¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de
México, Abril 4 del 2017
“A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados;
a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.”
Nuestro Señor Jesucristo
(Jn 20, 23)
PENITENCIA Y
RECONCILIACIÓN
Muy
estimados todos en Cristo Jesús:
Esto que tan propiamente llamamos El Sacramento de
la Penitencia y la Reconciliación, no es otra cosa que ‘confesarse’ y recibir la ‘absolución’. Sí, es cierto, es un Sacramento; y también
sí, nos reconcilia, con Dios. Esta es
una Gracia ‘casi exclusiva’ de los Católicos (Romanos, Ortodoxos, Coptos,
Maronitas y Orientales) pues, protestantes y anglicanos, en su afán ‘liberal’,
han perdido su esencia, presencia, práctica y ‘sacramentalidad’.
Las sectas, todas ellas –que son más de veinte mil– no
obedecen el Mandato de nuestro Señor Jesucristo (que se detalla en el
encabezado) del Perdón de los Pecados.
La ‘Penitencia’ más larga que tenemos en el Año Litúrgico, es
precisamente el Tiempo de Cuaresma que estamos viviendo y que ya se acaba. Solo nos quedan cuatro o cinco días para
culminar exitosamente nuestros esfuerzos cuaresmales de purificación, con una
Confesión profunda y sincera, que nos alcance la absolución y la Reconciliación
con Dios a través de la Comunión.
Todo lo que hemos hecho en la Cuaresma serviría de nada si
no nos confesamos y comulgamos. Para
esto es que hemos ayunado, meditado, enmendado y corregido: para estar en la
mejor forma espiritual, anímica y cosmológica delante de Dios; y pedirle su
perdón. Ahora solo hemos de confesar los
pecados que habíamos venido cometiendo, arrepentirnos de ellos, tener la plena
intención de no volver a pecar y recibir la Sagrada Eucaristía.
Es verdaderamente una Bendición Divina que tengamos a la
mano estas oportunidades salvadoras, reconciliadoras y reconfortantes;
salvíficas porque nos ponen nuevamente en el camino del Bien; de reconciliación
porque volvemos al estado de purificación que nos hace hijos de Dios; y reconstituyente
porque pone nuestra alma ‘en línea’ con nuestro Creador, nuestro Salvador y
nuestro Santificador. En una palabra,
nos reintegra a la Santísima Trinidad; de donde el pecado nos ha separado.
¡A confesarse todos y a comulgar, que para eso tuvimos una
cuarentena de limpieza, arrepentimiento y asimilación! ¡Todos, antes del
Domingo de Ramos tenemos que estar confesados y reconciliados! ¡Hagamos más santa nuestra Semana Santa!
Y si más ciencia teológica requerimos para El Sacramento de
la Penitencia y la Reconciliación, aquí les dejo un enlace; léanlo, por
favor.
Orar
sirve, oremos por México.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
De Milagros y Diosidencias. Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
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