Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Agosto 15 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
42 DE 77
IV.9.- ANUNCIO DE LA TRAICIÓN DE JUDAS
ISCARIOTE
(Mt
26, 20-25; Mc 14, 17-21; Lc 22, 21-23;
Jn 13, 21-30)
“‘Mirad que la
mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa. Porque el Hijo del hombre se marcha según
está determinado. Pero, ¡ay de aquél por
quien es entregado!’ Entonces se
pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.”
Evangelio según San Lucas
“Cuando dijo
estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: ‘En verdad, en verdad
os digo que uno de vosotros me entregará.’
Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba.
Uno de los
discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice:
‘Pregúntale de quién está hablando.’ El
discípulo, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: ‘Señor, ¿quién
es?’ Le responde Jesús: ‘Es aquel a
quien dé el bocado que voy a mojar.’
Y, mojando el
bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él
Satanás. Jesús le dice: ‘Lo que tengas
que hacer, hazlo pronto.’
Pero ninguno de
los comensales entendió por qué se lo decía.
Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle:
‘Compra lo que nos hace falta para la fiesta.’, o que diera algo a los
pobres. En cuanto tomó Judas el bocado,
salió. Era de noche.”
Evangelio según San Juan
Cuando San Juan escribe su Evangelio,
al final del Siglo I, la
Iglesia ha crecido en gran medida. Es posible encontrar cristianos desde
Jerusalén (y más al Oriente) hasta Roma; también en todas las ciudades
importantes del Mediterráneo, ya sean griegas, egipcias, de Asia Menor y hasta
de las Galias, Hispania o Bretaña. En
algo más de sesenta años, La
Buena Nueva ha recorrido todo el territorio dominado por el
Imperio Romano.
Pero Juan, el hijo de Zebedeo, no lo
redacta como una sinopsis más al estilo de Mateo, Marcos o Lucas; sino que
vierte en él todo el significado teológico de las enseñanzas de Cristo Jesús,
su amadísimo Maestro. Para este tiempo,
ya hay muchos que dudan o que se resisten a creer, y por ellos y para ellos es
que Juan escribe. Debió haber sido
muy doloroso para el más joven de los Apóstoles (ahora un anciano de más de
ochenta años), reseñar este amago momento: la traición de Judas de Kraiot.
Se puede sentir en la descripción de
Juan, lo tremendamente denso del episodio.
Jesucristo sabía que el Demonio ya había actuado, aprovechándose de la
voluntad de Judas; el Divino Maestro estaba consciente de que éste había
acordado ‘su venta’ a precio de esclavo, esto es, treinta ciclos de plata (Ex 21, 32), con el Sanedrín y los Sumos
Sacerdotes. Cristo no lo está orillando
a nada; Él simplemente sabe ya lo va a suceder.
La decisión había sido tomada por Judas con anterioridad al momento que
Juan narra.
Cuán profundamente triste pudo haber
estado Jesucristo en tan crucial momento; para Él representa el mismísimo
principio del fin. Así lo sabe y así lo
acepta, pero el sentimiento de pérdida nada ni nadie se lo puede quitar; uno de
sus discípulos, más aún, uno de sus Apóstoles, ha sido tentado por el Diablo y
ha caído en sus insidias. Para el Divino
Maestro es un dolor profundo como hombre y como Dios. Como hombre, porque uno de sus elegidos le ha
traicionado; han valido más las mezquinas propuestas del Satán, que todas sus
enseñanzas durante los tres años que estuvo unido a la vida de ese
pecador. Como Dios, porque ha de
respetar la voluntad humana que se ha declarado, libremente, en su contra.
La perturbación de los Apóstoles es
manifiesta, pues ante las palabras de su amado Maestro, todos quieren saber
quién puede ser el infame responsable de tan indigno acto. Claro, el más impaciente es Pedro (quien
querrá seguramente ‘arreglar con sus propias manos’ tamaña ofensa), y pide que
le pregunten a Jesús. El Señor les
responde perfectamente claro, pero ninguno de ellos entiende lo que
sucede. Es tan increíble que algo así
vaya a suceder, que no tienen cabeza para razonarlo. Juan sí lo entendió, pero muchos años
después; por eso es que solo él narra esa costumbre muy judía de ‘las
preferencias en la mesa.’
Cuando algún judío invitaba a comer a
su casa a sus amigos o conocidos, era común ‘asignar lugares’ en la mesa; o
mostrar algunas ‘atenciones’ hacia los comensales. Por ejemplo, este signo de ‘. . . aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.
. .’ era una distinción que podía hacerse a alguien ‘muy querido’. Servir personalmente el plato de alguien; o
darle la prueba del vino a otro; solían ser formas para distinguir a sus
invitados; y se tomaban como detalles ‘amables’ del anfitrión en deferencia a
sus convidados.
Tratándose de Judas, los demás Apóstoles
pudieron ver la acción del Maestro como ‘algo normal’ hacia el de Kraiot, ya
que ‘. . . Como Judas tenía la bolsa,
algunos pensaban que Jesús quería decirle: ‘Compra lo que nos hace falta para
la fiesta.’, o que diera algo a los pobres. . .’, aclara Juan el
Evangelista. No entendieron, pero el
Señor sí respondió y, muy claramente.
(La expresión de Juan: ‘Judas
tenía la bolsa’, hace referencia a que éste era el encargado de manejar el
dinero del grupo; o sea, guardar los donativos recibidos y realizar los pagos y
las compras necesarias; o, si fuera el caso, entregar las limosnas que ellos
dieran a los más necesitados).
El caso es que el acecho del Demonio ha
llegado hasta los hombres más íntimos del Señor; Satanás emprenderá su última
ráfaga de ataques contra el Mesías, precisamente desde sus Apóstoles, de sus
queridos amigos. A todos los tocará,
ninguno se salvará. De algunos tenemos evidencia de sus reacciones y
actuaciones, de otros no; pero todos serán probados. Judas Iscariote es el primero; y cae. No resiste la tentación del Diablo, y cede
ante sus argucias infames y traicioneras.
Igual que siempre; ha empezado con el más débil y ha ganado la primera
batalla. Pero no ha ganado la guerra.
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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