Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Abril 18 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
25 DE 77
III.2.- PRIMERA MULTIPLICACIÓN DE LOS
PANES
(Mt
14, 14-21; Mc 6, 31-44; Lc 9, 10-17; Jn
6, 1-13)
“Después de
esto, se fue Jesús a la otra ribera del Mar de Galilea, el de Tiberíades, y
mucha gente le seguía porque veían los signo que realizaba en los
enfermos. Subió Jesús al monte y se
sentó allí en compañía de sus discípulos.
Estaba próxima la Pascua ,
la fiesta de los judíos.
Al levantar
Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente. Dice a Felipe: “¿Dónde nos
procuraremos panes para que coman éstos?”
Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de
pan no bastan para que cada uno tome un poco.’
Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón, Pedro: ‘Aquí
hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso
para tantos?’ Dijo Jesús: “Haced que la
gente se siente.” Había en el lugar
mucha hierba. Se sentaron, pues, los
hombres en número de unos cinco mil.
Tomó entonces
Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban
sentados, y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
“Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.” Los recogieron, pues, y llenaron doce
canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que
habían comido.”
Cada uno de los milagros de Jesús tiene
una representación muy singular. Hay los
del dominio sobre la muerte, volviendo a la vida; están los de limpieza del
alma, con la expulsión de demonios; y también los del dominio de la naturaleza,
calmando tempestades. Éste, el de la
multiplicación de los panes y los peces, es multivalente: domina la naturaleza,
atiende las necesidades primordiales del hombre y se manifiesta compasivo y
misericordioso. A veces, se llega a
pensar que este es una de los más grandes milagros del Señor; pero ni en número
lo es. Aquí son solo cinco mil hombres y
con el Endemoniado de Gerasa se
enfrenta a seis mil espíritus malignos (una legión, según le asegura el
interlocutor de los demonios), que envía a la muerte en dos mil puercos que,
arrojándolos, se ahogaron en el lago.
Sea como fuere, si mayor o menor, la
verdad es que cuando uno le pregunta a la gente común (vox populi) cuál es el milagro de Jesús que más recuerda, La
Multiplicación de
los Panes y los Peces es número uno.
Y lo es en razón natural, pues Jesús soluciona fácil con su Divinidad,
un problema que a nosotros nos cuesta mucho: el alimento; también a aquéllos
les maravilló, tanto que llegaron a pensar “Este
es el profeta que iba a venir al mundo.”, y querían proclamarlo rey. Hace poco tiempo, nada dijeron por resucitar
a la hija de Jairo; algo verdaderamente extraordinario, pues el Mesías vence a
la muerte en ese preciso momento. Y qué
decir del evento en Gerasa, en donde con solo una orden se deshace de miles de
diablos; inmediatamente después le piden que deje su ciudad y no vuela
más. Perdónanos, Señor, así somos de
torpes los hombres.
El acecho aquí está muy claro: Satanás,
sabiendo lo que quiere hacer el Mesías para manifestar su poder, (porque él
sabe lo que los hombres pensamos), le ha reunido al Señor mucha más gente de la
que le había visto junta en una sola ocasión.
Dice San Mateo (el mejor de los Apóstoles para los cálculos
matemáti-cos, pues era contador): “. . .
Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.” Así es que, esta cifra de hombres
que repiten los otros tres Evangelistas (sin hacer la aclaración de Mateo),
fácilmente podría incrementarse a veinte
mil personas si agregamos dos infantes y una mujer por cada hombre (algo
muy posible); lo cual convierte a la muchedumbre en el más grande conglomerado
de gente que haya visto a Jesucristo de una sola vez, hasta ese momento.
¡Realmente es mucha gente, más aún si
se considera que la población más grande del lugar era Cafarnaúm, y ésta solo
tenía quince mil habitantes aproximadamente, en ese tiempo! Entonces, esto quiere decir que miles de
personas de las poblaciones de la ribera del Lago de Genesaret se dieron cita
en un mismo lugar, algo que nunca había sucedido; y esto no es casual, esto es
obra de ‘alguien’ más, y ‘éste’ le quiere echar a perder el momento al Mesías.
Y Dios hecho hombre, quien también sabe
los que piensa el Demonio (porque Él es Dios y todo lo sabe), contrapone al
Satán con su Divina acción multiplicadora.
Un poco antes, el habilísimo comerciante de Betsaida, ahora Apóstol
Felipe, es probado por el Señor cuando le pregunta: “¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?” Felipe, rápidamente le contesta a Jesús lo
imposible del encargo: ‘Doscientos
denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.’
(Nada
más para que se pueda entender la contestación de Felipe, déjenme poner el
valor de la respuesta en números que se manejan ahora. El Denario era una moneda romana de oro o de
plata. Un Denario, pesaba 4.55 gramos de oro
puro. Multiplicando se tiene que, la
desmedida respuesta del de Betsaida es igual a ¡casi un kilogramo de oro; o sea, diecisiete Centenarios o bien, ocho
mil U.S. dólares! Claro está, Felipe
no lo decía por el valor intrínseco de las monedas, sino por lo descomunal de
la tarea que su Divino Maestro le estaba encargando.)
Sin embargo, ante el escepticismo de
Felipe, Andrés, quien sí entendió lo que Jesucristo estaba hablando (hay que
recordar que cuando le platica a su hermano Simón, Pedro, acerca de Jesús, se
refiere a Él diciéndole: “Hemos
encontrado al Mesías”; lo que significa que éste sí sabía quién era el
Maestro), le lleva los panes y los peces para que el Mesías, el Hijo de Dios
Vivo, realice el milagro. Fe, eso fue lo
que Andrés puso en su acción.
El mismo proceso del Demonio desde el
mismísimo Edén: sembrar la duda; opacar la veracidad a lo dicho por Dios. Felipe falló al juzgar humana-mente el deseo
del Señor; Andrés acertó, anteponiendo los Dones Divinos a las posibilidades
materiales.
Satanás no la va a tener fácil de hoy
en adelante; los discípulos de Cristo Jesús ya se están involucrando, y están
dispuestos a enfrentarlo. Esta es la
primera ocasión en que se interesan por hacer algo para la gloria de Dios y de
su amado Hijo, así continuarán y más adelante, lo harán mejor. ¡Benditos sean los Santos Apóstoles de Cristo
que con su participación iniciaron la multiplicación de lo dones del Mesías!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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