“Santifícalos con La
Verdad.
Tu Palabra es La
Verdad.”
Ciudad de
México, Enero 21 del 2019.
“Sed
perseverantes en la oración,
velando en ella
con acción de gracias;
orad al mismo
tiempo también por nosotros. . .”
San Pablo
(Col 4, 2-3)
MANUAL DE ORACIONES
(CONTINUACIÓN y
FINAL)
XV. Las
Indulgencias
Se propone a
continuación, una breve síntesis de la Doctrina de la Iglesia sobre las
Indulgencias, para ayudar a utilizar esos tesoros que la Iglesia nos ofrece,
purificando nuestro corazón de toda afición al pecado y enderezándolo hacia la
Voluntad de Dios en todas las manifestaciones de la vida.
Sigue después, una
lista de obras, oraciones y objetos enriquecidos por la Iglesia con indulgencia
parcial o plenaria.
Todo pecado lleva una culpa y una
pena. La culpa se perdona en la
Confesión. La pena hay que expiarla en
esta vida o en la otra. La Iglesia tiene
el poder de perdonar esta pena por medio de las Indulgencias.
La Indulgencia es la remisión delante de
Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa,
que el fiel, debidamente dispuesto y bajo determinadas condiciones, adquiere
mediante la intervención de la Iglesia, la cual, como Ministro de la Redención,
dispensa y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de
los Santos.
La Indulgencia es parcial o plenaria,
según libere, en parte o del todo, la pena temporal debida por los
pecados. Nadie puede aplicar la
Indulgencia que adquiere, por personas que aún viven. Las Indulgencias parciales o plenarias pueden
aplicarse por los difuntos a modo de sufragio (favor, ayuda).
Para que alguien sea capaz de adquirir
las indulgencias, se requiere ser Bautizado, no estar Excomulgado, estar en
Estado de Gracia por lo menos al final de las obras prescritas, y ser súbdito
del que tiene autoridad para concederlas.
Para que el sujeto, que es capaz de
adquirirlas, las reciba realmente, debe tener la intención, por lo menos
general, de adquirirlas, y de realizar las obras prescritas en el tiempo y del
modo determinado a tenor de la concesión.
Para conseguir la Indulgencia plenaria
es necesario realizar la obra indulgenciada y cumplir tres condiciones:
Confesión Sacramental, Comunión Eucarística y Oración según las intenciones del
Sumo Pontífice. Se requiere, además, que
se excluya cualquier afecto al pecado, aunque sea venial.
Las tres condiciones pueden ser
cumplidas muchos días antes o después de haber realizado la obra prescrita; sin
embargo, es conveniente que la Comunión y la Oración según las intenciones del
Sumo Pontífice se hagan el mismo día en que se realice la obra.
Se cumple plenamente la condición de la
Oración según las intenciones del Sumo Pontífice, recitando según sus
intenciones un Padrenuestro y un Ave María: sin embargo, se deja libertad a
cada uno de los fieles para recitar otras oraciones según la piedad y la
devoción de los mismos.
Al fiel cristiano que, por lo menos con
el corazón contrito realiza una obra enriquecida con la Indulgencia parcial, se
le concede, por medio de la Iglesia, tanta remisión temporal de la pena, cuanta
él mismo recibe ya con su oración. La
Indulgencia parcial se puede adquirir muchas veces durante el día, a no ser que
se exprese lo contrario. La Indulgencia
plenaria sólo puede obtenerse una vez al día.
Se dan tres
concesiones de indulgencia parcial al fiel cristiano que:
1.
En
el desempeño de sus deberes y en la paciencia ante las dificultades de la vida,
levanta con humilde confianza su alma a Dios, añadiendo, aunque sólo sea
mentalmente, una invocación piadosa;
2.
Guiado
por el espíritu de fe de emplea a sí mismo o sus bienes con espíritu de
misericordia, al servicio de sus hermanos necesitados;
3.
Espontáneamente
se abstiene de alguna cosa lícita y agradable para él, por espíritu de
penitencia.
Algunas oraciones y
acciones enriquecidas con indulgencia parcial, son:
1. Cada
uno de los actos de Fe, Esperanza, Caridad y Contrición recitados con Devoción
según una fórmula autorizada.
2. La
visita de adoración al Santísimo Sacramento.
3. La
Oración al Ángel de la Guarda.
4. El
Ángelus y el Regina Coeli, recitados en el tiempo correspondiente.
5. El
Alma de Cristo
6. El
Acto de Comunión Espiritual.
7. El
Credo.
8. La
acción de enseñar o aprender la Doctrina Cristiana.
9. Las
Letanías de los Santos, Las Letanías Lauretanas de la Santísima Virgen María.
10.
El Magnificat.
11.
El Acuérdate.
12.
El Miserere.
13.
La Oración para pedir por las vocaciones
sacerdotales o religiosas.
14.
La Oración mental o meditación.
15.
La Oración por el Sumo Pontífice.
16.
El Rosario recitado en privado.
17.
La lectura de la Sagrada Escritura.
18.
La Salve Regina.
19.
La Señal de la Cruz.
20.
El ‘Bajo tu Protección’.
21.
El Tantum ergo
22.
El Te Deum.
23.
El Himno al Espíritu Santo.
24.
En la Renovación de las Promesas Bautismales
Algunas oraciones y
acciones enriquecidas con Indulgencia plenaria:
1-La visita de Adoración al Santísimo de
media hora por lo menos.
