¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de
México, Marzo 5 del 2017
“Ayunar no es
solo privarse del pan de cada día;
es también
compartir nuestro pan con el hambriento.”
Papa Francisco
NO HAGAMOS IVÁLIDOS
NUESTRO AYUNO Y
ABSTINENCIA
Muy
estimados todos en Cristo Jesús:
Estamos en la primera semana de Cuaresma y quiero decirles
que de nada sirve, absolutamente de nada
sirven el ayuno y la abstinencia que yo haga, si primero no tengo la sincera y
firme intención ante Dios, de un corazón contrito (arrepentido); acerca del mal
que he hecho.
Si en mi alma, que es plenamente espíritu, no nace la
voluntad limpia y verdadera delante de Dios –que es La Plenitud Espiritual– de
pedir perdón y disculparme de mis pecados; cualquier cosa, acción o deseo que yo
haga físicamente, de nada sirve para mi arrepentimiento. Primero debo disponerme delante de Dios (nivel
espiritual), para después darle valor a mis acciones materiales (nivel
corporal).
Primero es la oración, luego todo lo demás. Primero es el contacto ‘del más alto nivel’ entre la creatura y su Creador. No me estoy refiriendo a grandes rezos y
profundas meditaciones (que quizás no pueda hacer), me refiero a la sinceridad de un hijo arrepentido, dirigiéndose al Padre,
que ha sido ofendido.
No estoy diciendo que lo que haga material y físicamente no
sirva; sí sirve, y mucho; siempre y cuando mi ofrecimiento espiritual sea
primero y sincero.
Durante toda la Cuaresma, la Liturgia que propone el
Magisterio de la Iglesia engloba materia y espíritu; voluntad y
arrepentimiento; sinceridad y acción.
Por supuesto que valen mis actos materiales de penitencia y limosna,
pero deben estar antecedidos de oración y contrición. ¡Claro que se me debe notar la disposición
material y corporal que tengo en la Cuaresma!
¡Para mis seres queridos es muy importante! (. . . y también para los no
queridos). ¡Pero es más importante que
Cristo me vea dispuesto y sincero!, porque la Semana Santa es de Él; y con Él
quiero identificarme.
Es muy fácil sincerarme con Dios; simplemente tengo que
decirle: “Aquí estoy, Señor, para hacer
Tu Voluntad.” ¡Y acto seguido, hacerla!
No hacer mí voluntad o la del demonio; sino la de Él, la de Jesús. ¿Que cómo lo sé?
Es muy sencillo: lo que haga ha de ser Bueno, Bello, Inteligente, Sano y Amoroso.
Orar
sirve, oremos por México.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
De Milagros y
Diosidencias. Solo por el gusto de
proclamar El Evangelio.
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