“Hazme un instrumento de tu Paz…”
San Francisco de Asís
Riviera Maya, México; Abril 27 del 2024.
LA ViÆ cÆli
El camino al cielo
Antonio Garelli
II Es∙ta∙ción:
Pri∙ma, Pri∙me∙ra, Pri∙me∙rí∙si∙ma
a Ma∙rí∙a Ma∙dre
“. . . Aunque
no lo menciona el Evangelio, porque es obvio que no lo mencione, siendo Él el mejor
de los hijos, la primera aparición de Cristo tenía que ser para la mejor de las
madres, para la Virgen Santísima.”
San Ignacio de Loyola
“Los Evangelios
no nos hablan de una aparición de Jesús resucitado a María. De todos modos,
como Ella estuvo de manera especialmente cercana a la cruz del Hijo, hubo de
tener también una experiencia privilegiada de su resurrección.”
S.S. Papa Juan Pablo II
“La primera Aparición del Señor Resucitado debió haber sido, sin lugar a
duda, a su Santísima Madre.”
P. M. I. Pérez Alonso, S.J.
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La Santísima Virgen María es
Primera en todo. También fue la primera
que recibió una Aparición de Cristo Resucitado, inicio de ‘La Viæ Cæli’ (El Camino al Cielo).
Y tengo mis argumentos para aseverarlo.
Así lo decía el P. Manuel Ignacio Pérez Alonso, S.J., mi amadísimo
confesor, en sus homilías dominicales: “La
primera Aparición del Señor Resucitado debió haber sido, sin lugar a duda, a su
Santísima Madre.” También lo afirma
de la misma manera el Santo Papa Juan Pablo II: “Los Evangelios
no nos hablan de una aparición de Jesús resucitado a María. De todos modos,
como Ella estuvo de manera especialmente cercana a la cruz del Hijo, hubo de
tener también una experiencia privilegiada de su resurrección.”, (Discurso
en el Santuario de Nª Sª de la Alborada, Guayaquil, 31 de enero de 1985).
Y San Ignacio de Loyola, igualmente aseguraba que: “. . . Aunque no lo menciona el Evangelio, porque es obvio que no lo
mencione, siendo Él el mejor de los hijos, la primera aparición de Cristo tenía
que ser para la mejor de las madres, para la Virgen Santísima.” Para mí, con
esto sería más que suficiente para creerlo; pero hay para quienes no basta.
Vamos, pues, analizando este asunto de las primicias de María, revisando algunos antecedentes irrefutables en La Palabra de Dios. La primera profecía en La Santa Biblia, menciona a ‘La Mujer’, que es María; donde dice: “. . . Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y su simiente…” (Gn 3, 15). María es la primera que se entera de la Encarnación de Dios hecho hombre; obviamente, en La Anunciación. (Lc 2, 1-20). María es la primera en pedirle un milagro a Jesús de Nazaret, su amadísimo Hijo: convertir el agua en vino en las bodas de Caná. (Jn 2, 1-12).
Su Santísima Madre era la que merecía sobre todos, el honor de la Primera Aparición; porque ella fue la elegida para Su Encarnación y el resultante fiat de su entrega: “Hágase en mí según tu palabra.” Porque ella puso en riesgo su vida antes, durante y después de la vida humana de Jesús. Porque su entrega fue total, sincera, amorosa y fiel; desde el primer momento de su solicitud, hasta el último instante de su existencia. Porque María es la primera ‘discípula’ del Ministerio del Señor, como madre del Rabbuní, inseparable e inquebrantable seguidora de sus mandatos. Porque ella, más que nadie, vivió y sufrió el Via Crucis junto con el Hijo. Porque ella fue designada Madre para todos y porque fue la primera en implorar La Piedad de Dios para los pecadores, con el cuerpo desfallecido de su Hijo en los brazos.
¡Por eso es evidente que la Primera
Aparición fue para la Santísima Virgen María!
Además, María Madre no fue al sepulcro con las Santas Mujeres, sino que
aguardó en casa gozando la seguridad de que Su Hijo ya había resucitado; ella
ya lo había visto; pero, usando su característica humildad y prudencia, no
quiso ser duda o desánimo para tan feliz acontecimiento y dejó que todos
pudiesen vivir de manera personal, La Gloriosa Resurrección de Su Hijo.
Es obvio, es evidente, así debió haber sido; y ante eso, no se requiere mayor demostración. Solo la Santísima Virgen María, Madre de Dios, pudo haber sido Primerísima en las Apariciones de Jesucristo Resucitado. Luego, todos los demás.
En La Resurrección de Cristo se cumplen para María las palabras del Ángel Gabriel: “Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.” Toda la Paz Celestial llega a María, pues ahora sabe que Su Hijo ha Resucitado para la Vida Eterna. Nunca más pena alguna habitará en su alma, pues Jesucristo ha vencido a la muerte.
Ahora comprende María Madre el alcance de las palabras que, llena ya del Espíritu Santo, dijo en La Visitación a su prima Isabel: “Engrandece mi alma el Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso todas la generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas El Poderoso. Santo es Su Nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.” (Lc 1, 46-50). Ahora sabe que ‘La Viæ Cæli’ (El Camino al Cielo) se ha inaugurado y ella es la primera en ser invitada.
Santa María Madre, prima, primera, primerísima en las Apariciones de Cristo Resucitado. ¡Reina del Cielo, alégrate! ¡Aleluya!
Orar sirve, nuestra alma lo agradece y nuestra mente también.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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