“Santifícalos con La
Verdad.
Tu Palabra es La
Verdad.”
Riviera
Maya, México; Octubre 23 del 2019.
M Í S T I C A
Por: Lilia Garelli
“… su incesante y eficaz intercesión
mediante la cual,
aun habiendo sido asunta al cielo, sigue
cercanísima a los fieles que la suplican, aún a aquellos que ignoran que
son hijos suyos…”
Marialis
Cultus 56
Papa
San Paulo VI
MUJER – MADRE DE DIOS
(THEOTÓKOS) (2)
(en griego antiguo, Θεοτόκος, en latín, Deīpara
o Deī genetrix)
Muy estimados en Cristo:
Es tan amplio el
tema de María – Madre de Dios (Theotókos), que he querido dedicar un escrito
más, por lo menos, para que juntos podamos reflexionar más profundamente sobre
MARÍA, como ese ser excepcional, elegido por Dios, para ser la Madre de
Jesucristo - El Salvador de toda la
humanidad.
“… Precisamente aquella –mujer – está presente en el
acontecimiento salvífico central, que decide la – plenitud de los tiempos – y
que se realiza en ella y por medio de ella…”
(Mulieris Dignitatem 3 – San Juan Pablo II).
Leyendo y
releyendo esta preciosa Carta Encíclica escrita por San Juan Pablo II en
ocasión del Año Mariano y cuyo objetivo es el análisis de la dignidad y la
vocación de la mujer, cita frases de San Ambrosio, donde podemos descubrir los
conceptos claros del encuentro entre Eva
“…
principio – donde se encuentra la – mujer – como fue querida en la creación y
consiguientemente, en el eterno designio de Dios en el seno de la Santísima
Trinidad…” y María que es – el nuevo
principio – de la dignidad y vocación de la mujer, de todas y cada una de las
mujeres…” (MD 11, Pag.47).
La Bienaventurada
Virgen María, considerada desde el siglo XV Corredentora, sin contraponer en
ningún caso la exclusividad de la Redención de Cristo Jesús, (LG 60), contiene
en sí misma el reconocimiento de diversas verdades de fe contenidas a lo largo
de su vida, y que muestran en todo momento su aceptación a la Voluntad de Dios. Estas verdades de fe son analizadas
exhaustivamente por el Magisterio de la Iglesia y declaradas en “ex cátedra” por el Papa,
Vicario de Cristo en funciones en ese momento.
Es importante mencionar que para que una verdad sea considerada dogma de fe, es necesario que
haya sido revelada por Dios y que la Iglesia así lo declare.
“… Existe un vínculo orgánico entre nuestra vida espiritual
y los dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen
seguro. De modo inverso, si nuestra
vida es recta, nuestra inteligencia y nuestro corazón estarán abiertos para
acoger la luz de los dogmas de la fe…” (CIC 89)
Los invito a
recorrer junto conmigo los dogmas de fe declarados por la Iglesia Católica a la
Santísima Virgen María:
1.
María, Madre de Dios: Dogma proclamado por el 3er. Concilio Ecuménico de
Éfeso en 431 por el Papa San Clementino I.
“Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y
que por tanto la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne
al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema.”
Verdaderamente Madre ya que
Jesús fue creciendo y formándose como cualquier otro ser humano, en el seno de
su Madre.
Verdaderamente Madre de Dios,
concibió y dio a luz a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, por medio
del Espíritu Santo.
2.
Inmaculada Concepción: Dogma proclamado por Pio IX el 8 de diciembre de
1854 en su bula Ineffabilis Deus: “… declaramos,
proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen
María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer
instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está
revelada por Dios y por tanto firme y constantemente creída por todos los
fieles.”
Recordando las palabras con
las que se presentó el Ángel a María diciéndole – Salve, Llena de gracia -, (Lc 1, 28) ¿qué querrían decir esas
palabras? Quizá a través de las diversas traducciones se pierde el significado
profundo de esa frase que no era usual ni en ese tiempo, por lo que es
importante ir más a fondo. En Latín: - Ave María, Gratia Plena, dominus tecum
– Dios te Salve María, llena eres de gracia; del griego “kejaritomene” cuyo significado
es mucho más completo, ya que esa palabra indica que fue, es y lo será
eternamente, con una singular abundancia de gracia, en un estado sobrenatural
del alma en unión con Dios su Creador.
