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sábado, 4 de mayo de 2024

LA VIAE CAELI (5)

“Hazme un instrumento de tu Paz…”

San Francisco de Asís

 

Riviera Maya, México; Mayo 5 del 2024. 

LA ViÆ cÆli

El camino al cielo

Antonio Garelli



III Estación:

 

El Sepulcro Vacío


Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María (de Cleofás), fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como les había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba.  Y ahora id en seguida a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis.' Ya os lo he dicho." 

Evangelio según San Mateo 28, 1-7


Pasado el sábado, María Magdalena, María de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.  Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas a otras: "¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?"  Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: "No os asustéis.  Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado; ha resucitado; no está aquí.  Ved el lugar donde lo pusieron.  Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis como os dijo. 

Evangelio según San Marcos 16, 1-7


El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.  No sabían qué pensar de esto, cuando se presentaron dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?  No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite.'  Y ellas recordaron sus palabras.

Evangelio según San Lucas 24, 1-8

 

El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 

Evangelio según San Juan 20, 1

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El Santo Sepulcro, es uno de muchos otros lugares que ‘tienen más de una ubicación’.  Está mal que se diga esto, pero así es.  Obviamente, uno solo es el verdadero. La Tradición de la Iglesia Católica Romana, lo ubica en lo que actualmente se conoce como el Sector Cristiano de Jerusalén; en el Noroeste de la Ciudad Vieja.  Y ese es el lugar verdadero.

El sepulcro vacío solo representa una cosa: El Cuerpo Glorioso de Jesucristo se ha librado de las ataduras de la muerte; ‘La Viæ Cæli’ (El Camino al Cielo) se ha iniciado ya.  Él, que nunca cometió pecado alguno, no puede estar sujeto al castigo del pecado, que es la muerte; por eso, no solo resucita con su alma, con su espíritu, sino que lo hace en cuerpo y alma.  Satanás el Diablo, no ha tenido posibilidad alguna de retenerlo (como nunca la tuvo), en el ‘mundo de los pecadores’; a donde pertenecemos todos los seres humanos.  El sepulcro físicamente queda como evidencia de que Jesús de Nazaret murió y fue sepultado, pero la vaciedad del lugar, es la prueba contundente de que Él, Cristo Jesús, resucitó de entre los muertos venciendo a la muerte, que es el imperio del Demonio.

Si yo no tuviese Fe, Don de Dios, Los Cuatro Evangelios escritos por Mateo (Leví) de Cafarnaúm, Marcos (Juan) de Jerusalén, Lucano de Antioquía y Juan de Zebedeo, serían documentos comprobatorios de mis investigaciones históricas; igual que las referencias que a ellos hacen otros historiadores, como: Papías de Hierápolis, Tertuliano de Cartago, Eusebio de Cesarea y otros, muchos años después.  Además están las reseñas legales de la Provincia Romana de Iudæa (más tarde Syria-Palæstina), respecto de Iesus Nazarenus Rex Iudæorum (INRI), su ‘juicio’, castigo, muerte y sepultura. Con esto, pues, el asunto histórico-científico estaría cerrado, porque hay ‘evidencia suficiente’ para su comprobación; ya que son documentos físicos de más de diecinueve siglos de existencia, escritos por ‘propios y extraños’ al mismo Cristo Jesús.

También para los escépticos (muchos de ellos judíos), habría antecedente escrito del lado no romano, solo que el asunto del Mesjáj, Ieshu ‘n Natzrat, fue materialmente ‘borrado’ por Sumos Sacerdotes, Escribas, Fariseos y demás secuaces, de la Historia de Judea. Sin embargo, Leví de Cafarnaúm (San Mateo), que escribió el primer Evangelio para los judeo-cristianos, lo deja claramente establecido:

“Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado.   Éstos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: "Decid: 'Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos.' Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones." Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas.  Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy.” 

