Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Junio 13 del 2018.
San Antonio de Padua, mi Santo
Patrono,
Protector de mis cumpleaños.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
33 DE 77
III.11.- ZAQUEO. . . HIJO DE ABRAHAM
(Lc
19, 1-19)
“Habiendo
entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad.
Y he aquí que un hombre rico, llamado Zaqueo, principal entre los
publicanos, hacía diligencias para conocer a Jesús de vista; y no pudiendo a
causa del gentío, por ser de muy pequeña estatura, se adelantó corriendo, y
subióse a un sicómoro para verle: porque había de pasar por allí.
Llegado
que hubo Jesús a aquel lugar, alzando los ojos le vio, y díjole: ‘Zaqueo, baja
pronto; porque hoy he de hospedarme en tu casa.’ Él bajó a toda prisa, y lo
recibió gozoso.
Todo el mundo, al ver esto, murmuraba diciendo
que se había ido a hospedar en casa de un hombre pecador. Mas Zaqueo, puesto en presencia del Señor, le
dijo: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he defraudado en
algo a alguno, le voy a restituir el cuádruplo.”
Jesús
le respondió: “Ciertamente que el día de hoy a sido día de salvación para esta
casa; pues que también éste es Hijo de Abraham.
Pues el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido.”
(Ustedes
lo saben bien, Zaqueo para mí es un caso especial; tanto, que me permití
escribir un libro al cual titulé “El
Evangelio según Zaqueo” (Editorial El Arca – 2004). Convendría que lo leyeran.)
¡Allá va Jesús, a quitarle otra alma
humana al Demonio! Éste lo sabe y por
ello acecha al Mesías. Es tan sutil el
relato, que uno no se da cuenta en la primera lectura de todo lo que encierra
desde el punto de vista de la Salvación. Pero
para Satanás está muy claro: El Divino Maestro está consiguiendo una vez más su
objetivo. En este viaje, el último que
realizará hacia Jerusalén, Jesucristo ha decidido visitar todas las poblaciones
que se encuentren en el camino desde Galilea hasta la Gran Ciudad ; no
importa que estén en tierra Samaritana, de la Decápolis o Judía,
quiere pasar por todas.
Aquí, en Jericó, se reúnen las
concentraciones más grandes de ‘gentiles’ camino a la Ciudad de David; por ser el
paso obligado para el reabastecimiento de víveres para las caravanas. Hay gente
de todos los países vecinos y de los más lejanos confines del mundo conocido:
sirios, fenicios, babilonios, persas, medos, griegos y elamitas. Más aún por estas fechas en que los tiempos de
La Pascua se
acercan y los Judíos de la
Diáspora hacen el viaje anual obligatorio hacia el Templo de
Salomón (reconstruido por Herodes el Grande), para la presentación de sus
ofrendas del período.
En Jericó abunda el comercio y las
actividades sociales, culturales y recreativas propias del Imperio; por lo que
no es difícil deducir una importante generación de impuestos en esta zona, algo
vital para romanos y judíos. Los recaudadores por lo tanto, eran gente para
tomarse muy en cuenta. Zaqueo, que es de
esos, y a quien Lucano señala como ‘principal
entre los publicanos’ (esto es, jefe de recaudadores; por lo tanto rico,
influyente y poderoso), finalmente podrá ver al Mesías; algo que deseaba desde
hacía mucho tiempo, pero que no había podido hacer en razón de sus
ocupaciones. Pero el Señor sabe ‘el
tiempo de todas las cosas’ (y de las causas, también), y por eso ahora se
presenta en Jericó, porque viene decidido a salvar un alma en específico: la de
Zaqueo, uno de los publicanos más repudiados por los judíos.
Imagínense la escena: este importante
hombre (de un metro y cuarenta centímetros de alto aproximadamente); de más de
cincuenta años; ataviado con finos ropajes de seda y lino, como correspondía a
su categoría; trepado en una higuera que apenas le podía sostener; pero aún con
eso, logrando su objetivo: ha podido ver a Jesús de Nazaret. Ya Leví de Cafarnaúm (Mateo), de quien era
muy amigo, le tenía harto con sus ‘sublimes’ comentarios acerca del Mesías; y
por fin le conoce en persona. ¡Y no solo eso!
