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jueves, 6 de septiembre de 2018

De mi libro: V.G. - 55 - Primer Evangelio Concluido

Santifícalos con La Verdad.

Ciudad de México, Septiembre 7 del 2018.

DEL LIBRO
Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil
55 de 130

Villa Veritas, Roma Augusta Imperialis
Iunius X
XXXIX A. D.

PRIMER EVANGELÎUM CONCLUÍDO

Con un inmenso placer recibo de Mathêo Apóstol y del añorado Tadeus Tarquinii, un vultus que han enviado por correo del “Christus Mandatus”; contiene más de ciento veinte hojas de papirus y una misiva firmada por el Santo Hombre, que dice:
  
A nuestro querido hermano en la Fe,
Veritelius de Garlla, el Apóstol Gentil.

Saludos desde Etiopía, las cálidas y lejanas tierras de Sabá y Efá; donde la comunidad de seguidores de nuestro Señor Iesus Christi cada vez crece más entre los hermanos.  Sin lugar a dudas, nuestra venida ha sido muy benéfica, pues todos han sido Evangelizadas con la Palabra de Iesus Nazarenus, bautizándoles en el Nombre del Padre y del Hijo y del Sanctus Spirîtus.

A todos los Garlla les envían su amor sincero y su recuerdo profundo Tadeus Tarquinii y su familia, quienes han sido una bendición del Señor para éste su humilde siervo. 

Las hojas que adjunto, Veritelius, son el final de mis escritos acerca del Evangelio de Nuestro Señor Iesus Christi.  Tú sabes qué hacer con ellos: tradúcelos, cópialos y distribúyelos a todas las comunidades de fieles.

Que la Gracia de nuestro Señor Iesus Christus en Comunión con el Padre y el Sanctus Spirîtus esté contigo y con todos los tuyos del “Christus Mandatus”.

Mathêo Apostôlus,
Domini Servus.

Abisinia, África, Maius XXIX,
XXXIX Anno Domini


¡Esto ha viajado tres mil millas romanas en doce días!  ¡Magnífico trabajo el de Tadeus! y . . .  ¡Celestiales los escritos del Sanctus Apóstol Mathêo!  Uno nunca necesitará más que leer a Mathêo Apóstol para creer en Iesus Christi y su Divino Evangelio:
                   El Misterio del Reino de los Cielos.
                   Discurso Parabólico.
                   La Iglesia, Primicia del Reino de los Cielos.
                   Discurso Eclesiástico.
                   Próxima Venida del Reino de los Cielos.
                   Discurso Escatológico.
                   Pasión, Muerte y Resurrección de Iesus Christi.

¡¡No tengo palabras con qué agradecerle a Dios que nuestro trabajo del “Christus Mandatus” haya sido bendecido con tan maravillosos escritos!!  Estos dos Galileos: Uno hablando y el otro escribiendo, son el duplus más sensacional y maravilloso que la humanidad vaya a conocer jamás: Iesus Nazarenus, Deus Christi; y Mathêo Apostôlus, Servus Domini.  ¡EN ROMA, URBE DEL ORBE, SERÁ LEÍDO COMPLETO POR PRIMERA VEZ, EL EVANGELÎUM DE IESUS NAZARENUS SEGÚN MATHÊO ANTE LA PRESENCIA DEL MISMÍSIMO CÉSAR CALÍGULA!  

De inmediato les enseño a Gallio y a Tito el tesoro razón de mi alegría, y ellos, por supuesto, sí encuentran las palabras necesarias para la ocasión; me dice Gallio, mi hijo:
       ¡Este es el triunfo más grande que hayas tenido en tú vida, Patis!  ¡Ninguno de los que obtuviste como súbdito del César pueden siquiera asemejarse!  ¡Ahora, como súbdito del “Christus Mandatus”, has sido verdaderamente bendecido de Dios! 
       ¡Alabado sea Ye Havá Wé Hayá!  ¡Alabado sea Iesus Christi!  ¡Alabado sea el Sanctus Spirîtus!  ¡Alabado sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos!  ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!, grita el joven Tito emocionado.
       ¡Amén!, respondo yo con la voz envuelta en un profundo llanto de alegría y felicidad, que es consolado por Lili, mi amada esposa, quien, también sollozando, me dice:
       ¡Veritelius, no sabes cuán orgullosa estoy de ti! ¡Eres un soldado dignísimo en cualquier ejército; bien sea de hombres o del mismo Dios!

