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sábado, 8 de junio de 2019

De mi libro: El Evangelio según Zaqueo - 14 - 20 AÑOS DE JESÚS DE NAZARET



LAS PÁGINAS QUE SE LEEN ENSEGUIDA,
SON PARTE DE MI LIBRO
“El Evangelio Según Zaqueo”
(EL ARCA EDITORES - 2004)
Una muy personal forma de ver,
La Vida Humana de Dios Hecho Hombre.

“Santifícalos con La Verdad.
Tu Palabra es La Verdad.”


Playa del Carmen, Q.R.; México
Junio 9 del 2019.

14 DE 40


20 AÑOS DE JESÚS DE NAZARET

Cuando Jesús de Nazaret cumplió 20 años de edad, la influencia del Imperio Romano se arraigaba en las tierras de la ‘Provincia de Judea’, como se le conocía oficialmente a estos lugares, hasta el grado de borrar casi por completo a la cultura ptoloméica egipcia e incluso a los ya decadentes helénicos.  Roma había tomado lo mejor de ellos y le plasmaba su ‘propio sello imperial’ para difundir todo conocimiento como la ‘nueva cultura universal’, al estilo suntuoso de todo cuanto hacían. 

Obtener la Ciudadanía Romana era un derecho que no todo el mundo podía conseguir; se necesitaban muchas cosas, como la renuncia a los orígenes propios, que ningún judío estaba dispuesto a otorgar.  Dada esta confrontación de desprecios mutuos, ni los judíos querían ser romanos, ni los romanos acababan por reconocer a los judíos como una verdadera provincia del imperio.

Los enfrentamientos entre ‘libertadores’ judíos y legionarios romanos se multiplicaban por todo el territorio de Judea.  Muchos de ellos tomaban como centros clandestinos de operación, algunos de los pueblos de Samaria y Galilea, en donde eran mal vistos aún por sus compatriotas o correligionarios.  Varios poblados cerca de Nazaret eran constantemente patrullados por guardias del Procurador y a menudo ocurrían enfrentamientos mortales entre los bandos.

A nada de esto era ajeno Jesús de Nazaret.  Él sabía ‘perfectamente’ (como que era Dios), todo el acontecer de estos tiempos, lugares y personas.  A menudo se topaba en los caminos con las tropas romanas que se desplazaban de un lugar a otro para sofocar levantamientos esporádicos de ‘salvadores’ mesiánicos.  Había un gran movimiento de escribas, fariseos y saduceos, cada cual con sus propios seguidores, que hacían lo posible por llamar la atención del pueblo y reivindicarse con las masas como los ‘libertadores’ auténticos en cumplimiento de las profecías que hacían referencia al verdadero Mesías.

Para este joven hombre de Nazaret, el que verdaderamente sería El Mesías, Cristo Jesús, todas estas falacias solo inquietaban la parte humana que contenía a Dios.  Siempre le costó mucho trabajo permanecer en silencio ante tantas mentiras y abusos; siempre quiso intervenir para solucionar de una buena vez por todas, tantos engaños, que no obtenían nada más que muertes innecesarias de todos los grupos beligerantes.  El Verbo Encarnado (como le llamó Juan, uno de los hijos de Zebedeo), luchaba constantemente contra su naturaleza humana a fin de esperar ‘su momento’, ‘el tiempo señalado’, ‘el cumplimiento de los días’ para iniciar su predicación.

María sufría junto con Él estas angustias; José no se cansaba de ‘aconsejarlo’ respecto de su proceder.  Ellos hacían lo mejor que podían, siempre tratando de serle útiles, de cumplir con su deber de madre de Dios y padre adoptivo del Mesías.  Estos diez años de su vida humana fueron los más difíciles para el Hijo del Hombre.  La Buena Nueva urgía en su predicación y sin embargo, Jesús de Nazaret tenía que esperar los ‘tiempos humanos’, porque el  Mandato del Padre habría de llegar en el momento justo.

Las salidas de Jesús a las ciudades cercanas, e incluso a Jerusalén, se repetían más a menudo y duraban más tiempo.  María y José ya no hacían más que rezar, ante la imposibilidad de acompañarlo en esos trayectos.  El Niño Dios había crecido más que suficiente.  Su labor como ‘padres y educadores’ del Hijo de Dios había terminado.  Hicieron todo cuanto estuvo a su alcance para solventar ‘tan especial encargo’ en sus necesidades humanas; le amaron antes de nacer, le protegieron en su nacimiento, le cuidaron en su crecimiento, le procuraron en su desarrollo. 

Se ha hecho ya un hombre joven, fuerte, bello, sano y vigoroso.  Su inteligencia y sus conocimientos les superan por mucho; su divinidad es cada vez más evidente, pues se manifiesta en todo su ser y todo su hacer; María lo observa pasmada con sus grandes ojos color de cielo, los cuales se inundan de lágrimas de felicidad, al ver en qué se ha convertido aquél pequeñín que un día nació de sus entrañas. 

José no quita sus ojos de encima de él, admirado de que su ‘pequeño Jesús’ ha alcanzado ya pleno desarrollo.  En cada oportunidad que tiene eleva sus plegarias de agradecimiento a Dios por haberle escogido para ser su ‘padre adoptivo’.  El corazón de José salta y se estremece cada vez que platica con Jesús; él sabe bien que con quien realmente habla es con Dios Hecho Hombre.  Muchas ocasiones ha sido testigo presencial de sus prodigios; ha vivido, disfrutado y gozado la presencia de Dios en el mundo: primicia suya, de nadie más.

Ellos sienten que su labor y su misión han sido cumplidas; no saben cuánto más serán bendecidos por su fidelidad y por su amor.  Ellos creen que ya nada podrán hacer en el devenir de la vida del Hijo de Dios; que ahora está en las manos del Señor su fortalecimiento, su conocimiento y su realización como Mesías.  Y así es, está en las manos de Dios; pero ellos seguirán siendo sus instrumentos.

Ʊ Ω Ʊ


Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli




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