¡Venga Tu Reino!
Mayo 31 del
2013.
EL
CRIADO DEL CENTURIÓN
Muy estimados en Jesucristo:
El Pasaje Evangélico
que consideraremos hoy, lo repiten Mateo y Lucas; Marcos, por falta de los
datos a recibirse de San Pedro, no lo narra. (No me puedo imaginar a Simón
Pedro, escribiendo algo que pueda ‘beneficiar’ a un Centurión Romano; nunca los
quiso, el recio galileo era muy chauvinista; muy apegado a lo de su pueblo y
muy contrario a lo extranjero.) Juan narra una situación muy parecida, pero no
es lo mismo. La consideraremos en otra ocasión.
° ° °
Al oír esto
Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: “Os aseguro que en Israel no
he encontrado en nadie una Fe tan grande.
Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la
mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; mientras que los
hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera, allí será el llanto y
el rechinar de dientes.” Y dijo Jesús al Centurión: “Anda, que te suceda como
has creído.” Y en aquella hora sanó el criado.”
Evangelios según San Mateo y San Lucas
(Mt 8, 5-13); (Lc 7, 1-10)
Fe, solo eso se
necesita para que el Milagro se logre; porque la Fe conmueve hasta al mismísimo
Dios. Pero no es la Fe lo que quiero
resaltar ahora; eso siempre se lo hemos oído a nuestros amados predicadores en
este pasaje. Ahora quiero que nos
fijemos en la Profecía que nuestro Señor Jesucristo sentencia, habiéndose
percatado de la grande Fe del Centurión:
“. . . Y os
digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con
Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; mientras que los hijos del
Reino serán echados a las tinieblas de fuera, allí será el llanto y el rechinar
de dientes.”
Al oriente de
Jerusalén, lugar en donde Cristo está dando la profecía, hay muy importantes
naciones en el tiempo de Jesús: Mesopotamia, Persia y el subcontinente Indio;
son algunas de ellas. Al occidente, está
la gran diversidad de naciones gobernadas por el Imperio Romano, desde Siria y
Egipto en el Levante, hasta Hispania y Mauritania en el Poniente. Toda esta gente, en menos de 50 años a partir
de ese momento, conocerá el Evangelio de Jesucristo, y muchos de ellos vivirán
su Fe en Dios.
Pero la frase “. . . se pondrán a la mesa con Abraham,
Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos. . .”, quiere decir que estos tres,
habiendo sido resucitados y llevados al Cielo, esperarán la llegada de todas
estas gentes, que, sin ser judíos o descendientes de ellos (que es lo que
significa “los hijos del Reino”),
disfrutarán de las Promesas que Cristo Jesús predica.
Yo no sé si ustedes
se den por aludidos, pero Jesucristo está hablando de nosotros; la gente del
Oriente y el Poniente de Jerusalén, son gentiles, todos. Y casualmente ha hablado así, delante de un
romano, luego entonces gentil, que le ha mostrado su gran Fe en Él. No es necesario que Tú vayas, le ha dicho,
basta con que los digas. Y esa confianza
abrumadora (que es lo que producen juntas, la Fe y la Esperanza), es lo que
hace a Jesucristo plasmarnos en el Evangelio; sí, a nosotros, “. . .la gente de Oriente y Occidente. . .”
A mí siempre me han
llenado de alegría esas ‘insinuaciones’ del Señor hacia nuestras personas; hay
varias, pero la más contundente es aquella que le dice Cristo Resucitado a
Santo Tomás: “. . . Porque me has visto,
has creído. Dichosos los que no han
visto y han creído.”; esos somos nosotros, los que no vimos aquello que
sucedió y creemos en las Promesas. Esa
es la Fe que hasta a Dios conmueve.
Yo no tengo nada
contra los judíos, pero como decía mi amado Confesor, el Padre Pérez Alonso,
S.J.: “Pobres de ellos, me dan pena. Son
paisanos de nuestro Señor, le conocen bien; y por no creer en Él, no se
salvarán.” Sí, así es, “. . . serán echados a las tinieblas de fuera, allí será el llanto
y el rechinar de dientes.” Pero no
solo de judíos, sino de todo aquél que, habiendo recibido el Don de la Fe, no
cree en la salvación lograda por Cristo Jesús para nosotros.
La Fe y la Esperanza
mostradas por el Centurión, deben ser para nosotros ejemplo de salvación. Cedernos
en esa medida, entregarnos en esas circunstancias es lo que hace posible que,
con el único Don Divino que queda por usarse en estos ejemplos, El Amor,
simplemente nos dispongamos a recibir lo que hayamos pedido y a ejecutarlo de
la mejor forma con nuestros hermanos.
Que diga Jesús por nosotros, esas mismas palabras que dijo por el
Centurión Romano: “Os aseguro que
en Israel no he encontrado en nadie una Fe tan grande.”
Suyo afectísimo
Antonio Garelli
De Milagros y Diosidencias. – Solo por el gusto de proclamar
El Evangelio.
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