“… Hazme un instrumento de tu paz …”
San Francisco de Asís
Riviera
Maya, México; Mayo 8 del 2024.
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“…Para la
Evangelización del mundo hacen falta,
sobre todo,
evangelizadores…”
San Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 35
CHRISTIFIDELES LAICI (23)
“Vocación y Misión de
los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”
Estimados en Cristo:
Continuamos con el interesante tema sobre la “nueva evangelización”, exhortación que hizo el entonces Papa Juan Pablo II a toda la grey católica donde consideró la necesidad de formar adecuadamente a todo el clero local y al laicado deseoso de participar en esta ardua tarea.
Con el fin de profundizar en el tema y tratando de colocarlo en la realidad de este momento, me parece importante tomar en cuenta la problemática generalizada en todo el mundo sobre la emigración de tantas personas, y familias enteras, que por distintas razones han tenido que dejar sus hogares, ya sea por la inseguridad, la falta de trabajo, las “supuestas panaceas” creadas como “lugares milagrosos donde encontrar la solución de todos sus problemas”; cuando se ven obligados a huir por la violencia o las guerras sin razón, en donde los evangelizadores encontrarán diversidad de creencias; ante todo esto San Juan Pablo II nos recuerda en esta exhortación, las palabras que el Concilio Vaticano II ya consideraba en ese entonces: “…El diálogo entre las religiones tiene una importancia preeminente, porque conduce al amar y al respeto recíprocos, elimina, o al menos disminuye, prejuicios entre los seguidores de las distintas religiones, y promueve la unidad y amistad entre los pueblos…” (CVII – Propositio No. 30 bis).
Por ello el Papa nos dice que hacen falta evangelizadores, para lo cual es muy necesario que las familias cristianas sientan la responsabilidad de que dentro de ellas se formen y surjan vocaciones específicamente misioneras, ya sacerdotales y religiosas, o bien laicales, sin abandonar jamás el medio privilegiado de la oración, según las mismas palabras del Señor Jesús: “la mies es mucha y los obreros pocos. Pues, ¡rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies!” (Mt 9, 37-38) (SJPII – CFL No. 35).
36. Vivir el Evangelio sirviendo a la persona y a la Sociedad:
En este apartado San Juan Pablo II nos hace notar la labor de la Iglesia en la que participamos todos “…acogiendo y anunciando el Evangelio con la fuerza del Espíritu, la Iglesia se constituye en comunidad evangelizada y evangelizadora…” (SJPII – CFL No. 36), sirviendo a los hombres, confirmando todo esto con las palabras que el Concilio Vaticano II definió en su momento: “…la Iglesia revela el hombre al hombre, le hace conocer el sentido de su existencia, le abre a la entera verdad sobre él y sobre su destino…” (CVII – Gaudium et Spes No. 22).
Es sin lugar a dudas, viviendo el Evangelio en la propia vida es como realmente se sirve al hombre en su individualidad y a la sociedad en la pluralidad, por ello el Papa nos recuerda el mensaje que daba en su Encíclica Redemptor Hom.: “…Por eso el hombre “es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión: él es la primera vía fundamental de la Iglesia, vía trazada por el mismo Cristo, vía que inalterablemente pasa a través de la Encarnación y de la Redención” …” (SJPII – CFL No. 36).
En efecto, la Iglesia como institución ayuda al hombre a conocer el punto de vista divino para lograr su salvación, pero va más allá, como nuevamente recuerda el Papa el mensaje contenido en la Constitución Gaudium et Spes mencionada anteriormente: “…sobre todo por el hecho de que sana y eleva la dignidad humana, consolida la cohesión de la sociedad, y llena de más profundo sentido la actividad cotidiana de los hombres (…) puede ofrecer una gran ayuda para hacer más humana la familia de los hombres y de su historia…” (CVII – Gaudium et Spes No. 40).
El papel del fiel laico será contribuir en la extensión de este sentir con la fidelidad con la que la Iglesia nos lo ha enseñado.
37. Promover la dignidad de la persona:
Reconociendo que una de uno de los bienes más preciosos que el hombre posee es la dignidad misma de su persona, y que hoy en día es uno de los más atacados por todos los medios, desde el de la palabra misma, hasta los medios escritos en las temibles redes sociales, cuando ellas son mal usadas, aprovechándose de la rapidísima difusión, e inclusive del anonimato en el que se pueden expresar; el Papa nos hace esta exhortación al iniciar este apartado: “…Redescubrir y hacer redescubrir la dignidad inviolable de cada persona humana constituye una tarea esencial; es más, en cierto sentido es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia humana…” (SJPII – CFL No. 37).
El Concilio Vaticano II ya lo decía en estas palabras que nos recuerda San Juan Pablo II: …Entre todas las criaturas de la tierra, sólo el hombre es “persona” sujeto consciente y libre y, precisamente por eso, “centro y vértice” de todo lo que existe sobre la tierra…” (CVII – Gaudium et Spes No. 40).
Efectivamente, el ser humano es, de la creación, el único ser consciente de su libertad y como muchas cosas en esta vida actual, se han desvirtuado, reduciendo al hombre a tan solo cualidades propias del reino animal. Es necesario volver a orientar a la persona humana a las virtudes de que es capaz, además de dimensionar la importancia de su dignidad como persona, única e irrepetible, con alma eterna. “… ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si después pierde su alma? ...” (Mc 8,36).
“…el hombre vale no por lo que “tiene”,
—¡aunque poseyera el mundo entero! —
sino por lo que “es” …”
San Juan Pablo
II
Christifideles
Laici No. 37
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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de proclamar El Evangelio.
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