“¡Señor,
auméntanos la Fe
Domine, adauge nobis
fidem
Riviera
Maya, México, Julio 22 del 2020.
MÍSTICA
Por: Lilia Garelli
“…De modo que, si
alguno está en Cristo,
nueva
criatura {es};
las cosas viejas
pasaron; he aquí, son hechas nuevas .…”
San
Pablo (2 Cor 5, 17)
VIENDO EL LADO POSITIVO
DE LAS COSAS
Muy
estimados en Cristo:
Tratando de hacer una evaluación positiva de lo que ha
vivido la humanidad a lo largo de estos primeros siete meses del año 2020,
consideré interesante ver solamente lo que ha resultado positivo del vernos
forzados al confinamiento, ¿por qué no?, verlo desde el punto de vista con el
que lo vería Jesucristo, tal cual
como Él nos lo enseñó ― “… yo hago nuevas
todas las cosas…” (Apocalipsis 21, 5), estas palabras que suscitan
esperanza y renovación de un hacer antiguo, caducado; a un hacer nuevo, limpio,
lleno de luz y esperanza en un cambio que logre hacerlo mejor; “… Luego vi un cielo nuevo y una tierra
nueva…” (Apocalipsis 21, 1) nos
invitan a renovarnos y ahora sí de forma clara y concreta, ya que con estos
meses de encierro, nuestras vidas han tenido que cambiar y en muchos de esos
cambios el resultado seguramente será positivo.
A continuación, me gustaría expresar algunos de esos
cambios reales en las relaciones familiares al interior de nuestro hogar como
consecuencia de “quedarnos en casa”:
-
Reencuentro entre esposo y esposa: Tener el
tiempo para conocer mejor sus gustos y anhelos, (quizá olvidados) seguramente
ha servido para renovar esa relación matrimonial. Consentirse, comer juntos nuevamente, tener
tiempo de recordar mil y una anécdotas del pasado, tener menos stress
ocasionado por el ritmo acelerado del trabajo y los retos que todo ello trae,
ha permitido que esa pareja se reencuentre en situaciones de la vida que ya se
habían enfriado y en algún momento, perdido por discusiones y malentendidos
generados por la ansiedad y el cansancio.
-
Renovación de la relación familiar entre padres e hijos: El tiempo
dedicado a ellos ha sido la clave para hacer nuevas las cosas, si lo has sabido
llevar con ellos, ayudándolos a hacer un horario de actividades en el que se
incluyeran estudio, juego en familia, ejercicio juntos, quizá pudieron cocinar
algo juntos y disfrutaron de ello. Ahora
seguramente son más cariñosos y obedientes porque no hay nada mejor que la
formación equilibrada que pudieran haberles dado los padres de familia. El papá ahora sí ha podido convivir con sus
hijos, los ha visto crecer y ha compartido las ¡hazañas! logradas por ellos. En
estos meses quizá, ha sido posible platicar con sus hijos adolescentes y
conocer sus inquietudes y planes para el futuro.
-
Iglesia doméstica ¡una realidad!:
Efectivamente se cerraron las Iglesias por la pandemia, pero en cada hogar “se abrió una Iglesia”. Gracias a las redes sociales fue posible que
cada Párroco, Obispo, e inclusive el mismo Papa Francisco a través de Facebook,
o los medios de comunicación del Vaticano, hicieran posible la transmisión
tanto en vivo como en video de todas las celebraciones Eucarísticas; de esta
manera, a pesar de no poder recibir el Sacramento de la Eucaristía, sí fue
posible hacer oración, Rosarios, Adoración al Santísimo, todas las
celebraciones de la Semana Santa y cada una de las Misas y Cursos o Catequesis
impartidas por los incansables Presbíteros, Obispos, Cardenales y Vicario de
Cristo en el horario que te fuere posible.
A todas las familias, parejas,
ancianos y enfermos nos fue posible hacer de nuestro hogar una Iglesia
Doméstica, de las cuales se han desprendido cantidad de “cosas buenas” como el deseo de acercarse a Dios, de conocerlo más;
conversiones de personas que estaban alejadas de Dios, unión de matrimonios en
renovaciones matrimoniales que les ayudaron a recordar sus votos matrimoniales
y seguir luchando por ellos. ¡La Familia ha orado junta de nuevo! – y
todo ello ha sido posible porque “Dios
está con quien ora fervorosamente” – porque “Dios está donde oran dos o más en su nombre”.
-
Valorar lo que es realmente importante: Ante las
cosas sencillas de la vida, ¡qué importante es valorar todo lo que nos da Dios!
Junto con nuestros seres queridos, rezar, convivir, reír, jugar, ver fotos y
recordar ¡esos momentos inolvidables!, a lo largo de tantos días seguramente
aparecieron cumpleaños, aniversarios de boda, ¡aquel primer día en que…! La
unión, el amor, el perdón, la paz entre todos ―al final de todo ― ¡eso será lo realmente importante!
-
Cuidando la salud de alma y cuerpo: Esta
contingencia nos ha ayudado a valorar también la salud, como es natural el
cuidar no enfermarse es un punto vital para seguir adelante, y también lograr
la salud del alma, a través de la reflexión, la conversión de las faltas
conociéndose mejor a nosotros mismos, la oración y el deseo de luchar por ser
mejores personas. Alimentándose de forma más saludable y en los tiempos y las
cantidades correctas ayudan a una mejor nutrición y a evitar otras
enfermedades.
-
Valorando el trabajo escolar: Sin lugar a
duda el tener a los hijos en casa, nos ha llevado a reconocer el trabajo de sus
maestros, ya que seguramente han tenido alguna actividad escolar durante estos
meses y los padres de familia en casa, han podido constatar el esfuerzo que han
hecho las instituciones educativas por proveer lecciones en línea en donde sus
docentes han entrado en la educación a distancia por medio de internet, medio
maravilloso cuando es bien usado.
-
Aprovechando los recursos materiales y tecnológicos: Ahora “si”
que se han aprovechado todos los recursos en el hogar, los alimentos con nuevas
recetas y creatividad, los espacios del hogar con otras combinaciones en la
colocación de muebles y cuadros y en los espacios de trabajo, ideando nuevas
formas de comunicación; las redes sociales nos han permitido llamar a nuestros
seres queridos y no se digan las posibilidades de continuar el trabajo por
estos medios.
-
Haciendo nuevas todas las cosas: Así es como
Jesucristo nos invita a hacer nuevas todas las cosas, donde el ánimo se renueve,
se vigorice positivamente y se busque mejorar en todo. Cristo nos ha invitado a la conversión, a ser
ese hombre y mujer nueva que nos da el sentido de renovación, dejando atrás el
pecado y proponerse iniciar de nuevo, con un corazón limpio y vigoroso para
seguir adelante.
“…
despojaos, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo
que se corrompe siguiendo la seducción de las
concupiscencias,
renovad el espíritu de vuestra mente, y revestíos del
Hombre
Nuevo, creado según Dios,
en la justicia y santidad de la verdad…”
(Ef 4,
22-24)
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Afectísima en Jesucristo,
Lilia
Garelli
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