis, el viaje ha sido sensacional; estamos sanos y salvos (y sin sustos
además). La reunión ‘real’ familiar no
se deja esperar, solo que ahora el Emperador visita nuestra Novus Villa Garlla, así lo ha decidido
él; el alboroto es inimaginable. Tiberio
César, Calígula y Claudio, con sus respectivas familias, en la Mansión
(prestada) de los Garlla; ni en mis más deliciosos sueños lo imaginé jamás. Pero aquí es real, no es un sueño, por lo que
se arma un revuelo indescriptible; sin embargo, las ‘huestes de paz’ de los Maiordomus Imperialis todo solucionan y
arreglan para el Divino Emperador; ¡enhorabuena que existen todos ellos!
† †
†
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
Tu Palabra es La Verdad.
También me puedes seguir en:
Solo por el gusto de Proclamar El Evangelio
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