LAS PÁGINAS QUE SE LEEN ENSEGUIDA,
SON PARTE DE MI LIBRO
“El
Evangelio Según Zaqueo”
(EL ARCA
EDITORES - 2004)
Una muy personal forma de ver,
La Vida Humana de Dios Hecho Hombre.
“Santifícalos con
La Verdad.
Tu Palabra es La
Verdad.”
Playa del Carmen,
Q.R.; México
Junio 9 del
2019.
14 DE 40
20 AÑOS
DE JESÚS DE NAZARET
Cuando
Jesús de Nazaret cumplió 20 años de edad, la influencia del Imperio Romano se
arraigaba en las tierras de la ‘Provincia de Judea’, como se le conocía
oficialmente a estos lugares, hasta el grado de borrar casi por completo a la
cultura ptoloméica egipcia e incluso a los ya decadentes helénicos. Roma había tomado lo mejor de ellos y le
plasmaba su ‘propio sello imperial’ para difundir todo conocimiento como la
‘nueva cultura universal’, al estilo suntuoso de todo cuanto hacían.
Obtener
la Ciudadanía Romana era un derecho que no todo el mundo podía conseguir; se
necesitaban muchas cosas, como la renuncia a los orígenes propios, que ningún
judío estaba dispuesto a otorgar. Dada
esta confrontación de desprecios mutuos, ni los judíos querían ser romanos, ni
los romanos acababan por reconocer a los judíos como una verdadera provincia
del imperio.
Los
enfrentamientos entre ‘libertadores’ judíos y legionarios romanos se
multiplicaban por todo el territorio de Judea.
Muchos de ellos tomaban como centros clandestinos de operación, algunos
de los pueblos de Samaria y Galilea, en donde eran mal vistos aún por sus
compatriotas o correligionarios. Varios
poblados cerca de Nazaret eran constantemente patrullados por guardias del
Procurador y a menudo ocurrían enfrentamientos mortales entre los bandos.
A
nada de esto era ajeno Jesús de Nazaret.
Él sabía ‘perfectamente’ (como que era Dios), todo el acontecer de estos
tiempos, lugares y personas. A menudo se
topaba en los caminos con las tropas romanas que se desplazaban de un lugar a
otro para sofocar levantamientos esporádicos de ‘salvadores’ mesiánicos. Había un gran movimiento de escribas,
fariseos y saduceos, cada cual con sus propios seguidores, que hacían lo posible
por llamar la atención del pueblo y reivindicarse con las masas como los
‘libertadores’ auténticos en cumplimiento de las profecías que hacían
referencia al verdadero Mesías.
Para
este joven hombre de Nazaret, el que verdaderamente sería El Mesías, Cristo
Jesús, todas estas falacias solo inquietaban la parte humana que contenía a
Dios. Siempre le costó mucho trabajo
permanecer en silencio ante tantas mentiras y abusos; siempre quiso intervenir
para solucionar de una buena vez por todas, tantos engaños, que no obtenían
nada más que muertes innecesarias de todos los grupos beligerantes. El Verbo Encarnado (como le llamó Juan, uno
de los hijos de Zebedeo), luchaba constantemente contra su naturaleza humana a
fin de esperar ‘su momento’, ‘el tiempo señalado’, ‘el cumplimiento de los
días’ para iniciar su predicación.
María
sufría junto con Él estas angustias; José no se cansaba de ‘aconsejarlo’
respecto de su proceder. Ellos hacían lo
mejor que podían, siempre tratando de serle útiles, de cumplir con su deber de
madre de Dios y padre adoptivo del Mesías.
Estos diez años de su vida humana fueron los más difíciles para el Hijo
del Hombre. La Buena Nueva urgía en su
predicación y sin embargo, Jesús de Nazaret tenía que esperar los ‘tiempos
humanos’, porque el Mandato del Padre
habría de llegar en el momento justo.
Las
salidas de Jesús a las ciudades cercanas, e incluso a Jerusalén, se repetían
más a menudo y duraban más tiempo. María
y José ya no hacían más que rezar, ante la imposibilidad de acompañarlo en esos
trayectos. El Niño Dios había crecido
más que suficiente. Su labor como
‘padres y educadores’ del Hijo de Dios había terminado. Hicieron todo cuanto estuvo a su alcance para
solventar ‘tan especial encargo’ en sus necesidades humanas; le amaron antes de
nacer, le protegieron en su nacimiento, le cuidaron en su crecimiento, le
procuraron en su desarrollo.
Se
ha hecho ya un hombre joven, fuerte, bello, sano y vigoroso. Su inteligencia y sus conocimientos les
superan por mucho; su divinidad es cada vez más evidente, pues se manifiesta en
todo su ser y todo su hacer; María lo observa pasmada con sus grandes ojos
color de cielo, los cuales se inundan de lágrimas de felicidad, al ver en qué
se ha convertido aquél pequeñín que un día nació de sus entrañas.
José
no quita sus ojos de encima de él, admirado de que su ‘pequeño Jesús’ ha
alcanzado ya pleno desarrollo. En cada
oportunidad que tiene eleva sus plegarias de agradecimiento a Dios por haberle
escogido para ser su ‘padre adoptivo’.
El corazón de José salta y se estremece cada vez que platica con Jesús;
él sabe bien que con quien realmente habla es con Dios Hecho Hombre. Muchas ocasiones ha sido testigo presencial
de sus prodigios; ha vivido, disfrutado y gozado la presencia de Dios en el
mundo: primicia suya, de nadie más.
Ellos
sienten que su labor y su misión han sido cumplidas; no saben cuánto más serán
bendecidos por su fidelidad y por su amor.
Ellos creen que ya nada podrán hacer en el devenir de la vida del Hijo
de Dios; que ahora está en las manos del Señor su fortalecimiento, su
conocimiento y su realización como Mesías.
Y así es, está en las manos de Dios; pero ellos seguirán siendo sus
instrumentos.
Ʊ Ω Ʊ
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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por gusto de proclamar El Evangelio.
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