Sagrado
Corazón de Jesús,
en ti
confío
Riviera
Maya, México; Mayo 8 del 2020.
Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006
CREO
EN DIOS…
CREO
EN JESUCRISTO…
A)
DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS (3)
En
consecuencia, el artículo de fe sobre el descenso de Jesús al reino de la
muerte es un mensaje de salvación. En él
confesamos que Jesús penetró en el vacío de la muerte para romper sus
lazos. La muerte de Cristo fue la muerte
de la muerte y la victoria pascual de la vida.
Es lo que fue a anunciar a los infiernos, como comenta San Ireneo, uno
de los Padres de la Iglesia:
“El Señor descendió a los lugares inferiores de la
tierra para anunciar el perdón de los pecados a cuantos creen en Él. Ahora bien, creyeron en Él cuantos antes ya
esperaban en Él, es decir, quienes habían pronunciado su venida y cooperado a
sus designios salvíficos: los justos, los Profetas y los Patriarcas. Como a nosotros, también a ellos les perdonó
los pecados, no debiendo por tanto reprocharles nada, para “no anular la Gracia
de Dios.” En efecto, el Señor se acordó
de sus muertos, de los que previamente dormían en la tierra del sepulcro, descendiendo
hasta ellos para liberarlos y salvarlos.”
La
Liturgia de las Horas para el Sábado Santo, recoge estas bellísimas palabras de
consternación y meditación:
¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve
la tierra; un gran silencio y una gran soledad.
El gran silencio es porque el Rey duerme. La tierra está sobrecogida, porque Dios se ha
dormido y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios hecho hombre ha muerto y ha conmovido la
región de los muertos.
En primer lugar, va a buscar a nuestro primer padre,
como oveja perdida. Quiere visitar a
“los que yacen en las tinieblas y en las sombras de la muerte.” Él, Dios e Hijo
de Dios, va a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a
Eva, que está cautiva con él.
El Señor se acerca a ellos, llevando en sus manos el
arma victoriosa de la Cruz. Al verlo,
Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho de estupor, exclama,
dirigiéndose a todos: “Mi Señor esté con vosotros.” Y Cristo responde a Adán: “Y con tu
espíritu.” Y tomándolo de la mano, lo
levanta, diciéndole:
““Despierta, tú que duermes, levántate de entre los
muertos y Cristo será tu luz.” Yo soy tu
Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho hijo
tuyo. Y ahora te digo que tengo poder de
anunciar a todos los que están encadenados: “¡Salid!” y a los que están en
tinieblas: “¡Sed iluminados!”, y a los que duermen: “¡Levantaos!”
“Y a ti te mando: “¡Despierta, tú que duermes!,
pues, no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo. ¡Levántate de entre
los muertos! Pues yo soy la vida de los que han muerto. ¡Levántate obra de mis
manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza! ¡Levántate, salgamos de
aquí, porque tú en mí y yo en ti formamos una e indivisible persona!
“Por ti, Yo tu Dios, me he hecho hijo tuyo. Por ti, Yo tu Dios, me revestí de la
condición de siervo; por ti, Yo, que estoy por encima de los cielos, vine a la
tierra y aún bajo tierra.
Por ti, hombre, me hice hombre, semejante a un
inválido que tiene su lecho entre los muertos; por ti que fuiste expulsado del
huerto del Paraíso, fui entregado a los judíos en el huerto y sepultado en un
huerto.
“Mira los salivazos de mi cara, que recibí por ti, para
restituirte tu primer aliento de vida que inspiré en tu rostro.
Contempla los golpes de mis mejillas, que soporté
para reformar, según mi imagen, tu imagen deformada.
“Mira los azotes de mi espalda, que acepté para
librarte del peso de tus pecados, cargado sobre tus espaldas.
Contempla los clavos que me sujetaron fuertemente a
la cruz, pues los acepté por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una
de tus manos al árbol prohibido.
“Me dormí en la cruz y la lanza penetró mi costado,
por ti, que en el Paraíso dormiste y de tu costado salió Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño de la muerte. Mi lanza ha eliminado la espada de fuego que
se alzaba contra ti.
“¡Levántate, salgamos de aquí! El enemigo te hizo salir
del Paraíso; yo en cambio, te coloco no ya en el Paraíso, sino en el trono
celestial! Te prohibí que comieras “del
árbol de la vida”, símbolo del árbol verdadero. ¡Yo soy el verdadero árbol de
la vida y estoy unido a ti! Coloqué un
querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que los ángeles,
reconociendo tu dignidad, te sirvan.
“Tienes preparado un trono de querubines, están
dispuestos los mensajeros, construido el tálamo, preparado el banquete,
adornados los eternos tabernáculos y mansiones; a tu disposición está el tesoro
de todos los bienes, y desde toda la eternidad, preparado el Reino de los
Cielos.”
De
este modo Cristo es el “primogénito de
entre los muertos”, pues estuvo “muerto
pero ahora está vivo por los siglos” tras haber resucitado, teniendo “las llaves de la muerte y del Hades.” Pues “Cristo murió y volvió a la vida para
ser el Señor de los muertos y de los vivos.”
Cristo es Señor de toda la realidad de muerte; vencedor y liberador de
toda situación de infierno.
+ + +
+ + +
Orar sirve, es bueno
para nuestra alma y nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
También me puedes seguir en:
Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario