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jueves, 9 de agosto de 2018

De mi libro V.G. - 51 - Imperialis Luctus

Santifícalos con La Verdad.


Ciudad de México, Agosto 10 del 2018.

DEL LIBRO
Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil
51 de 130


Misena, Pozzuoli, Campania, Italia
Martius XVI
Año XXIV del Reinado de Tiberio Julio César
XXXVII A. D.

IMPERIALIS LUCTUS

Tiberius Iulius Cæsar, mortûus est.  Ni siquiera a Pozzuoli pudo llegar.  Era tal su deseo de morir y tan grave su estado de salud, que las fuerzas se le acabaron por completo cuando le desembarcaron en Misena.  Tiberio será uno de esos estadistas de la Historia Universal que tendrá de todo: quien le critique, quien le reconozca, quien le alabe.  Los que le amamos le recordaremos siempre como gran gobernante, gran hombre, gran padre; alguien que detestaba el protagonismo, teniendo que protagonizar por su importancia como guía; alguien que vivió en la opulencia, pero que nunca olvidó y siempre atendió, las demandas de los más necesitados.

Para Roma fue el Emperador ideal, después del aclamado Augusto César. En Tiberio todos tuvieron su lugar, el Senado, el Ejército y el Pueblo.  Con él se crearon las primeras Provincias Senatoriales por elección; no como dádiva del Divino Emperador, que siempre fueron una deuda. Con él, el Ejército Imperial logró su plena institucionalización, sin dependencia del caudillismo personal.  Con Tiberio el Pueblo Romano aprendió a vivir con el gobernante, no a sobrevivir de lo que el gobernante le daba.  Fueron los veinticuatro años del Gobierno Imperial de Tiberio César, lo que consolidó la Pax Romana alcanzada con las armas y la maquinaria de guerra. 

Para mis hijos fue el abuelo paterno que nunca tuvieron y para mí el padre que siempre me faltó.  De frente a su luz, yo proyecté mi sombra; y nunca usé la suya para protegerme de otra luz.

Pero sobre todo eso, la posteridad podrá juzgar a Tiberius Iulius Cæsar como el estadista que hizo posible a través del “Christus Mandatus” conocer la grandiosidad del Hijo de Dios, quien escogió nacer en total y patente humildad entre los hombres a los que vino a salvar: Iesus Nazarenus.



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Roma Augusta Imperialis, Urbe del Orbe
Martius XXVI
XXXVII A. D.

CAYO IULIUS CÆSAR CALÍGULA,
IMPERATOR MAXÎMUMS

Ayer terminaron los diez días de Imperialis Luctus decretados por Calígula en honor a su tío abuelo, mentor y protector Tiberio César.  Hoy, Calígula será aclamado Imperator Maxîmums Romanorum, lo que le confiere el poder absoluto en el inmenso territorio que gobierna Roma.  Hoy, exactamente cuatro años después de la muerte de Iesus Nazarenus, el Imperio tiene un nuevo César y muchos proyectos que concluir y otros tantos que iniciar.  ¿Qué pasará con el “Christus Mandatus”?, nadie lo sabe, ni siquiera yo mismo.  Hay ciertamente las promesas de fidelidad y continuidad que Tiberio le solicitó a Calígula; pero Tiberio está muerto y Calígula es el nuevo omnipotêns romano.

Calígula es un hombre muy joven, muy impetuoso y muy prepotente; no conoce los límites para nada; todo cree poderlo, todo cree merecerlo, todo quiere tenerlo.  Si yo fuera augur, auguraría ‘tiempos muy inconvenientes para Roma’; y como esto no es bueno, auguraría muy poco tiempo de reinado del Joven César Calígula.  Nada me dará más gusto que errar mi augurio, pero conozco al hombre desde niño y jamás ha dado muestras de cordura.  Ni en el campo de batalla en donde le tuve dentro de mis tropas, causando severos problemas de indisciplina; ni en sus relaciones con las esferas de poder del Imperio, llámense Senado, Provincias o Familia Real. 

