“¡Señor,
auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis
fidem
Riviera
Maya, México, Febrero 19 del 2020.
M Í S T I C A
Por: Lilia Garelli
“… Yahvé da firmeza a
los pasos del hombre,
se complace en su
camino,
aunque caiga, no queda tirado,
pues Yahvé lo sostiene
con la mano.”
Salmos
37, 23-24
MUJER (16)
PACIENTE Y RESILIENTE (1)
Muy
estimados en Cristo:
A lo largo de varios meses, para ser precisa desde el 30 de
octubre de 2019 –17 semanas– he venido
distinguiendo las diversas cualidades humanas
y espirituales de la mujer, como miembro esencial de esa
pareja y de esa familia, núcleo de la sociedad, siempre con el fin de recordar la
misión inicial por la que fuimos creadas por Dios. Debido a la naturaleza caída, cada una de
ellas ha tenido que renacer con todo el bien con el que fue imaginada y creada
por Su Creador.
Al analizar cada uno de los atributos de la mujer, pretendí que se considerara como
una realidad el tenerlo o en su caso, luchar por obtenerlo, buscando ser mejor
persona que antes. Suele suceder que nosotros mismas no nos damos cuenta de los
talentos que podemos tener y cuando reflexionamos, podemos descubrir que quizá estaba
ya olvidado o tan escondido en mi inconsciente por no ejercitarlo, que se había
perdido y por lo tanto nos sentimos incapaces, inseguras, desanimadas en cuanto
a poder desarrollar alguno.
Es por ello necesario que nos mantengamos activas en la
oración y la meditación de los Evangelios o algún otro escrito espiritual que
nos ayude a salir de un posible activismo que nulifica la gracia; o bien que
nos oriente sobre nuevas formas de identificarlos y practicarlos.
Recientemente he leído un libro del P. Jacques Philippe, “La libertad Interior” y me gustaría
compartirles estas frases que nos ilustran muy bien: “…
reanimar la esperanza, en reencontrar una nueva confianza en lo que Dios, por
grande que sea nuestra miseria, puede hacer por nosotros y en lo que nosotros
podemos realizar con la ayuda de la gracia…”
Todas y cada una de las cualidades mencionadas a lo largo de
estas semanas son fruto de la fe, esperanza y caridad, bien
dice el P. Jacques Philippe, en el mismo texto: “…Las
tres virtudes teologales no se pueden separar; ninguna de ellas es capaz de
existir realmente sin las otras…” “…La
fe y la esperanza son provisionales, sólo para este mundo, y enseguida
pasarán: en el cielo, la fe será
reemplazada por la visión, la esperanza por la posesión; sólo el amor no pasará
jamás: nada reemplazará a la caridad porque ésta es el fin…”
Recordando el Himno a la Caridad en su última parte dice: “Ahora
subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad…” (1Cor.
13,13).
Considerando lo anterior, en este escrito consideraremos las
dos últimas características que pueden identificarse en la mujer, y ellas son la paciencia
ante las incertidumbres de la vida, y la resiliencia con la que se puede afrontar con éxito la adversidad,
el trauma, la tragedia que se vive en algún momento de la vida.
Bien podríamos decir que estas dos virtudes se podrán
aprender y ejercitar principalmente por la fe, ya que el alma humilde se une a
Dios en terribles momentos de amenaza o circunstancias de graves sentimientos
de stress, ansiedad o incertidumbre.
Unida con la fe, aparece la virtud teologal de la esperanza, porque
mientras hay esperanza hay amor, y si hay amor –hay deseos de seguir luchando –
Por ello la mujer puede ser paciente y
resiliente, cuando:
-
Se ha quedado huérfana,
-
Ha muerto un ser muy querido,
-
Ha sufrido una grave enfermedad, acoso, abuso o maltrato,
-
La ha dejado su marido y ha quedado como madre soltera,
-
Ha quedado lisiada por un accidente, y debe seguir viviendo
así,
-
Ha tenido ella sola que sacar adelante a sus hijos,
-
Ha superado una crisis económica,
-
Ha vivido con algún familiar vicioso,
-
Ha sido víctima de alguna acusación injusta,
-
Se ha quedado viuda,
-
Ha sabido perdonar, y perdonarse a sí misma,
-
Se ha reconocido pecadora,
-
Le ha cambiado la vida de un momento a otro,
-
Ha quedado dependiente por su edad avanzada.
Ante esto y muchas otras situaciones no mencionadas
anteriormente, surgen los momentos de ejercitar estas virtudes que permiten a
la mujer no tan solo superarlas sino enseñar a otros, por lo que mencionaré
algunas estrategias:
-
Ora
con fervor, aceptando la Voluntad de Dios,
-
Mantén
la esperanza porque es como una fuente que renueva y purifica
-
Un
alma humilde, encuentra en la
oración otras respuestas,
-
No
dejes de relacionarte con otras personas, esto brinda apoyo social y
fortalece la resiliencia,
-
Ayuda
a otros que
se encuentran en peores situaciones que tú
-
Asegúrate
en tener momentos de descanso y esparcimiento esto ayuda a encontrar la paz
interior,
-
Lee
y fórmate así encontrarás nuevas estrategias de entrega de ti misma,
-
Fíjate
metas razonables y avanza --paso a paso – pero firmemente,
-
Reconoce
cuando haz superado una dificultad ello te dará seguridad y fuerza para seguir
adelante,
-
Acepta
que los cambios son parte de la vida peregrina y que nos espera la plenitud de la
vida eterna.
La
Iglesia ora para que todas las mujeres se hallen de nuevo a sí mismas en este
misterio y hallen su “vocación suprema”.
San Juan Pablo II – Mulieris Dignitatem
“Tened
paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad cómo el labrador espera el precioso
fruto de la tierra,
aguardando con paciencia hasta que reciba la
lluvia temprana y la tardía”
Santiago 5,7
Afectísima en
Jesucristo,
Lilia
Garelli
(1) Resiliencia – Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o
una situación adversa (RAE)
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