Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Agosto 8 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
41 DE 77
IV.8.- LA RESURRECCIÓN DE
LOS MUERTOS
(Mt
22, 23-33; Mc 12, 18-27; Lc 20, 27-40)
“Se acercaron
algunos saduceos, los que sostienen que no hay resurrección, y le preguntaron:
‘Maestro, Moisés
nos dejó escrito que si a uno se le muere un hermano casado y sin hijos, debe
tomar a la mujer para dar descendencia a su hermano.
Pues bien, eran
siete hermanos. El primero tomó mujer y murió sin hijos; la tomó el segundo;
luego el tercero; y murieron los siete, sin dejar hijos. Finalmente también murió la mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en
la resurrección? Porque fue mujer de los siete.’
Jesús les dijo:
‘Los hijos de este mundo toman mujer y marido; pero los que alcancen a ser
dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección entre los muertos, ni
ellos tomarán mujer, ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como
ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección.
Y que los
muertos resucitan, lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando
llama al Señor el
Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
No es un Dios de
muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven.’
Al oír esto, la
gente se quedaba maravillada con su doctrina.”
Ahora les toca a los saduceos ser
instrumentos del Demonio; y el planteamiento de duda es precisamente su escudo
de discordia entre todos: la resurrección de los muertos. El ataque continúa; el acecho es permanente. Con los que haya, con los que se dejen, con
todos atacará el Diablo.
Para entender el por qué de la
intervención de esta influyente minoría del Sanedrín Judío, hay que aclarar
unas cuantas cosas. La inmortalidad del
alma es un concepto religioso tan antiguo como la cultura humana. Ya con los Caldeos de Mesopotamia (la antigua
Babilonia), siete mil años antes de Cristo, se tenía claro que el ser humano
era una parte física y una anímica; la primera moría a la vida, la segunda
pasaba a otra. Los Egipcios, cuatro mil
años antes de Jesucristo; tenían tan claro este concepto, que hasta
embalsamaban a sus soberanos y
depositaban cosas de uso normal en las tumbas, para el ‘viaje’ que
tenían que realizar sus monarcas hacia el ‘otro mundo’. Para los hebreo-israelitas-judíos, mantener
en el recuerdo a los Patriarcas era mantenerlos vivos, en presencia constante,
sin que hubiesen muerto del todo.
Para
la cultura Greco-Romana, el alma inmortal es un hecho hasta filosófico, en
donde la psiké y el ánima juegan un papel muy importante en
la conjunción de la persona humana. Los Saduceos son una secta judía que aparece
unos cien años antes de Jesucristo y sus ideas, para tomar notoriedad entre el
Sanedrín, niegan (sin fundamento teológico, filosófico o cualquier forma del
conocimiento humano; esto es: negar por negar), todo lo relacionado con el alma inmortal, la resurrección de los muertos u otra posibilidad de vida anterior o posterior de la vida
terrenal (mineral, vegetal, animal o humana). Yo diría que son los primeros ‘materialistas’ existentes.
Por supuesto, el planteamiento que le
hacen al Divino Maestro tiene un alto grado de cinismo y sarcasmo, pues
fundamentan en La Ley
de Moisés un acto de continuidad que ésta no puede resolver; pero que Cristo sí
puede, porque Él supera a la
Ley Mosaica. “. . . Ésta,
pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque fue mujer de los
siete. . .” En verdad que estos
saduceos no creían que Cristo fuera el Hijo de Dios, pues si lo hubiesen
aceptado de alguna forma, habrían sabido de antemano que iban a ser abatidos en
su confrontación con mucha facilidad.
Eso es lo malo de solo pensar en cosas puramente materiales; uno acaba
por limitar el conocimiento a minerales, plantas, animales y cuerpos humanos
(que no es poco, pero sí muy limitado), en lugar de pensar trascendentalmente,
especialmente queriendo llegar a Dios.
“Jesús les dijo:
‘Los hijos de este mundo toman mujer y marido; pero los que alcancen a ser
dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección entre los muertos, ni
ellos tomarán mujer, ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como
ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección.’” O lo que es lo mismo: no se apuren, hay
muchísimo más que actividades humanas en el Reino de los Cielos.
Y para que les quedara claro lo corto
de su pensamiento y lo errado de sus deducciones, les aclara algo que no le han
preguntado (pero al fin ‘galileo’, Jesús de Nazaret les responde: “. . . Y que los muertos resucitan, lo ha
indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de
Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino
de vivos, porque para Él todos viven. . .’”
No, ya no hubo réplica; ningún argumento
más pudieron dar estos servidores del Demonio.
San Mateo, cuasi-fariseo y anti-saduceo, cierra el pasaje tan bellamente
como solo un estudioso pudiera hacerlo: “. . . Al oír esto, la gente se quedaba maravillada con su doctrina.”
¡Ni modo Satán, tendrás que buscar
otros mejores, porque estos no son del tamaño que tú esperabas para el acecho
contra el Mesías!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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