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viernes, 24 de julio de 2020

EL CREDO, SÍMBOLO DE LA IGLESIA - JESUCRISTO NUESTRA JUSTIFICACIÓN.


“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem


Riviera Maya, México; Julio 24 del 2020.


Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006


CREO EN UN SOLO DIOS…
CREO EN UN SOLO SEÑOR JESUCRISTO…

C) LOS HOMBRES SERÁN JUZGADOS
SEGÚN SUS OBRAS (2)

Feliz quien día y noche no se deja oprimir por otra preocupación que la de saber dar cuenta –sin angustia alguna– de la propia vida en aquel gran día, en el que todas las criaturas se presentarán ante el Juez para darle cuenta de sus acciones.  Pues, quien tiene siempre ante la vista aquel día y aquella hora, ése no pecará jamás.

¡La falta del temor de Dios es causa de que pequemos! Acuérdate, pues, siempre de Dios, conserva en tu corazón su temor e invita a todos a unirse a tu plegaria.  Es grande la ayuda de quienes pueden aplacar a Dios. 

Mientras vivimos en esta carne, la oración nos será una preciosa ayuda, siéndonos viático para la vida eterna. Y también, así como es buena la soledad; en cambio, el desánimo, la falta de confianza o desesperar de la propia salvación es lo más pernicioso para el alma.

¡Confía, pues, en la bondad del Señor y espera su recompensa! Y esto, sabiendo que si nos convertimos sinceramente a Él, no solo no nos rechazará para siempre, sino que, encontrándonos aún pronunciando las palabras de la oración, nos dirá; “¡Heme aquí!” (Is 58,9)”
San Basilio
Epístola

Por otra parte, la espera de la venida de Jesucristo, como juez de vivos y muertos, es una llamada a la vigilancia, a la conversión diaria a Él, a su seguimiento. ‘La puerta de las bodas’ se cierra para quien no espera vigilante, con las lámparas encendidas, al novio que llega a media noche.

D) JESUCRISTO, JUEZ QUE JUSTIFICA

En el umbral del Evangelio, Juan Bautista invoca el juicio de Dios, apremiándoles a la conversión.  Con la aparición de Jesús en el mundo, quedan inaugurados los últimos tiempos, actualizándose el juicio escatológico, aunque todavía haya que aguardar su retorno glorioso para verlo realizado en su plenitud.

En realidad ‘todos somos culpables ante Dios.” (Rm 3, 10-20)  Desde la entrada del pecado en el mundo, por nuestro padre Adán, se pronunció el veredicto de condena contra todos los hombres. Nadie podía escapar a esta condena por sus méritos. Pero cuando Jesús murió por nuestros pecados, Dios destruyó el acta de condenación, clavándola en la cruz.

A quien no conoció el pecado lo hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en Él.” (2Co 5,21); “condenó el pecado en la carne de Cristo, a fin de que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros según el espíritu.” (Rm 8,3-4) Así, Cristo “nos rescató de la maldición de la Ley haciéndose Él maldición por nosotros.” (Ga 3,13)

Para quienes confían en Jesucristo, el juicio será, o mejor lo es ya, un juicio de gracia y misericordia. Él es nuestra justificación: “al que cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le aprecia como justicia.” (Rm 4,5); “porque el fin de la Ley es Cristo para justificación de todo creyente.” (Rm 10,4)  Por ello, nuestra profesión de fe en Jesucristo “como juez de vivos y muertos” es Buena Nueva y expresión de la esperanza cristiana.

En Cristo se nos ha revelado la justicia de Dios, no la que castiga, sino la que justifica y salva.  Para los creyentes no hay ya condenación, pues, si Dios los justifica, ¿quién los condenará?  La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo Jesús es nuestra Justificación.


v v v


Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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