Es importante mencionar que esa palabra no es repetida en ninguna otra
ocasión en la Sagrada Escritura.
3.
Virginidad Perpetua de
María: Se introduce el tema en el II Concilio Ecuménico de Constantinopla en
el año 553. El Papa Martín I convoca en concilio lateranense (649)
donde en el tercer canon del concilio se afirma en forma dogmática la perpetua
virginidad de María afirmando: “Si alguno no
confiesa, según los santos padres, que la santa y siempre virgen e inmaculada
María sea en sentido propio y según verdad madre de Dios, en cuanto propiamente
y verdaderamente ha concebido del Espíritu Santo, sin semen, y ha dado a luz,
sin corrupción, permaneciendo aún después del parto su indisoluble virginidad,
al mismo Dios Verbo, nacido del Padre antes de todos los siglos, sea anatema”. (Cfr.
CIC 499).
María, Virgen antes del parto – cumpliendo la profecía de Isaías 7,
14: “… una virgen concebirá y dará a luz
un hijo, y será su nombre Emmanuel (Dios con nosotros) …”
María, Virgen en el parto - Los
Santos Padres proclaman esta como verdad; el nacimiento virginal es como - la luz del sol que pasa a través de un cristal, sin
romperlo ni mancharlo, Virgen Siempre.
María, Virgen después del parto – que lo confirman con 2 textos del
Antiguo Testamento: Cantar de los
Cantares 4, 12: “… huerto cerrado, fuente
sellada…” y del Profeta Ezequiel 44, 1, 2 “…me llevó de nuevo a la puerta
exterior del santuario que daba al oriente, pero estaba cerrada. Y me dijo Yahvé: esta puerta ha de estar
cerrada para siempre, no se abrirá ni entrará hombre alguno, porque ha entrado
por ella Yahvé, Dios de Israel…”
4.
Asunción de María: Proclamado por el Papa Pio XII el 1° de noviembre
de 1950 en la Constitución Munificentisimus Deus; “Con la autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra,
manifestamos, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente
revelado que La Inmaculada Madre de Dios, y siempre Virgen María, terminado el
curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”.
El Catecismo de la Iglesia
Católica en el No. 966 termina diciéndonos:
“… la Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación
singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de
los demás cristianos.” No
cabe duda que estas palabras nos animan a seguir adelante, a no perder la
esperanza de alcanzar la vida eterna, viviendo en la plenitud de la presencia
de Dios.
Es maravilloso
todo lo que podamos conocer acerca de la Santísima Virgen María; empero quizá
lo más importante es tenerla presente siempre en nuestra vida, como lo que es, Nuestra
Madre del Cielo, que está cerca de nosotros, siempre protegiéndonos con la singular
ternura de una madre y atenta a nuestra oración, por ello, ORA:
1.
Agradeciendo los momentos en que descubres las maravillas que Dios te
regala en la naturaleza; Ella te dará la mano para seguir contigo - mar adentro -;
2. Cuando no ha sido un buen día y haz tenido que
cambiar tus planes; como Ella los cambió una y otra vez, te enseñará cómo
hacerlo;
3. Cuando llegue la desesperanza y te sientas abrumado;
Ella
te dará fuerzas;
4. Cuando la soledad te invada; Ella te
acompañará;
5.
Cuando sientas que vas contra corriente y pienses que es inútil; Ella te animará
a seguir adelante;
6.
Cuando quieras compartirle tus éxitos; Ella se alegrará contigo;
7.
Cuando el dolor físico y espiritual te invada; Ella te dará
esperanza;
8.
Cuando te rechacen o desprecien; Ella te consolará;
9.
Cuando haya sido un día positivo y le agradezcas a Dios tus logros; Ella se unirá
contigo en la oración;
10. Cuando estés en peligro y
las dudas te asalten; Ella te protegerá y orientará.
¡Recuerda a Cristo con María,
qué mejor que a través del rezo
del Rosario!
“¡Quien propaga el Rosario se salva”
(Beato
Bartolomé Longo)
Afectísima
en Jesucristo,
Lilia Garelli
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Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
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