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domingo, 5 de marzo de 2017

AYUNO Y ABSTINENCIA INVÁLIDOS

¡Alabado sea Jesucristo!


Ciudad de México, Marzo 5 del 2017



“Ayunar no es solo privarse del pan de cada día;
es también compartir nuestro pan con el hambriento.”
Papa Francisco


NO HAGAMOS IVÁLIDOS
NUESTRO AYUNO Y ABSTINENCIA

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Estamos en la primera semana de Cuaresma y quiero decirles que de nada sirve, absolutamente de nada sirven el ayuno y la abstinencia que yo haga, si primero no tengo la sincera y firme intención ante Dios, de un corazón contrito (arrepentido); acerca del mal que he hecho

Si en mi alma, que es plenamente espíritu, no nace la voluntad limpia y verdadera delante de Dios –que es La Plenitud Espiritual– de pedir perdón y disculparme de mis pecados; cualquier cosa, acción o deseo que yo haga físicamente, de nada sirve para mi arrepentimiento.  Primero debo disponerme delante de Dios (nivel espiritual), para después darle valor a mis acciones materiales (nivel corporal).

Primero es la oración, luego todo lo demás.  Primero es el contacto ‘del más alto nivel’ entre la creatura y su Creador.  No me estoy refiriendo a grandes rezos y profundas meditaciones (que quizás no pueda hacer), me refiero a la sinceridad de un hijo arrepentido, dirigiéndose al Padre, que ha sido ofendido.

No estoy diciendo que lo que haga material y físicamente no sirva; sí sirve, y mucho; siempre y cuando mi ofrecimiento espiritual sea primero y sincero. 

Durante toda la Cuaresma, la Liturgia que propone el Magisterio de la Iglesia engloba materia y espíritu; voluntad y arrepentimiento; sinceridad y acción.  Por supuesto que valen mis actos materiales de penitencia y limosna, pero deben estar antecedidos de oración y contrición.  ¡Claro que se me debe notar la disposición material y corporal que tengo en la Cuaresma!  ¡Para mis seres queridos es muy importante! (. . . y también para los no queridos).  ¡Pero es más importante que Cristo me vea dispuesto y sincero!, porque la Semana Santa es de Él; y con Él quiero identificarme.

Es muy fácil sincerarme con Dios; simplemente tengo que decirle: “Aquí estoy, Señor, para hacer Tu Voluntad.” ¡Y acto seguido, hacerla!   No hacer mí voluntad o la del demonio; sino la de Él, la de Jesús. ¿Que cómo lo sé? Es muy sencillo: lo que haga ha de ser Bueno, Bello, Inteligente, Sano y Amoroso.    

Orar sirve, oremos por México.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli




También me puedes seguir en:
Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil



De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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