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sábado, 30 de septiembre de 2017

LOS TERREMOTOS NO MATAN, LA CORRUPCIÓN, SÍ.

¡Alabado sea Jesucristo!

Ciudad de México, Octubre 1 del 2017.

“. . . Y nosotros, ¿qué debemos hacer?
Juan les dijo: “No hagáis extorsión de nadie,
no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra paga.””
San Juan el Bautista
(Lc 3, 14)

LOS TEMBLORES NO MATAN. . .
LA CORRUPCIÓN, SÍ.

Muy estimados todos, en Cristo Jesús:

Una vez más, en una horripilante catástrofe sísmica, mi querida Ciudad de México muestra en sus víctimas –humanas y materiales– los estragos de la corrupción y lo terriblemente malo que es ser corrupto, corruptible y corromper personas.  Y peor aún, sabiendo que la corrupción no se puede dar con una sola voluntad (el que corrompe), sino que al menos se requiere de otra voluntad (la del corrompido), para llevarse a cabo.

La gran mayoría de los edificios nuevos que se derrumbaron con el terremoto en la Colonia Del Valle, que es el centro geográfico de la Ciudad de México, tienen un común denominador: estaban corrupta y deficientemente construidos.  O tenían materiales de menor calidad que la autorizada por la autoridad, o la autoridad autorizó –con corrupción de por medio– la forma de construcción deficiente de esos inmuebles.

Y no hablemos solo de deficiencia en su construcción, sino del ‘crimen organizado’ que es edificar casas-habitación, sabiendo que en un terremoto, serán físicamente el medio que les quitará la vida a muchas personas.  Esto es igual que Auschwitz: unos diseñaron los campos, otros fabricaron y otros operaron los hornos, otros más se encargaron de apresar a los judíos y llevarlos al campo de exterminio; pero todos sabían que lo que hacían mataría a mucha gente.

México y los mexicanos estamos catalogados como el país más corrupto en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos); y no hay forma de que nos quitemos de encima ese vergonzoso último lugar (y 100° de 180 a nivel mundial).  Pero lo más terrible de esta nefasta estadística, es que sabemos que la corrupción genera muerte y destrucción; y sin embargo, la continuamos.  Conozco muy pocas personas por las que yo pudiera asegurar que no hacen corrupción.  Está tan arraigado este demoníaco mal en la actual sociedad mexicana, que hay quienes hasta presumen sus corruptelas; es más, enseñan a sus hijos a ser corruptos, a valerse de la corrupción para alcanzar sus objetivos.

Al menos hoy, la industria de la construcción debiera aprender de una vez por todas, que ser corrupto llega a asimilar a una persona como asesino.  Es un ‘asesinato en segundo grado’ construir edificios con corrupción o raterías, para que los habiten personas que, en un terremoto, puedan perder la vida.  Estoy absolutamente seguro que no veremos un juicio en este sentido; porque para nuestras leyes la corrupción no es un ‘crimen mayor’, es uno menor.

Ojalá los muertos que tengamos por la corrupción, nos hagan abandonar tan criminal forma de ser. Ojalá todos los mexicanos pudiéramos decir con verdad: “Yo, no soy corrupto.” Ojalá.  Porque así habría menos asesinados (aunque sean de segundo grado)... y menos asesinos, también.  Yo, no soy corrupto.

Orar sirve, es la mejor forma de permanecer con Dios.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli




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