Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Junio 15 del 2018.
DEL
LIBRO
Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
43 de 130
Insûla Capreæ, Novus Villa Garlla
Martius XIII
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
NUEVAMENTE A HIEROSOLYMA
Sin
contratiempos de ninguna especie han llegado a Insûla Capreæ nuestros esperados viajeros, yo pensaba que su
arribo sería al mediodía; sin embargo, han llegado a primera hora; habrá tiempo
para que descansen. Toda la tripulación
que fue a Tarraco y regresó con el Apóstol Jacob, eran hombres prestados que se
reincorporarán a sus trabajos normales a su llegada. Nosotros estamos frescos,
descansados y ansiosos por partir en nuestra nueva jornada; pudiendo ésta durar
algunos meses. Pero esta gloriosa
oportunidad, no la desaprovecharemos, por lo que se ha acondicionado el Palacio
del Portus Capreæ para una pequeña
convivencia con el Apóstol Jacob que presidirá el Sacerdote Theodorus; quien
obviamente gozará como nadie la visita.
Tiberio
de Garlla, mi hijo, fue invitado por Tiberio César a su viaje a Roma y el
futuro legista no ha dudado en aceptar gustosamente; se quedará en Roma para
continuar sus estudios. Esto quiere
decir que en Novus Villa Garlla, solo
habrá flores: Lili, mí amada esposa, y Minerva, Vesta, Diana y Venus, las
‘pequeñas lilis’ que conforman mi jardín florido; todas estarán presentes en la
recepción que se ha organizado. Se han
reunido aquí todos los habitantes de Insûla
Capreæ que han quedado después de la salida del Emperador hacia Roma. Hay muchos niños, quizá más de una tercera
parte son infantes que aún no cumplen siete años, y de adultos, la gran mayoría
son mujeres. Este palacio, debido a su
cercanía con el puerto, ha sido diseñado más para eventos de bienvenida o
despedida que para habitación; por lo que tiene un gran espacio en donde puede
reunirse gran cantidad de gente; allí estamos todos atentos al joven Apóstol
Jacob:
–
¡La Paz de
nuestro Señor Iesus Christi esté con vosotros!, empieza
diciendo el distinguido huésped;
–
¡Y con su Sanctus
Spirîtus!,
responden Gallio y Tito, que junto con el Sacerdote Theodorus ocupan unos
asientos de la primera fila, fascinados de poder gozar el momento.
–
¡Shalom Gallio,
Shalom Tito!,
les responde y prosigue; le agradezco a
nuestro querido Veritelius, padre de algunos de los que están aquí y amigo de
todos, que nos brinde esta oportunidad para Predicar el Evangelio del Señor;
habla en perfecto Latín para que todos entiendan. Esta es
la primera vez que piso suelo Italiano, pues aunque vengo de Hispania, la
tierra que vió nacer a la pequeña Diana, cuando la familia de Garlla vivía
allá; mi viaje de ida fue bordeando Ægyptus, Cyrenaica, Cartago y Mauretania
hasta navegar a Tarraco, desde donde vengo.
¿Alguno de los pequeños que hay aquí, sabe dónde está Palestina, la
tierra que vió nacer y crecer a Iesus Nazarenus?, pregunta el Apóstol y de
inmediato Vesta, mi hija, se levanta y le responde con gran inocencia:
–
Yo no, pero mi
Patis, sí sabe; él te puede decir cómo llegar hasta allá.
–
Ya lo creo que
sí, Vesta;
le contesta sonriendo Jacob hijo de Zebedeo;
cierto es que el “Christus Mandatus” ha llevado a tu Patis hasta allá, para
bien nuestro y de ustedes. Bueno, pues
yo nací en ese lugar, en un pueblo que se llama Bethsaida y cerca de allí hay
un pueblito más pequeño llamado, Belén, allí nació Iesus Christi, Señor y
Salvador de todos. Pero como creció y
siempre vivió en Nazará, otro pueblito a donde se fueron a vivir su Papá y su
Mamá, entonces por eso le conocemos como Iesus Nazarenus.
Pocos días
después de haber nacido Iesus Christi, y como Él descendía del Rey David (y además Hijo de Dios), unos
Magos de Oriente fueron hasta Belén para
rendirle el tributo que se merecía; le llevaron tres regalos: un cofre con oro porque era descendiente de un Rey; una
gran copa con incienso porque era
Hijo de Dios; y una vasija con mirra, que es un
bálsamo aromático para ungirlo, pues Él sería El Salvador.