En el conteo del botín se conoce el alcance de la victoria lograda; éste incluye personas (jerarcas, jefes y soldados), cosas (desde granos hasta oro) y tierras (con todo cuanto contengan); hoy solamente tengo un montón de hojas, sin embargo, nunca jamás ‘algo’ llenó más mi alma.  Cinco años de insistente trabajo hoy están redituando su fruto: El Evangelio, según Mathêo Apóstol, ha sido concluido. 



+ + +


Roma Augusta Imperialis
Dies Solis, Iunius XIII
XXXIX A. D.

LECTURA DEL SANTO EVANGELÎUM
SEGÚN MATHÊO APÓSTOL

Estamos en el Amphitheatrum Augusti, una gran construcción pétrea en pleno Forum Augusti, en el corazón de la Roma Imperialis , donde nos hemos dado cita más de tres mil personas para escuchar la lectura (por primera vez en la Historia), del Evangelîum según Matheus Apostôlus; coincidentemente, hoy se cumple el VI Aniversario  del “Christus Mandatus”, que inició en el XXXIII Anno Domini, con una orden de Tiberio Julio César; aquél día de mi cumpleaños LIV que disfrutábamos apaciblemente, mi familia y yo, en nuestra querida Villa Garlla Mediolanum.  De entonces a este día, exactamente seis años después, han sucedido muchísimas cosas; algunas convenientes otra inconvenientes, pero todas han aportado su parte para este glorioso Domini Dies.

Han sido invitados (y han hecho acto de presencia –obligados o no – pero aquí están), todos los Senadores y Tribunos que se encuentran en Roma, los más altos dignatarios de visita en la Urbe, los Jefes de Sinagogas y los Iudaicus ‘seguidores’ de Iesus Nazarenus.  Todos encabezados por César Calígula y su Imperialis Familia.  Así, de un solo golpe, tres mil seres humanos serán ‘Evangelizados’ con la Verbum Domine que escucharán; tres mil mortales podrán cambiar el sentido de sus vidas, en la que ahora viven y en la que pueden ‘esperar’.  Desde hace seis años Tiberio Julio César y yo nos imaginábamos este momento; él ya no vive, pero existe aún en nuestra memoria, por lo tanto vive.

Los lectores serán Tito, hijo de Diófanes Pireo y Gallio de Garlla, mi hijo. Leerán  recitando los versículos en que está dividida la narrativa del Apóstol Mathêo; y cuando haya diálogos, alternarán entre los dos las frases de cada uno de los exponentes.  La sesión estará dividida en tres partes: la primera desde el Nacimiento de Iesus Nazarenus hasta la Promulgación del Reino de los Cielos; la segunda hasta la Predicación del Reino de los Cielos; y la tercera parte será la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios.  Entre cada parte habrá un descanso y refrigerios para todos los invitados.  La duración del evento será de tres horas aproximadamente.  La acústica del lugar, que es magnífica, ayudará mucho a la atención de los asistentes para cuanto les sea leído. 

En punto de la Cuarta Hora del día, inicia Tito; pidiendo a todos los presentes nos pongamos de pié para elevar una plegaria a Dios.  El joven hombre, con una serenidad impactante, dice:
         “Ven Espíritu Santo;
         Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de Tu amor;
         Envía Señor Tu Espíritu Creador.
         Y se renovará la faz de la tierra.”
De inmediato Gallio le responde:
         “Oh, Dios, que haz iluminado los corazones de tus hijos
                   Con la Luz del Espíritu Santo,
                   haznos dóciles a sus inspiraciones
                   para gustar siempre del bien y gozar de sus consuelos.”

