“Santifícalos con La
Verdad.
Tu Palabra es La
Verdad.”
Ciudad de
México, Diciembre 23 del 2018.
“Os anuncio una
gran alegría, .”
(Lc 2, 41)
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO:
EL ACONTECIMIENTO DE BELÉN
Muy estimados todos, en Cristo Jesús:
Suponiendo que no
fuésemos Cristianos Católicos –que profesáramos cualesquiera de las otras fes
que existen– de todas maneras, no podríamos dejar de maravillarnos con el Gran
Acontecimiento de Belén. En su primer momento,
ya maravilló a algunos en la Tierra –Los Magos de Oriente, Herodes El Grande,
los humildes pastores– pero actualmente, más de 5,000 millones de personas en
todo el Mundo, tienen algo que ver con La Navidad, cada año. Sacrosanto o contrario, pero algo hacemos en
torno al Nacimiento del Niño Dios.
El Acontecimiento de
Belén reúne grandes cantidades de gente en todo el Mundo; detiene guerras y
otorga treguas entre beligerantes; llena los corazones con un deseo
incontenible de orar, de dar gracias, de arrepentirse y de perdonar; El
Acontecimiento de Belén nos acerca –aunque no lo queramos– en cuerpo y alma a
Dios Padre Creador, a Dios Hijo Redentor y a Dios Espíritu Santo
Santificador. El Acontecimiento de
Belén, es Dios en la Tierra.
Si lo anterior es
irrefutable, como lo es, entonces, nosotros Católicos, no podemos ser parte de
la gran masa “materializadora”, comercializadora y convenenciera de la Navidad;
porque nosotros sí sabemos cuál fue la verdadera razón de “El Acontecimiento de
Belén”.
La Navidad no es la magnífica cena que se hace
anualmente, esa la disfrutamos La Noche Buena para festejar La Natividad del
Niño Dios –verdadera razón de la celebración– Jesús, nuestro Señor y
Salvador. La Navidad tampoco es el regalo que tenemos que
darnos en el ‘intercambio’ con amigos y familiares, esos son para darnos el
gusto de hacer feliz a alguien; el verdadero regalo es Dios Hecho Hombre,
Emmanuel, “Dios Con Nosotros”. La Navidad es alegrarnos por la inmensa
Misericordia que Dios ha querido manifestarnos, al ‘darnos’ a su Hijo muy amado
como Redentor nuestro.
Este Cuarto Domingo
de Adviento, en que ya estamos preparados ESPIRITUAL Y FÍSICAMENTE, para PERDONAR
A TODOS Y PEDIR QUE TODOS NOS PERDONEN, dispongamos nuestros
pensamientos, palabras y obras; y hagamos todo el Bien que podamos hacer, el
del momento que estemos viviendo y el de todos los momentos que hemos dejado de
hacerlo. ¡¡Eso es Navidad: hacer el Bien
sin mirar a quién; por el Niño Dios y su invaluable Nacimiento entre
nosotros.
¡Feliz Navidad!
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
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