¡Alabado
sea Jesucristo!
México, D. F.,
Julio 20 del 2015.
LAS VOCACIONES CATÓLICAS
Muy estimados todos en Cristo Jesús:
Más de una vez en
nuestras vidas, mi esposa y yo hemos tenido que enfrentar este hermosísimo y
dificultoso asunto de muchas y muy variadas formas; ayer fue otro de esos días.
El tema de las Vocaciones religiosas dentro de las familias católicas,
siempre ha sido materia con tratamiento especial; conozco muy pocos padres de
familia que estén dispuestos, sin objeción alguna, a autorizar y apoyar a sus
hijos e hijas en las decisiones al respecto.
Y lo más curioso de todo es que ES OBLIGACIÓN MORAL DE LOS PADRES
CRISTIANOS, ‘APORTAR’ A LA IGLESIA CATÓLICA, LO MEJOR DE SU PROLE PARA LAS
VOCACIONES.
¿Cómo puedo decirle
a Jesucristo “Señor mío y Dios mío”, si no estoy dispuesto a que un hijo o una
hija míos, acojan el camino de la Vocación? Si no le cedo lo mejor que tengo a mi Señor, menos
aún puedo llamarle Dios; porque es absolutamente seguro que cuando Él me pida
algún sacrificio, no se lo daré. En
nuestro querido México, llevamos dos generaciones completas, sin promover en la familia las
Vocaciones a la vida Religiosa o Consagrada. . . y a pesar de ello, las
Vocaciones Mexicanas son numerosas.
Imagínense cuántas más serían si estuviésemos dispuestos a participar ‘en
carne propia’ con el apoyo a la Iglesia con lo mejor que tenemos: nuestras
hijas e hijos.
Miles de Vocaciones
Religiosas de Europa vinieron a Nueva España (hoy México), para evangelizar a nuestros
antepasados; durante 300 años (1524 – 1824) llegaron anualmente cientos de jóvenes y señoritas (sacerdotes, monjes y monjas, así como diáconos y
consagrados) deseosos de Evangelizar en la Fe Cristiana a los naturales de estas
vastísimas y hermosas tierras. Muchos de
ellos estuvieron dispuestos a dejar su vida por Cristo, con tal de lograr el
objetivo de Evangelización.
Nosotros íbamos a
responder bien, estoy seguro, pero se atravesaron algunos paladines del demonio
que impidieron esa loable labor. De 1856
a 1926, no solo no apoyamos la generación de Vocaciones Religiosas, sino que
hasta las combatimos a muerte. Y
entonces fue muy cómodo decir: “Que se haga la
voluntad de Dios, en las mulas de mi compadre.” Y allí nos hemos quedado,
mediocres, egoístas y convenencieros; de otra forma, serían miles las
vocaciones anuales que daría nuestro País.
Somos 120 millones
de mexicanos, 90% somos católicos; hay más de 20 millones de familias católicas
mexicanas; si estuviésemos dispuestos a colaborar con Cristo y Su Iglesia en la
Evangelización del Mundo, podríamos aportar cientos de miles de candidatos a
tan apremiante encomienda.
Creo que es urgente
que, tan imperiosa necesidad, sea acogida por todos con lo más sincero de nuestro
amor a Dios: atender o dejar que se atienda –otorgando además el apoyo
necesario– el ‘llamado del Señor’ a una Vocación. Ni México ni el Mundo, están como para que
sigamos con nuestro cómodo egoísmo, respecto de las Vocaciones Religiosas en nuestra
Santa Madre Iglesia Católica. Tenemos que participar TODOS Y PRONTO.
Orar sirve, oremos
por México.
De todos ustedes,
con afecto en Cristo.
Antonio Garelli
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De Milagros y Diosidencias.
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
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