El hombre tiene capacidades, ciertamente; lo que Tiberio ha querido lograr con su designación como heredero, es un período largo de estabilidad en el Imperio como el que hasta ahora se ha alcanzado: cuarenta y un años del reinado de Augusto César; más veintitrés del suyo, son sesenta y cuatro años de plena Pax Romana; dicho de otra forma, una generación completa de romanos han disfrutado los bienes absolutos del Imperio en cuanto a convivencia y status de vida.  Con tan solo veinticinco años de edad, Calígula podrá, igual que su abuelo adoptivo y el antecesor de éste, Augusto César, implementar los mecanismos necesarios para la continuidad de estos fastuosos períodos del Imperio Romano.  Por eso y para eso él, CAYO IULIUS CÆSAR CALÍGULA.



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Villa Veritas, Roma Augusta Imperialis
Aprilis II
XXXVII A. D.

LAS ÓRDENES DE CALÍGULA

Mi familia y yo permanecemos en Villa Veritas, nuestra mansión en Roma, en espera de la conclusión de los actos oficiales de la entronización del Emperador. Todos los Garlla estamos en luto pleno, pues la muerte de Tiberio César nos ha golpeado el alma en lo más profundo.  Para todos: mis hijos mayores, mis pequeñas hijas, para Lili, mi amada esposa y para mí, su deceso ha sido un hecho difícil de superar; yo no sabía cuánto, pero realmente amábamos mucho al ‘padre y abuelo adoptivo’ con quien convivíamos.

He sido llamado a audiencia personal con el César Calígula; realmente mucho antes de lo que yo suponía; espero que lo que tratemos esté relacionado con el “Christus Mandatus”.  La entrevista tendrá lugar en la Domus Palatinum, la más esplendorosa de todas las mansiones de Roma; lo es tanto, que ahora a las residencias reales, no importa en donde se encuentren, se les llama Palatium, como asemejando tan solo con el nombre, la magnificencia de la construcción real construida por Augusto César.  Toda la Colina Palatina desde el Foro Romano hasta el Tiberis, son construcciones reales; el foso y la gran empalizada que la circundan delimitan la Cæsaris Imperialis Resîdentia; un lugar amplísimo y extremadamente vigilado. 

Entrar en esos lugares sin los salvoconductos requeridos, es muerte segura; los Guardias Pretorianos eliminan al que haya osado semejante acción; no importa de quién se trate: toda incursión sin autorización, es considerada afrenta, por lo tanto, el infractor debe morir.  Los Templos, los domus, el teatro, las termas, los edificios de audiencias, los jardines y estanques, todo, absolutamente todo está profusamente vigilado por Pretorianos armados.