Estos
personajes venían de Efá, de Madián y de Caldea, que son lugares en donde les gusta mucho la astrología,
que es el estudio de las estrellas y los
astros.
Ha
contado con tal detalle el acontecimiento, que parecería que él mismo fue uno
de los que estaban presentes en el momento.
No le ha faltado detalle de lo que el Apóstol Mathêo señala en sus escritos iniciales del Evangelio referentes a
los antecedentes humanos de Iesus
Nazarenus. Dos horas lleva hablando
y tiene absortos a chicos y grandes; solo su voz se ha escuchado (lo cual no es
nada difícil, por lo potente que es), y estoy seguro que nadie olvidará este
momento por el resto de sus días; y mejor aún, todos serán capaces de contarlo
a las próximas generaciones, a su descendencia.
Esto es lo grande que el Sanctus Spirîtus logra en la presencia humana
de sus elegidos: trascendencia.
–
Tengo que interrumpirle,
Apóstol Jacob, pero tenemos que partir; le digo ciertamente apenado, por supuesto que sería sensacional quedarnos
aquí todo el tiempo, pero nuestro camino es largo y hemos de iniciarlo cuanto
antes. Ni siquiera me voltea a ver; se levanta del solium y, extendiendo sus brazos hacia arriba y enfrente, les dice
a todos:
–
Queridos todos
es Iesus Christi; les dejo la Paz del Señor, recíbanla para guardarla en su
corazón. Siempre estarán presentes en
mis oraciones, pues el Señor me ha dado la gracia de Predicar su Evangelio a
una privilegiada parte de la próxima generación de romanos; aquí hay más
infantes, niños y jóvenes, que gente madura. ¡Alabado sea Iesus Christi!
–
¡Gloria Deus,
Iesus Domini!;
adivinaron, pensaron bien; las palabras finales son de Gallio y Tito, nuestros
adolescentes Apóstoles.
Se
quedan solamente un traductor y un scriptôris (para continuar el trabajo en
Novus Villa Garlla y auxiliar al
César en cuanto requiera en Insûla Capreæ)
y Tremus, como garante de la seguridad de mi familia. De requerirlo, él podría reclutar cien
soldados Legionarios de inmediato.
Nos
vamos todos los demás; setenta y siete personas en total entre tripulación,
tropas, escuadra y ‘especialistas’; además de nuestros flamantes invitados: el
Apóstol Jacob, Tito y Gallio. Las
despedidas siempre son muy tristes; la simple separación de los seres queridos
duele en el corazón y si a ello le agregamos tintes dramáticos (como es el
hecho de la impactante personalidad del joven Apóstol), decir adiós, se vuelve
un momento poco sobre llevable. Eso le
ha acontecido a mi querida esposa Lili, quien no ha dicho una sola palabra en
las últimas tres horas, esto es, desde que vió al Apóstol Jacob; lo único que
ha hecho es desahogar sus emociones llorando, y ahora con la despedida
peor. Creo que nunca se había quedado
tan sola; ninguno de sus hijos varones la acompañará en mi ausencia: Julio en Genua; Octavio en Villa Garlla Mediolanum; Tiberio en Villa Veritas en Roma; y Gallio conmigo. Solo ella y mis otras tres flores: Minerva,
Vesta, Diana y Venus.
Mare Ionicus
Martius XIV
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
Estamos
cumpliendo nuestro primer día completo de navegación; un poco antes de la hora
sexta y vamos enfilando hacia la parte del Mare
Nostrum que más mal nos ha tratado, justo en el lugar en que, cuando
regresábamos a Capreæ, nos tomó
aquélla inolvidable (y también desagradable) tempestad. Justo estoy pensando en ello, cuando aparece
en mi cabina Selenio Abdera, el Præfecto
de Navis, para comentarme:
–
¡Ave César,
Tribunus Legatus! ¿Puedo interrumpirle, Señor?
–
Adelante
Silenio, ¿qué se ofrece?, le contesto.
–
No quisiera ser
inoportuno, Tribunus Legatus, pero las nubes delante de nosotros se están
cerrando amenazantes; podríamos tener tormenta.
–
Nada pasará
Præfecto Abdera, no volveremos a vivir lo mismo que antes; siga su ruta como la
hemos acordado. Hoy las nubes solo serán
techo para taparnos del Sol y viento a barlovento para avanzar tranquilos.
–
¡Que sus
palabras sean oráculo, Señor!; me dice el incrédulo nauta.
–
No soy yo,
Silenio, es quien protege ‘la carga’ que traemos ahora, le respondo al
hombre.