Evangelio según San Mateo 28, 11 – 15

El cuerpo de Jesucristo ya no puede estar en el sepulcro, por las cualidades que posee, tal como dice Santo Tomás de Aquino en su hermosísimo escrito sobre “La Resurrección del Señor”:

1. La misma naturaleza, pero distinta gloria

'Para que la resurrección de Cristo fuese verdadera, fue necesario que el mismo cuerpo de Cristo se uniese de nuevo a la misma alma. Y puesto que la verdad de la naturaleza del cuerpo proviene de la forma, síguese que el cuerpo de Cristo después de la resurrección fue un cuerpo verdadero y de la misma naturaleza que había sido antes' (3 q.54a.1.c).

'El cuerpo de Cristo después de la resurrección entró, cerradas las puertas, donde estaban sus discípulos, no por milagro sino por su condición gloriosa, como dicen algunos, coexistiendo simultáneamente con otro cuerpo en el mismo lugar'.

2. Gloria del cuerpo

'El cuerpo de Cristo surgió glorioso en la resurrección, y esto es notorio por tres razones:

1º. Porque la resurrección de Cristo fue el tipo y la causa de la nuestra, como se ve en 1Cor. 15, 43. Ahora bien, los santos tendrán en la resurrección cuerpos gloriosos, como se dice en el mismo lugar: “Se siembra en ignominia; y se levanta en gloria.” Por consiguiente, siendo la causa mejor que su efecto y el ejemplar mejor que lo modelado, con mayor razón el cuerpo de Cristo resucitado fue glorioso.

2º. Porque por la humildad de su pasión mereció la gloria de la resurrección. Por lo que Él mismo también decía (Jn 12,27): “Ahora mi alma está turbada”, lo cual pertenece a la pasión; y después añade: “Padre, glorifica tu nombre”; en lo cual pide la gloria de la resurrección.

3º Porque, como se ha demostrado (q.34 a.4), el alma Cristo desde el principio de su concepción fue gloriosa por la fruición perfecta de la divinidad. Pero sucedió por dispensación especial (cf. q.14 a.1 ad 2) que no redundase la gloria del alma en el cuerpo, a fin de que cumpliese por su pasión el misterio de nuestra redención.  Por lo tanto, consumado que fue el misterio de la pasión y muerte de Cristo, su alma hizo que redundase inmediatamente su gloria sobre el cuerpo, que volvió a tomar en su resurrección, y así se hizo glorioso aquel cuerpo' (3 q.54 a.2 c).

Si esto que he transcrito aquí, de Santo Tomás de Aquino, no es Palabra de Dios, es, solamente, porque no está en el Canon Bíblico; pero no tengo ni la menor duda de que haya sido ‘Inspiración Divina’ posterior a los Sagrados Escritos, por lo tanto, es Magisterio de la Iglesia Católica, que para nuestra Fe, es tan válido como La Palabra de Dios.  Entonces, a la pregunta de ¿por qué está el sepulcro vacío?; la respuesta es sencilla: ¡Ha resucitado! ¡El Señor ha resucitado en su alma y en su cuerpo!

Y a pesar de que el mismo Cristo Jesús Resucitado ya no está en el sepulcro, nos deja ‘algo’ como evidencia para nuestra débil fe (ese Divino Don que hoy hemos reducido a una mezcla de escepticismo y credibilidad, que se encuentra muy alejada de la verdadera Fe), para que creamos y seamos bienaventurados.


“. . . Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.  Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte.  Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no había comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

(Jn 20, 7-10)

Sí, aquello que Juan (‘el otro discípulo’), hizo que creyera, es lo mismo que tenemos hoy en el Santo Sudario que se encuentra en la Basílica de San Juan Bautista, en Turín, Italia; ‘evidencia’ material para nuestra insignificante fe.  Solo que, igual que entonces no bastó para que Pedro creyera; y los ‘Pedros’ actuales siguen sin creer. Siguen buscando evidencias para reafirmar su fe, o mejor dicho su conocimiento; porque la Fe no requiere pruebas, demanda confianza, entrega y aceptación.

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Orar sirve, nuestra alma lo agradece y nuestra mente también.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli

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