Y todos los que sabemos de ‘estos asuntos’, contestamos ¡¡Amén!!  Esta oración la conozco muy bien, la repiten Los Apóstoles y Discípulos cada vez que inician una de estas ‘celebraciones.

La voz de Tito es diáfana, limpia y clara; retumba por todos los lugares del amphitetrum y se escucha como si estuviera sentado a un lado de nosotros.  Su lectura y pronunciación del latín nada le piden a los grandes oradores que hay en el senado; en realidad está como en un podium, praedicandum la Verbum Domini.  Ayer que practicaban los dos, se apreciaba claramente cómo se concentraban de tal manera, que parecían oráculum in auguris; ambos están muy “agradecidos con Dios de lo que están haciendo”.  Así dicen ellos.    

Al término de la primera parte, el ‘maestro de la ceremonia’ que es el Sacerdote Theodorus Cautonia, invita a todos a tomar algún bocadillo y alguna bebida para poder mantener debida atención de los lectores.  El murmullo de la gente por los comentarios sobre lo que han oído flota por todo el ambiente; y César Calígula, a lado de quien me encuentro, dice:
       Qué impresionante es todo esto, Thius Veritelius, jamás pensé que fuese algo tan serio y tan profundo.  Este Iesus Nazarenus bien puede ser un hijo de cualquiera de nuestros amados dioses.
       Bien podría ser, le contesto yo, solo que aquí estamos hablando de El Hijo de Dios, no de Hermes o de Apolo; sino del Mashiaj, el Christi, el Salvador de los hombres, Calígula.  Ahora verás la segunda parte, es aún más interesante. Respondo a su comentario.

Cuando inicia la lectura de la segunda parte, el silencio es total; solo se oye la potente voz de Gallio recitando cada parte de la narrativa del Apóstol Mathêo.  Impresionante, debo decir; muy impactante es esto para mí.  Por supuesto, la madre del muchacho, mi amada esposa Lili, contiene el llanto, suspira y enjuga sus lágrimas a cada instante.  El sol cae a plomo desde el cielo; sin embargo, los lienzos de gruesa tela que han sido colocados desde la parte más alta del amphiteatrum, hasta el techo del pulpitum, nos protegen completamente, por lo que la estancia hasta es agradable.

Al inicio de la tercera parte, y dado que los iudaicus que ocupan la parte más alta del recinto ya saben lo que va a leerse, han iniciado unos cánticos muy hermosos en su lengua, usando prácticamente una sola palabra: H A L L E L U I A H,  hacen un coro por demás armonioso, subiendo y bajando la voz, en el que participan por igual hombres y mujeres; algo raro en ellos, conociendo sus raras costumbres de convivencia.

Cuando ellos terminan el canto, los dos jóvenes oradores continúan juntos la lectura con tal exactitud y parsimonia, que yo podría asegurar que hay dos ángeles del cielo leyendo para nosotros.  Mathêo es un Rabbuni, aunque él no quiera que yo le llame así, es un auténtico Maestro de la Ley, los Profetas y los Santos Escritos.  Ha traspasado para la posteridad por medio de sus narraciones, la Mishná de Divino Rabbuni Iesus Christi, en sus Parábolas y ejempli-ficaciones.  Divinus Magíster Magisterium.  Ni qué decir, esto es una Bendición de Dios.

En los diálogos que se desarrollan en el prendimiento, ‘juicio’, azote, tormento, crucifixión y muerte del Señor, los llantos ya no son contenidos; muchos, incluso algunos no judíos, lloran con tal sentimiento que Gallio y Tito han de suspender momentáneamente su lectura.  La escena es desgarradora, pues no se trata de una ‘obra de teatro’, sino de la narración verídica de hechos que así ocurrieron en esos desagradables momentos.  Mathêo inclusive ha tomado a la letra algunas partes del ‘Juicio de Poncio Pilatus a Iesus Nazarenus’, que yo mismo le facilité para su consulta.  No hay una sola mujer que no esté llorando; y habemos muchos hombres que también lo estamos haciendo.