No
sé por qué razón, pero cuando estoy con alguno de los Apóstoles o Discípulos de
Iesus Nazarenus, me siento protegido,
custodiado; como en las seguras e inmensas manos de ‘alguien’ que todo lo
puede; y le he contestado a Silenio, sin la menor duda. Me he dado cuenta de esto, porque desde la
primera ocasión en que contactamos a uno de ellos (a Simón de Cyrene, en Apollonia), siento esa ‘gran paz’ que da la seguridad de algo. Idéntico me sucedió con Mathêo Apóstol en Cesarea de Palestina, después de las sesiones
para el Juicio de Pilatus; o cuando me reuní con ellos en Hierosolyma. Y la
tranquilidad que emana Jacob Apóstol no es menor en ese sentido; no sé por qué,
pero estoy completamente seguro que nada adverso ocurrirá.
Tito,
Gallio y el Apóstol Jacob, no han dejado de hablar más que cuando están
dormidos; hasta ‘sus oraciones’ las han hecho juntos. Yo me le he unido junto con traductoris y scriptôris para aprender
más acerca del “Christus Mandatus”;
cualquier cosa que éstos tres hablen, será de muchísima utilidad para nosotros.
Es
el final de la hora undécima, nos disponemos a cenar y la navegación ha sido
todo un deleite; Silenio solo me mira con sus grandes y obscuros ojos, como
agradeciendo mis palabras, sin creer, porque así es de testarudo el hispano
éste, que ‘la guarda y el buen tiempo, hoy vienen del cielo’; y no por él ni
por mí, sino por nuestra ‘preciosa carga’.
Cuando amanezca, estaremos a mitad de ruta de nuestro destino.
Canea, Creta
Martius XVIII
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
APÓSTOL,
DISCÍPULOS Y CREYENTES
En
el último destello de luz del Sol, hemos atracado felizmente en los muelles de
Sóstenes Kirítis en Canea; la multitud que nos recibe es tal, que pareciera que
venimos triunfadores de una gran batalla (siendo que este viaje ha sido solo
paz y tranquilidad), manifestándose eufóricos con nuestro arribo. Debo entender que hoy no somos los
protagonistas, sino que vuelve a ser ‘nuestra valiosa carga’ la razón de tal
entusiasmo. Están todos los que deben
estar, y muchos más; Sóstenes facilitó dos grandes galeras para traer a más de
cuatrocientas personas desde Apollonia;
Diófanes hizo lo propio para transportar otros tantos desde Athenæ, Corinthus, Ephesus y Rhodas. Hay más de mil personas en el lugar y no hay
uno solo que esté callado: todos gritan jubilosos a nuestra llegada.
–
¡Sant Iacob!,
¡Sant Iacob!, ¡Sant Iacob!; grita la gente en ningún idioma, pues lo que
realmente se escucha es “Santiaco”, el mismo vocablo que se oye en Hispania cuando se refieren al Apóstol
Jacob,
–
El coro es por
Usted, Apóstol Jacob; le digo al joven gigante.
–
No debiendo
serlo, ¿verdad?,
me contesta con picardía.
–
Por supuesto que
sí, Apóstol Jacob;
ellos sí saben lo que hacen; le digo.
–
Aunque de
diferente forma, Veritelius, también ustedes saben lo que hacen; me responde el
piadoso hombre, quien levantando los brazos y aún en la “Liburna Christina”, calla a todos con un ademán y grita con su
estruendosa voz:
–
¡¡Sanctus, solus
Yehoshua Christos!! (eso
es latín, arameo y griego, ¿será esa la forma en que acabaremos hablando todos?) ¡¡Hosanna
Yehoshua Christos!!, les vuelve a gritar el Apóstol y entonces todos, a una
voz, le responden fervorosamente:
–
¡¡Hosanna Yehoshua Christos!! ¡¡Hosanna Yehoshua
Christos!!
Están
a mis costados Tito y Gallio, quienes pegados a mí, siento como tiemblan de
emoción ante la muchedumbre y las expresiones de alegría. Después de unos momentos, al fin pueden hilar
unas palabras y Gallio me dice:
–
¡Patis, esto es
maravilloso! ¡Se siente la presencia del Señor en el lugar!; realmente es una
bendición que nos hayas traído,
querido Pater. Ahora el que está frío soy yo; jamás había
oído hablar así a mi pequeño Gallio.
–
Tribunus
Legatus, ¡esto es oír La Gloria entre nosotros!; le agradezco infinitamente que
me tome en cuenta dentro de su “Christus Mandatus”. Solo falta nada para que mis lágrimas
abandonen mis ojos; estos dos adolescentes son demasiado para mí.
