Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Mayo 23 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
30 DE 77
III.8.- EL MUCHACHO EPILÉPTICO
(Mt
17, 14-20; Mc 9, 14-29; Lc 9, 37-43)
“Al llegar junto
a los discípulos, vio a mucha gente que los rodeaba y a unos escribas que
discutían con ellos. Toda la gente, al
verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: “¿De qué discutís con
ellos? Uno de la gente le respondió:
‘Maestro, he traído a mi hijo que tiene un espíritu inmundo y, dondequiera que
se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar los dientes y
le deja rígido. He dicho a tus
discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.”
Él les
respondió: “¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con
vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros?
¡Traédmelo!” Y se lo trajeron.
Apenas el
espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se
revolcaba echando espumarajos. Entonces
él preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?” Le dijo: ‘Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al
agua para acabar con él; pero, si algo puedes hacer, ayúdanos, compadécete de
nosotros.”
Jesús le dijo:
“¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es
posible para quien cree! Al instante
gritó el padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda mi poca fe!
Viendo Jesús que
se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu sordo
y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.” Y el espíritu salió dando gritos y agitándole
con violencia.
El muchacho
quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó
y él se puso en pie.
Cuando Jesús
entró en la casa, le preguntaban en privado sus discípulos: ‘¿Por qué nosotros
no pudimos expulsarle?’ Les dijo: “Esta
clase con nada puede ser arrojada sino con la oración.”
¡Ahora sí va en serio! (bueno, siempre
había ido en serio), pero ahora sí ya han empezado los discípulos a enfrentarse
a los demonios; cierto es que tienen que madurar, pero ya se dieron cuenta del
acecho de Satanás contra el Mesías, su Divino Maestro, y han iniciado su
participación activa en la lucha contra el mal.
Está por demás decir que cuando Dios se
hizo hombre, este afán del Demonio por debilitar la fe entre los humanos, se
volvió más que obsesivo, se convirtió en su única meta por lograr. No hubo acto del Señor en su Ministerio en el
cual no estuviera Satanás debilitando la
Fe ; menospreciando la Esperanza ; o atacando la Caridad de cuantos
rodeaban o querían acceder al Señor. O
bien lo hacía él directamente, o se valía de otros para lograr su
cometido. Y Como se ha visto en los
ejemplos tomados para este libro, en muchos casos lo logró. Pero esto no se debió a que el poder del
Maligno sea equiparable al del Mesías, no; sino que la voluntad humana (que
muchas veces se torna en necedad), ayudó al éxito momentáneo del Diablo.
Para que la Gracia actúe, es menester
usar las Virtudes Teologales (Fe – Esperanza – Caridad), que son un Don de
Dios; si esto no se da, y si además se decide libre y voluntariamente no
usarlas, no hay efecto de Gracia, porque Dios respeta la voluntad. Esto es lo que estaba sucediendo entre esa
multitud; la gente no estaba manifestando franca y llanamente su fe. Seguro por que el Demonio y sus secuaces
estaban trabajando durísimo, pero el hecho es que los discípulos no pudieron
expulsar al espíritu maligno que dominaba a aquel muchacho.
Esa es la razón de la expresión de
Cristo Jesús: “¡Oh generación incrédula!
¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros?. . .” Lo cual significa:
hombres de poca fe; solo creen lo que ven y porque ven. Y esto queda de manifiesto en el último
diálogo entre el Maestro y el padre del joven: “. . . pero, si algo puedes hacer, ayúdanos, compadécete de nosotros. . . ¡Qué
es eso de si puedes! ¡Todo es posible
para quien cree! Al instante gritó el
padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda mi poca fe!
Esta última confesión es lo que hace la
diferencia: ‘Creo’, es la voluntad de
dar firme asenso a las verdades que el entendimiento no alcanza a comprender; y
‘ayuda mi poca fe’, es la expresión
de conciencia que acepta una carencia personal y que pide cooperación. Con esto, lo que Dios quiere, se ha dado; y
por lo tanto, Él actúa.
Claro, una vez viendo al Mesías, los
demonios nada tienen que hacer ante su poder, más que someterse. ¡Pero los únicos que verdaderamente han
quedado muy desanimados y evidenciados con los acontecimientos, son los
discípulos! El acecho del Demonio era
evidente, y bien sea por la falta de fe de la gente o por la de ellos, nada
pudieron hacer. El Divino Maestro les
reconforta y les advierte con su sabio consejo: “Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración y el
ayuno.”
¡Ya se le complicó la existencia al
Satán! ¡Ya están operando los Apóstoles y Discípulos del Mesías!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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