¡Jesucristo mismo entabla diálogo con él! ‘. . . Zaqueo, baja pronto; porque hoy he de hospedarme en tu casa. .
.’, le dice. ¡Vaya sorpresa que se
ha llevado ‘el chaparrito’! Ahora resulta que hasta le dará hospedaje al
mismísimo Cristo: el hombre más famoso de Galilea, el que nunca ha pagado
impuestos para el Imperio.
El grupo de discípulos que acompaña a
Jesús de Nazaret por este tiempo, es de más de cien personas entre hombres y
mujeres. Sus Apóstoles, que siempre
están con Él, han iniciado también sus ‘milagros’ en bien de la salud de los
endemoniados, los enfermos y los desamparados.
Cuando llegan a una ciudad, los tumultos de gente alrededor de
Jesucristo son impresionantes; todos quieren verle, tocarle, o en el mejor de
los casos, ser favorecidos con una de sus obras portentosas.
Aquí
en Jericó ya ha realizado algunos, pero ahora va a casa del rico de la ciudad,
a la mansión de Zaqueo. Hacia allá se
dirigen todos, también el Demonio y sus secuaces: escribas, fariseos y saduceos
que andan buscando cómo acusar al Mesías sobre incumplimiento a las costumbres
del pueblo judío y ésta, es una gran oportunidad. “. . . Todo el mundo, al ver esto, murmuraba diciendo que se había ido a
hospedar en casa de un hombre pecador. . .”
Y aquí, aprovechando la insidia del
Satán, Cristo hace ver a todo el mundo que también los pecadores, con un acto
de contrición sincera, pueden salvarse:
“. . . Mas Zaqueo, puesto en
presencia del Señor, le dijo: “Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres,
y si he defraudado en algo a alguno, le voy a restituir el cuádruplo. . .” Este hombre ya está harto de ser señalado
por sus vecinos y paisanos como un pecador y le ofrece al Salvador lo que tiene
para restituir los daños por los errores cometidos. Acto seguido, Jesucristo, el único que conoce
el interior de su alma y sabe de la sinceridad de sus palabras, lanza el perdón
incondicional delante de todos: “. . .
Ciertamente que el día de hoy a sido día de salvación para esta casa; pues que
también éste es Hijo de Abraham. Pues el
Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.” Nada
más se necesita, Zaqueo ha sido ganado para el Evangelio.
Por supuesto que Satanás se habrá
revolcado de ira ante la respuesta dada por el Divino Maestro, ya que Él
asegura que hay ‘salvación para esta casa’;
y además, señala a Zaqueo como ‘Hijo de
Abraham’. Jesucristo lo ha dicho así
para que todos los asistentes entiendan: la expresión ‘Hijo de Abraham’, era usada como un adjetivo calificativo de una
persona piadosa, lo que nosotros identificaríamos como ‘un hombre bueno’, ‘un
santo en vida’. De ese tamaño ha sido la
reivindicación de Zaqueo por el Mesías; sin posibilidad de mal interpretar las
palabras, pues ahora todos saben que el ‘jefe de publicanos de Jericó’ ha
recibido el perdón del Salvador. Todavía
si esto no fuera aceptado, Jesús ha dejado claro cuál es su Misión: “. . . Pues el Hijo del Hombre ha venido a
buscar y salvar lo que estaba perdido.”
No importa cuanta maldad se haya
acumulado en la vida, ni importa de qué se tenga fama; si mi arrepentimiento es
sincero (me aparto de las situaciones del mal y no volvo a pecar), puedo
alcanzar el perdón, y con ello la salvación. ¡¿Te quedó claro Satanás?! Para eso es que Dios se hizo hombre, para eso
se encarnó el Verbo, ¡para salvarme de ti!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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