1.                 ¡Thius Veritelius, que gusto me da veros en este sitio!; aquí será en donde nos entrevistemos siempre tú y yo, para los asuntos del “Christus Mandatus” que nos ha dejado a buen encargo mi abuelo Tiberio César, de honrosa memoria. Así me recibe en novus Imperator Maxîmums.
2.                 ¡Ave César!, Honorable Calígula, le respondo al joven César.
3.                 ¡No. Thius Veritelius!, ni tú ni nadie de tu familia deberá dirigirse a mí con el saludo del César; primero somos familia, después lo demás; ni tus hijos ni tus hijas, ni tu esposa ni tú mismo me saludarán como súbditos; siempre serán reconocidos como mi familia, familia imperial adoptiva. Yo solo tengo buenos recuerdos de ustedes con mi abuelo Tiberio y eso es lo que quiero que permanezca; no me relegues a la frialdad del protocolo, mantenme como uno de tus afines y permíteme tratarlos como mi familia. Así, tal cual lo ha pedido él mismo.
4.                 Te agradezco el altísimo honor, Calígula; pero debes recordar que yo siempre seré un súbdito del Imperator Romanorum, sin importar quién sea, cómo se llame o qué edad tenga.
5.                 Lo sé Thius Veritelius, por ello es que te pido que a mí me consideres como parte de la bellísima familia que ustedes forman y yo los tome como Imperialis Familiaris.
6.                 Porque es tu deseo, Calígula, así será.  Todos los Garlla te lo agradecemos hoy y siempre.
7.                 Thius Veritelius, tú deberás seguir con el “Christus Mandatus” como hasta ahora lo has realizado tan magníficamente.  Nada al respecto cambiará; será como si mi abuelo Tiberio todavía viviera; mi tío Claudio y tú serán mi guía en este y en muchos otros proiectus que yo emprenda.  Insûla Capreæ, será deshabilitada como residencia imperial, por lo que tendrás que cambiar tu residencia a otro lugar; me encantaría que fuera en Villa Veritas, aquí en Roma, de tan agradables recuerdos para mí.  Ello nos mantendría en el cercano contacto que yo necesito de ti.  Además, todos ustedes son romanos de corazón.
8.                 Será como tú ordenes Calígula; de inmediato ordenaré nuestro traslado.
9.                 Gracias, Thius Veritelius.  Para que yo me actualice sobre tus grandes logros alcanzados y por alcanzar en el “Christus Mandatus”, quisiera que en una reunión de familias nos platicaras a todos el sino y destino de tan maravilloso proiectus.  Qué te parece que sea en Maius X cuando nos reunamos aquí en el Domus Palatinum; tú invita a quien quieras, solo vendrán tu familia, la del Thius Claudio y la mía.
10.            Así se hará, Honorable, Calígula.
11.            Sin el Honorable, Tribunus Legatus; con el Calígula basta viniendo de ti y los tuyos, amado Thius Veritelius.

No estoy sorprendido con la actitud de Cayo Iulius Cæsar Calígula; ¡¡estoy en estado de perplejidad absoluta!!, jamás pensé que esta fuera mi primera reunión con el nuevo emperador.  Es altamente significativa para mí, y lo será para mi familia, la distinción que me ha hecho saber.  Ser familia adoptiva, es una gran gloria para cualquier romano que ame a Roma (y hasta para los que no la aman).

Ahora hay que interpretar todo lo que dijo: el “Christus Mandatus” sigue; eso está muy claro y así lo informaré por escrito a todas las comunidades.  Si Insûla Capreæ será deshabitada y yo me tengo que trasladar a Roma, perderé tiempo para el recibo y envío de documentos; lo que significa que habré de modificar los viajes de las liburnas desde Creta.  Con mi misiva empezaremos a tomar tiempos del tabellarius (correo).

Villa Veritas, Roma Augusta Imperialis
Aprilis II, del XXXVII A. D.

Amadísimos Todos en Iesus Christi:
        
Como seguramente ya os habréis enterado, Tiberius Iulius César ha muerto el pasado XVI de Martius, en el XXIV Año de su Reinado; una pena que embarga profundamente mi persona, a mi familia y al Imperio Romano todo.  Le sucede en el Trono Cayo Iulius César Calígula, su nieto adoptivo y quien tiempo ha, estaba designado para el hecho.

Hoy mismo me he reunido con el nuevo Emperador Romano Calígula, quien para beneplácito de todos, ha autorizado la continuidad del Proiectus del “Christus Mandatus” establecido por Tiberio Julio César, de grata e imborrable memoria.

Lo anterior significa que seguiremos ‘operando’ tal como lo hemos hecho hasta esta fecha, dándole gracias a Dios, al Señor Iesus Christi y al Sanctus Spirîtus que hayan iluminado al César para esta aprobación.  Nuestras oraciones han sido escuchadas y atendidas.

Suyo afectísimo en Iesus Christi,

                                      ¡Alabado sea Iesus Christi!
        
        
                                      Tribunus Legatus Veritelius de Garlla
                                      Plenuspotenciarius “Christus Mandatus”



Esta carta en latín, será traducida al arameo y al griego; y copiada en los tres idiomas para ser enviada a las TREINTA COMINIDADES en donde tenemos a alguien que esté relacionado con el “Christus Mandatus”, Obra de Dios.




† † †


Orar sirve, oremos por nuestros Pueblos.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli



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