Sagrado
Corazón de Jesús,
en ti
confío
Riviera
Maya, México; Mayo 15 del 2020.
Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006
CREO
EN DIOS…
CREO
EN JESUCRISTO…
B)
Y AL TERCER DÍA RESUCITÓ
DE
ENTRE LOS MUERTOS
Cristo,
que descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos. Es la confesión de la Iglesia
desde sus comienzos, según la fórmula que San Pablo recuerda a los Corintios:
“Cristo murió por nuestros pecados,
según las Escrituras.
Y fue sepultado.
Resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
y se apareció a Pedro, y más tarde a los Doce.”
(1Co 15, 3-5)
Ya
el Evangelio de San Lucas se recoge la aclamación litúrgica de la primera
comunidad: “Verdaderamente ha resucitado
el Señor y se ha aparecido a Simón.” (Lc 24, 34). Es la Buena Nueva que alegra a quienes antes
lloraron su muerte, o mejor, sus pecados (Lc 23,28), así como exultante
comienza San Cirilo su Catequesis XIV:
“¡Alégrate, Jerusalén, y reuníos todos los que amáis
a Jesús, porque ha resucitado! ¡Alegraos todos los que antes llorasteis al oír
el relato de los insultos y ultrajes de los judíos, porque resucitó el que fue
ultrajado! Como al oír hablar de la cruz os entristecía, os regocije ahora la
Buena Nueva de la resurrección, tras la cual el mismo Resucitado dijo:
“¡Alegraos!” Ha resucitado el muerto “libre de los
muertos” y Libertador de los
muertos. Quien con paciencia llevó la
ignominiosa corona de espinas ha resucitado, ciñéndose la diadema de la
victoria sobre la muerte”
San
Cirilo de Jerusalén.
La
resurrección de Jesús de entre los muertos, expresada en la fórmula pasiva “fue
resucitado”, es obra de la acción misteriosa de Dios Padre, que no deja a Su
Hijo abandonado en la corrupción del sepulcro, sino que lo levanta y exalta a
la Gloria, sentándolo a su derecha.
Cristo,
por su resurrección no volvió a su vida eterna anterior, como lo hizo el hijo
de la viuda de Naín, o la hija de Jairo, o el mismísimo Lázaro. Cristo resucitó a la vida definitiva, a la
vida que está más allá de la muerte, fuera, pues, de la posibilidad de volver a
morir. En sus apariciones se muestra
como el
mismo que vivió, comió y habló con sus Apóstoles; el mismo que fue crucificado, murió y fue sepultado, pero no
lo mismo.
Por
eso no le reconocen hasta que Él mismo les hace ver; sólo cuando Él les abre
los ojos y mueve el corazón, le reconocen.
En el resucitado descubren la identidad del crucificado y,
simultáneamente, su transformación. No es
un muerto que ha vuelto a la vida anterior; está en nuestro mundo de forma que
se deja ver y tocar, pero pertenece ya a otro mundo, por lo que no es posible
asirle y retenerle.
La
Fe en Cristo Resucitado no nació del corazón de los discípulos. Ellos no pudieron inventarse la
resurrección. Es el Resucitado quien les
busca, quien les sale al encuentro, quien rompe el miedo y atraviesa las
puertas cerradas. La Fe en la
Resurrección de Cristo les vino a los Apóstoles y Discípulos de fuera y contra
sus dudas y desesperanza.
“El argumento claro y evidente de la
Resurrección de Cristo es el de la vida de sus discípulos, “entregados a
una doctrina” que humanamente ponía en
riesgo de muerte su vida. Una doctrina
que, de haber inventado ellos la Resurrección de Jesús de entre los muertos, no
habrían enseñado con tanta energía. A lo
que añadir que, conforme a ella, no solo prepararon a otros a despreciar la muerte, sino que lo
hicieron ellos los primeros.”
Orígenes Adamantius
Esta
situación nueva que viven los Apóstoles con el Resucitado, es idéntica a la
nuestra. No lo vemos como en el tiempo
de vida mortal. Solo se le ve en el
ámbito de la Fe; los Apóstoles entonces, y nosotros, ahora.
Cristo
con la Escritura, enciende el corazón de los caminantes y al partir el pan,
abre los ojos para reconocerlo, como a los Discípulos de Emaús. Y la vida extraordinaria de sus discípulos
testimonia su resurrección, así, como lo repite y escribe San Atanasio:
“Que la muerte fue destruida y la cruz es una
victoria sobre ella, que aquélla no tiene ya fuerza, sino que está ya realmente
muerta, lo prueba un testimonio evidente: ¡Todos los Discípulos de Cristo
desprecian la muerte y marchan hacia ella sin temerla, pisándola como a un
muerto gracias al signo de la cruz y a la Fe en Cristo!
En otro tiempo la muerte era espantosa incluso para
los mismos santos, llorando todos a sus muertos como destinados a la
corrupción. Después que El Salvador
resucitó su cuerpo, la muerte ya no es temible: ¡Todos los que creen en Cristo
la pisan como si fuese nada, y prefieren morir antes que renegar de la Fe en
Cristo!
Así se hacen testigos de la victoria conseguida por
El Salvador, mediante su resurrección… Dando testimonio de Cristo, se burlan de
la muerte y la insultan con las palabras: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?
¿Dónde está, oh infierno, tu aguijón?”
Todo esto prueba que la muerte ha sido anulada y que
sobre ella triunfó la Cruz del Señor. ¡Cristo, el Salvador de todos y la
verdadera Vida, resucitó su cuerpo, en adelante inmortal!
+ + +
Orar sirve, es bueno
para nuestra alma y nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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por el gusto de proclamar El Evangelio.
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