2-La visita de devoción a alguna de las
cuatro Basílicas Patriarcales de Roma: San Pedro, San Pablo Extramuros, San
Juan de Letrán y Santa María la Mayor; el día de la Fiesta Titular; cualquier
día de Fiesta de Precepto; una vez al año, un día escogido para cada uno.
3-La Bendición del Papa, impartida Urbi et
Orbi recibida con piedad y devoción, aunque sea a través de la radio o la
televisión o la internet.
4-La visita a los cementerios con la
oración, aunque solo sea mental, por los difuntos, y aplicada solamente a las
almas del purgatorio, del día 1° al 8 de noviembre.
-La Adoración de la Cruz el Viernes
Santo, durante la solemne acción litúrgica.
6-En las Primeras Comuniones, a los que la
reciben y a los que asisten devotamente.
7-A los sacerdotes que celebran su primera
misa solemne, y a los fieles que participan con devoción.
8-A los participantes a Ejercicios
Espirituales de tres días de duración, por lo menos.
9-A los que recitan el Rosario en una
iglesia, en un oratorio público, en familia, en comunidad religiosa o en una
asociación piadosa.
11.- A
los que lean la Sagrada Escritura, por lo menos durante media hora al día.
12.- El Te Deum recitado en una celebración pública
el último día del año.
13.- El Veni Creatro recitado en una celebración
pública el primer día del año y el Día de Pentecostés.
14.- El Vía Crucis, delante de las estaciones legítimamente
erigidas.
15.- En la Renovación de Promesas Bautismales,
durante la celebración de la Vigilia Pascual y en el Aniversario del propio
Bautismo.
16.- La Oración a Jesús Crucificado (Mírame, oh mi amado y buen Jesús),
recitado devotamente después de la Comunión.
Algunos Objetos de
Piedad Enriquecidos con Indulgencias
1.
El Crucifijo o la Cruz, el Rosario, el
Escapulario, Las Medallas; bendecidos por algún sacerdote con las fórmulas
acostumbradas.
2.
Cuando ésos mismos objetos sean bendecidos
por el Sumo Pontífice o por un Obispo, se puede alcanzar la Indulgencia
Plenaria.
XVI. Primeros
Viernes de Mes
La Iglesia ha bendecido esta piadosa
costumbre iniciada con las promesas de Jesucristo a Santa Margarita María de
Alacoque, indicando el espíritu de reparación y de conversión con que hay que
vivirla:
“Te prometo, en la misericordia de
mi corazón, que su Amor Omnipotente concederá a todos los que Comulguen los
nueve primeros viernes de mes seguidos, la Gracia de la Penitencia final.”
La Comunión en estos primeros viernes de
mes ha de llevar a una profunda renovación espiritual, como reparación por los
pecados personales del mes precedente y como ayuda para vivir más unido a
Cristo en el siguiente. Igualmente, ha
de lograrse incrementar la entrega al apostolado para la salvación de los
hombres.
XVII. Primeros
Sábados de Mes
Muy unida a la práctica de los Viernes
Primeros, y siguiendo el mismo espíritu de desagravio por los pecados
personales y por los pecados de los hombres, se encuentra la piadosa costumbre
de los Primeros Sábados de Mes, en la que se honra a María de una manera
especial, se la contempla en el ejercicio de su fidelidad a la Voluntad de Dios
y se le tributa un homenaje filial.
Siguiendo los deseos de la Santísima
Virgen, la Confesión y la Comunión en esos días, y los 15 minutos de meditación
sobre los Misterios del Rosario, deben robustecer en el alma el esfuerzo por el
cumplimiento fiel de la Voluntad de Dios, avivar el amor a María y el deseo de imitarla
en su admirable colaboración a la Obra Redentora de su Hijo.
XVIII. El
Ayuno y la Abstinencia
El carácter prevalentemente interior y
religioso de la penitencia, no excluye ni atenúa en algún modo, la práctica
externa de esta virtud. La verdadera
penitencia no puede prescindir, en ningún momento, de una ascesis, también
física: todo nuestro ser, alma y cuerpo, debe participar activamente en este
acto religioso con el que la creatura reconoce la santidad y majestad divinas.
Por ello, la Iglesia mantiene el
precepto del ayuno y de la abstinencia en los días prescritos, considerando
esta forma de penitencia tradicional, como un modo –no el único– de penitencia
también externa.
Todo fiel cristiano debe estar
convencido de la necesidad de hacer obras de penitencia, para la remisión de
sus pecados y el bien de la Iglesia.
El tiempo penitencial de la Iglesia es
especialmente La Cuaresma. En esta época
los cristianos se dedican con mayor intensidad a la oración, a las obras de
caridad y al sacrificio.
Las normas actuales de la Iglesia sobre
el ayuno y la abstinencia son:
1.
Los
viernes de todo el año y el Miércoles de Ceniza, son los días penitenciales por
excelencia.
2.
Son
días de abstinencia todos los viernes del año, a no ser que caigan en día
festivo de precepto.
3.
Son
días de abstinencia y de ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
4.
La
abstinencia de los viernes del año, que no sean de cuaresma, puede ser
cambiada, si así lo dispone la Conferencia Episcopal del país, por una obra
piadosa o por una obra de caridad.
La abstinencia obliga a partir de los
catorce años. La ley del ayuno desde los
dieciocho años hasta los cincuenta y nueve años.
† †
†
Hasta aquí las
aportaciones del Manual de Oraciones.
14 entregas para
traducción en 9 idiomas.
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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Solo
por gusto de proclamar El Evangelio.
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