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martes, 18 de febrero de 2020

MÍSTICA - LILIA GARELLI - Mujer (16) PACIENTE Y RESILIENTE

“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem


Riviera Maya, México, Febrero 19 del 2020.

M Í S T I C A
Por: Lilia Garelli

“… Yahvé da firmeza a los pasos del hombre,
se complace en su camino,
aunque caiga, no queda tirado,
pues Yahvé lo sostiene con la mano.”
Salmos 37, 23-24



MUJER (16)
PACIENTE Y RESILIENTE (1)

Muy estimados en Cristo:

A lo largo de varios meses, para ser precisa desde el 30 de octubre de 2019  –17 semanas– he venido distinguiendo las diversas cualidades humanas y espirituales de la mujer, como miembro esencial de esa pareja y de esa familia, núcleo de la sociedad, siempre con el fin de recordar la misión inicial por la que fuimos creadas por Dios.  Debido a la naturaleza caída, cada una de ellas ha tenido que renacer con todo el bien con el que fue imaginada y creada por Su Creador.

Al analizar cada uno de los atributos de la mujer, pretendí que se considerara como una realidad el tenerlo o en su caso, luchar por obtenerlo, buscando ser mejor persona que antes. Suele suceder que nosotros mismas no nos damos cuenta de los talentos que podemos tener y cuando reflexionamos, podemos descubrir que quizá estaba ya olvidado o tan escondido en mi inconsciente por no ejercitarlo, que se había perdido y por lo tanto nos sentimos incapaces, inseguras, desanimadas en cuanto a poder desarrollar alguno.

Es por ello necesario que nos mantengamos activas en la oración y la meditación de los Evangelios o algún otro escrito espiritual que nos ayude a salir de un posible activismo que nulifica la gracia; o bien que nos oriente sobre nuevas formas de identificarlos y practicarlos.

Recientemente he leído un libro del P. Jacques Philippe, “La libertad Interior” y me gustaría compartirles estas frases que nos ilustran muy bien: “… reanimar la esperanza, en reencontrar una nueva confianza en lo que Dios, por grande que sea nuestra miseria, puede hacer por nosotros y en lo que nosotros podemos realizar con la ayuda de la gracia…”

Todas y cada una de las cualidades mencionadas a lo largo de estas semanas son fruto de la fe, esperanza y caridad, bien dice el P. Jacques Philippe, en el mismo texto: “…Las tres virtudes teologales no se pueden separar; ninguna de ellas es capaz de existir realmente sin las otras…”  “…La fe y la esperanza son provisionales, sólo para este mundo, y enseguida pasarán:  en el cielo, la fe será reemplazada por la visión, la esperanza por la posesión; sólo el amor no pasará jamás: nada reemplazará a la caridad porque ésta es el fin…”  

Recordando el Himno a la Caridad en su última parte dice:  “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres.  Pero la mayor de todas ellas es la caridad…” (1Cor. 13,13).

Considerando lo anterior, en este escrito consideraremos las dos últimas características que pueden identificarse en la mujer, y ellas son la paciencia ante las incertidumbres de la vida, y la resiliencia con la que se puede afrontar con éxito la adversidad, el trauma, la tragedia que se vive en algún momento de la vida.

Bien podríamos decir que estas dos virtudes se podrán aprender y ejercitar principalmente por la fe, ya que el alma humilde se une a Dios en terribles momentos de amenaza o circunstancias de graves sentimientos de stress, ansiedad o incertidumbre.  Unida con la fe, aparece la virtud teologal de la esperanza, porque mientras hay esperanza hay amor, y si hay amor –hay deseos de seguir luchando – Por ello la mujer puede ser paciente y resiliente, cuando:

-         Se ha quedado huérfana,
-         Ha muerto un ser muy querido,
-         Ha sufrido una grave enfermedad, acoso, abuso o maltrato,
-         La ha dejado su marido y ha quedado como madre soltera,
-         Ha quedado lisiada por un accidente, y debe seguir viviendo así,
-         Ha tenido ella sola que sacar adelante a sus hijos,
-         Ha superado una crisis económica,
-         Ha vivido con algún familiar vicioso,
-         Ha sido víctima de alguna acusación injusta,
-         Se ha quedado viuda,
-         Ha sabido perdonar, y perdonarse a sí misma,
-         Se ha reconocido pecadora,
-         Le ha cambiado la vida de un momento a otro,
-         Ha quedado dependiente por su edad avanzada.

Ante esto y muchas otras situaciones no mencionadas anteriormente, surgen los momentos de ejercitar estas virtudes que permiten a la mujer no tan solo superarlas sino enseñar a otros, por lo que mencionaré algunas estrategias:

-         Ora con fervor, aceptando la Voluntad de Dios,
-         Mantén la esperanza porque es como una fuente que renueva y purifica
-         Un alma humilde, encuentra en la oración otras respuestas,
-         No dejes de relacionarte con otras personas, esto brinda apoyo social y fortalece la resiliencia,
-         Ayuda a otros que se encuentran en peores situaciones que tú
-         Asegúrate en tener momentos de descanso y esparcimiento esto ayuda a encontrar la paz interior,
-         Lee y fórmate así encontrarás nuevas estrategias de entrega de ti misma,
-         Fíjate metas razonables y avanza --paso a paso – pero firmemente,
-         Reconoce cuando haz superado una dificultad ello te dará seguridad y fuerza para seguir adelante,
-         Acepta que los cambios son parte de la vida peregrina y que nos espera la plenitud de la vida eterna.

La Iglesia ora para que todas las mujeres se hallen de nuevo a sí mismas en este misterio y hallen su “vocación suprema”.
San Juan Pablo II – Mulieris Dignitatem

“Tened paciencia hasta la venida del Señor.
 Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra,
 aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”
Santiago 5,7

Afectísima en Jesucristo,


Lilia Garelli


(1) Resiliencia – Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o una situación adversa (RAE)



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