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martes, 16 de abril de 2024

MÍSTICA - LILIA GARELLI (CFL-20)

“… Hazme un instrumento de tu paz …”

San Francisco de Asís 

 

Riviera Maya, México; Abril 17 del 2024.

MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

 

“…Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros

 estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión

 con el Padre y con su Hijo, Jesucristo…”

1 Jn 1,3

CHRISTIFIDELES LAICI (20)

“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”  

Estimados en Cristo:

Iniciamos el siguiente Capítulo de esta gran oportunidad que nos ha dado San Juan Pablo II para conocer la vocación y misión de los fieles laicos a través de la Exhortación Apostólica que estamos meditando:

         Capítulo III – OS HE DESTINADO PARA QUE VAYAIS Y DEIS FRUTO – La corresponsabilidad de los fieles laicos en la Iglesia-Misión:

         32.  Comunión Misionera:

Ciertamente no podíamos haber llegado a este Capítulo sin la preparación del alma y el entendimiento que nos abierto las puertas a este tema que, considero el “tema medular” de esta Exhortación Apostólica, invitándonos a todos nosotros, fieles laicos, a sentirnos comprometidos y responsables de participar en la extensión del Reino de Cristo.

El Papa inicia este apartado volviendo al texto: “…Yo soy la vid, vosotros, los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto…” (Jn 15,2).  Dar fruto es una exigencia esencial de la vida cristiana y eclesial.  El que no da fruto no permanece en la comunión: “…Todo sarmiento que en mí no da fruto, (mi Padre) lo corta” …” (SJPII – CFL No. 32).

Al mismo tiempo es necesario considerar la importancia de la comunión con la Iglesia, porque bien nos recuerda San Juan Pablo II el texto evangélico en el que Jesús nos dice: “…No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado a que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca…” (Jn 15, 16).  Por ello el Papa nos hace reflexionar sobre la importancia de la comunión y de la misión “…se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión: la comunión es misionera y la misión es para la comunión…” (SJPII – CFL No. 32).

En efecto, todo esfuerzo que realicemos en favor de la comunión de los seres humanos para el bien de la humanidad y de sus almas, acercándolas al mensaje que Dios nuestro Señor nos ha dejado, dará los frutos correspondientes de unión y comunión entre nuestros hermanos; porque el Espíritu de Dios es el que actuará en los corazones de todos aquellos a dónde podamos llegar con la pureza de intención de alguien que entrega su trabajo no para el beneficio personal sino para el bien de muchos otros.

Por ello el Papa nos dice: “…La misión de la Iglesia deriva de su misma naturaleza, tal como Cristo la ha querido:  la de ser “signo e instrumento (…) de unidad de todo el género humano…” (CVII – Lumen Gentium No. 1) Tal misión tiene como finalidad dar a conocer a todos y llevarles a vivir la “nueva” comunión que en el Hijo de Dios hecho hombre ha entrado en la historia del mundo…” (SJPII – CFL No. 32).

Reconociendo que el reto que se confía a nosotros, los fieles laicos, es una gran responsabilidad que trasciende nuestro humilde trabajo personal, es necesario que colaboremos con la Iglesia, por ello el Papa recuerda las palabras de la Constitución Dogmática “Lumen Gentium”: “…Los sagrados Pastores saben muy bien cuánto contribuyen los laicos al bien de toda la Iglesia. Saben que no han sido constituidos por Cristo para asumir ellos solos toda la misión de salvación que la Iglesia ha recibido con respecto al mundo, sino que su magnífico encargo consiste en apacentar los fieles y reconocer sus servicios y carismas, de modo que todos, en la medida de sus posibilidades, cooperen de manera concorde en la obra común…” (CVII – LG No. 30) (SJPII – CFL No. 32).

         33. Anunciar el Evangelio:

San Juan Pablo II nos recuerda en este apartado la vocación de anunciar el Evangelio, compromiso que todos los fieles laicos adquirimos a través de los sacramentos de la iniciación cristiana y los dones que el Espíritu Santo nos ha dado a través de ellos.

El mismo Concilio Vaticano II nos invita a todos que, al estar alimentados con la activa participación de la vida litúrgica de la comunidad, podamos participar de las obras apostólicas que sean de nuestro agrado y según nuestros talentos podamos participar en la evangelización a través de la enseñanza del catecismo, procurando sanar las almas atribuladas también por medio de la administración de los bienes de la Iglesia.

Por ello el Papa nos dice más adelante: “…Es en la evangelización donde se concentra y se despliega le entera misión de la Iglesia, cuyo caminar en la historia avanza movido por la gracia y el mandato de Jesucristo:

“…Id por todo el mundo y proclamad la

 Buena Nueva a toda la creación (Mc 16,15) …” 

San Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 33  

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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