Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Diciembre 20 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
60 DE 77
V.12.- MUERTE DE
JESÚS
(Mt
27, 45-56; Mc 15, 33-41; Lc 23, 39-49; Jn 19, 28-30)
“Era ya cerca de
la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre la tierra hasta
la hora nona. El velo del Santuario se
rasgó por medio, y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre, en tus manos
encomiendo mí espíritu’ y dicho esto, expiró.”
Evangelio según San Lucas
“. . . Y
alrededor de la hora nona clamó Jesús con voz fuerte: ‘¡Elí, Elí! ¿lamá
sabactaní?’, esto es: ‘¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?’ Al
oírlo algunos de los que estaban allí decían: ‘A Elías llama éste.’ . . .Pero los otros dijeron: ‘Deja, vamos a
ver si viene Elías a salvarle.’ Pero
Jesús, dando un fuerte grito, exhaló el espíritu.”
Evangelio según San Mateo
“. . . Sabiendo
Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura , dice: ‘Tengo
sed.’ Había allí una vasija llena de
vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo
una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: ‘Todo
está cumplido.’ E inclinando la cabeza entregó el espíritu.”
Evangelio según San Juan
“. . . Al ver el
centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo:
‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.’”
Evangelio según San Marcos
¡Se te fue de control la situación,
Satanás! Justo lo que nunca debió haber
sucedido, finalmente aconteció. Los
hombres, a los que has estado instigando durante toda su existencia, han dado
muerte al Mesías, al Cristo, al Salvador, al Cordero de Dios. Yo sé que tú no lo querías muerto, porque: ‘con su muerte destruyó nuestra muerte’;
lo querías derrotado, abatido, desilusionado y renegando de su encomienda, pero
nada de ello sucedió. Jesús de Nazaret
ha soportado, en vida humana e incólume en su alma, hasta las más crueles
infamias inimaginables de tu maldad, proferidas por los seres humanos que has
poseído, en algunos casos, aún en contra de su voluntad.
Yo no conozco palabras más acertadas
para valorar este momento único de la historia de la humanidad, que las que el
Apóstol San Pablo le escribió a los Romanos (5, 1-20) en su inspirada carta;
voy a transcribir algunos de los párrafos para que se entienda ‘perfectamente
bien’ el significado de tan gloriosa ocasión, que es “La Salvación del Mundo”:
“Habiendo, pues, recibido de la Fe nuestra justificación,
estamos en paz con Dios, por
nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido también, mediante la Fe ,
el acceso a esta Gracia, en la cual nos hallamos, y nos gloriamos, en la
Esperanza de la
Gloria de Dios.
Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación
engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, Esperanza, y la Esperanza no falla,
porque la Caridad
de Dios ha sido derramada en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.
En efecto, cuando todavía estábamos
sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo
murió por los impíos; – en verdad,
apenas habrá alguien que muera por
un justo; por un hombre de bien tal vez se atreviera uno a morir – mas la prueba de que Dios nos ama
es que Cristo, siendo nosotros todavía
pecadores, murió por nosotros. . .
¡Y no solamente eso, sino que
también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor
Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación!
Por tanto, como por un solo hombre
entró el pecado en el mundo y por el pecado
la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. . . ¡con cuánta más razón los
que reciben en abundancia la gracia
y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo.
. . . Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia ; así, lo mismo que el pecado reinó en la muerte,
así también reinará la gracia en virtud de
la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.”
Nadie mejor que San Pablo (a quien
el Demonio alguna vez mantuvo en sus lazos, pero que el mismísimo Señor Jesús
llamó para sí), para explicar la invaluable entrega de Jesucristo en la
cruz. También es Pablo el que deja claro
el valor de la unidad en la humildad ejercida por Jesucristo, cuando escribe a
los Filipenses (2, 5-11):
“Tened entre vosotros los mismos
sentimientos de Cristo:
El cual, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre
(en todo menos en el pecado); y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre,
que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús, toda rodilla se
doble en los cielos, en la tierra
y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el SEÑOR para gloria de Dios Padre.”
Sin
lugar a dudas el que mejor habla acerca del Divino significado de la muerte del
Cordero de Dios es Pablo. Yo solo he
transcrito lo que él ha dicho, que al mismo tiempo es Palabra de Dios.
Cuando en las Megamisiones de Semana
Santa me toca predicar Las Siete Palabras dentro del Triduo Sacro, hago
especial hincapié a la devoción sobre ésta, la séptima y última de las frases
que dijo Jesucristo en la cruz: “. . . ‘Padre,
en tus manos encomiendo mí espíritu’ y dicho esto, expiró.” En ese momento
les pido a todos que nos hinquemos en honor al Señor, porque para mí, las
reverencias ante el Sagrario y ante el Crucifijo del Altar son muy buenas, pero
insuficientes para el tamaño de valor que nos deben significar. A penas hincados, estaríamos en una posición
digna para adoración.
Con todo lo dicho y transcrito, no
puedo más que agradecer a Dios Padre por la entrega de Su Hijo por mí
salvación; y recordarle igualmente al Demonio lo inútil de sus acechos contra
el Mesías, porque, en acechando él, ¡Cristo nos alcanzó la Redención !
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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