A las palabras en arameo de “¡Elí, Elí!, ¿lammá sabacthaní?” transcritas por Mathêo Apóstol, y dichas por Iesus Nazarenus en la cruz, todos los iudaicus sin excepción, se han hincado en sus lugares, tapándose el rostro con sus manos.  Todos los ‘gentiles’ volteamos angustiados a mirarlos, pues han hecho un acto de tal forma doloroso, que hemos quedado impresionados todos.  También Tito y Gallio han genuflexionado ambas rodillas. 

El silencio es sepulcral; impactante, abrumador.  Los dos jóvenes en el podium se levantan primero y al mismo tiempo todos vuelven a tomar sus lugares.  César Calígula está admirado y consternado profundamente; no dice una palabra, pero su mirada lo delata del todo; casi podría yo leer su pensamiento que dice: “¿Cómo fue posible que se cometiera ese salvaje asesinato?”  Pues lo fue.  Por ello vale de gran manera que Tiberius Iulius Cæsar, Imperator Maxîmums, haya instruido a las más altas autoridades del Imperio para que se reestableciera el honoris, la lex y la iustitia de Roma, por tan deleznable momento,  a través del “Christus Mandatus”.  Yo solo puedo decir ¡Alabado sea Iesus Christi!

Casi cuatro horas ha durado la lectura y la gente no se ha movido de sus lugares; es más, han llegado mayor cantidad de personas que cuando iniciamos.  Nadie sabe si aplaudir, reír o llorar, porque los sentimientos son muy encontrados; y entonces, desde lo alto, se vuelve a oír el coro angelical:
“Ha-le-lu-iah”, “Ha - leee - lu - iah”;  “Ha – le – lu – iah”, “Haa – le – lu – iah.”

Las felicitaciones llegan de todos los asistente; pues han quedado maravillados con las lecturas escuchadas.   Muchos de ellos inclusive quieren una copia del “Evangelio según Mathêo Apóstol” como un libris personal; pero Theodorus y Andrónico me han sugerido que primero tenga la autorización del Apóstol Petrus al respecto.  Así se hará.

Sin embargo, de todo esto a mí me queda una duda muy grande (y esta sí que la voy a consultar con el Apóstol Jefe); Mathêo dice en sus últimos dos versículos lo siguiente:
Euntes ergó docete omnes gentes, baptizantes cos in nomine Patris, et Filii, et Spirîtus Sancti.
Docentes eos servare omnia quæcumque mandavi vobis.  Et ecce vobiscum sum omnimus usque ad consumationem sæculi.

Id pues, y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

Enseñándoles a observar todas las cosas que os he mandado.  Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo.

“. . . todas las gentes. . .” significa TODAS LAS PERSONAS, sin importar si son o no iudaicus.  Si esto fue lo que dijo el Señor, a mí me lo tienen que explicar mejor, porque yo no lo entiendo como ellos.  PARA MÍ, ESTO SIGNIFICA QUE EL EVANGELIO ES PARA ABSOLUTAMENTE TODOS, no solo para iudaicus.

Todos debemos ser Bautizados y todos debemos ser enseñados. . . eso es el “Christus Mandatus”; eso fue lo que pensó Tiberio desde el principio.  TODOS Y POR SIEMPRE, que es lo que significa la frase “ad consumationem sæculi”; porque obviamente, nadie vive todo un siglo. 

Con nadie hablaré este asunto hasta que tenga frente a mí a Los Doce o los que queden de ellos en Hierosolyma¡Porque yo quiero ser Bautizado! Aunque no sea judío.


† † †


Orar sirve, oremos por nuestros Pueblos.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli



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