–
Son muchísimos,
Tito, le
dice Gallio a su amigo; y seguramente
todos son CREYENTES; imagínate la Predicación que dará el Apóstol ‘Santiaco’.
–
Será grandioso,
Gallio, le
contesta el otro; ¡seguramente él
efectuará bautizos y hará la imposición de las manos para que reciban al
Sanctus Spirîtus!; ¡Que gran acontecimiento presenciaremos Gallio!, dice
Tito.
Finalmente
el gigante Apóstol se decide a desembarcar y voltea a verme notando que me he
quedado atrás con los dos jóvenes a mi lado, a quienes animo a seguirle sin
moverme de mi lugar, con lo que “Santiaco” entiende que nosotros nos
quedaremos. Por todo lo que nuestros adolescentii apostôli estaban diciendo,
aquí habrá una celebración a la que no todos estamos invitados; por lo que daré
órdenes de cenar, descansar y dormir, pues mañana reemprenderemos nuestro viaje
hacia Hierosolyma; los ‘iudaicus’ (incluidos Tito y Gallio), se
quedarán hasta la hora que sea necesaria; Soldados Legionarios y tripulación se
retirarán de inmediato.
Sóstenes
Kirítis es realmente un anfitrión de nomenclatûra,
hace todo lo que uno espera que haga y mucho más; no pierde detalle ni
oportunidad de manifestar sus dotes de ‘hombre del gran mundo’, de ‘patricio
imperial’, de magnus ius latti. Para nosotros ha preparado un salón especial
dentro de su lujosísimo palacio, y al Apóstol Jacob y su muchedumbre de
invitados los ha acomodado en los terrenos (con la construcción en proceso) del
teatro de Canea.
El
‘pobre’ cretense lo único que no sabe es a cuál de sus invitados atender
personalmente; por lo que en obvio del problema, yo mismo le digo:
–
Ni qué dudar
amigo mío; aquí hay uno solo que vale por todos; y ese no soy yo. Por supuesto que es al Apóstol a quien tiene
Usted que atender; a mí me ordena el César, a él le manda Dios.
–
Gracias Tribunus
Legatus, es Usted muy considerado al decir eso; me responde el
angustiado naviero.
Los
‘gentiles’, pues, nos reunimos a cenar con romanas y sanas costumbres; los iudaicus, ‘creyentes’ y prosélitos, lo
hacen aparte. Esta gente come diferente, beben diferente, hablan diferente; en
una palabra, son diferentes. Esto es
algo que tendrán que cambiar muy pronto, ya que la Universalitâtis que promueve la Cultura Romana, es mucho mejor para
la convivencia mutua de personas de pueblos y razas diferentes, que el
segregacionismo, el separatismo o las élites. El Imperio no se ha conseguido a base de
pequeños grupos de poder o fracciones impenetrables, se ha logrado tomando en
cuenta a la communitâtis, siendo
incluyente, no excluyente; esto es algo que hablaré con ellos pronto.
Canea, Creta
Martius XIX
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
BAUTISMOS E
IMPOSICIÓN DE MANOS
En
la parte más alta de Canea, justo antes del inicio de la primera pendiente del
terreno que conforma la meseta del puerto, hay un remanso que recibe las aguas,
que se precipitan cristalinas, desde el borbollón de un manantial ubicado en la
parte superior del lomerío; en este lugar, que se distingue por su verdor
esmeralda del la tierra café que lo rodea, está llevando a cabo el Apóstol
Jacob el Bautismo de cientos de fieles que han querido aceptar el Mensaje del
Evangelio de Iesus Nazarenus como su
‘forma de vida’. Todos los que toman
parte en la ceremonia son prosélitos iudaicus
que dejan sus costumbres anteriores y toman las nuevas indicaciones de El
Salvador para su devenir religioso; todas las reglas impuestas por los Fariseos
como ‘norma’, son dejadas atrás como señal de ‘un nuevo pacto, una nueva
alianza’ entre Dios y los hombres. Pero
todos son judíos, no hay ‘gentiles’ en esta forma de religión, más filosófica
que ritualista, que Predican Apóstoles y Discípulos de Iesus Christus.
Los
Discípulos (entre los que están Simón de Cyrene,
Lamec y Eliud, aquéllos que vi en Apollonia),
conducen a los que van ha recibir el agua del Bautismo, la cual rocían sobre su
cabeza; y después de eso, el Apóstol Jacob les toma aparte colocándoles sus
manos en la cabeza a cada uno, diciéndoles: “Recibe El Sanctus Spirîtus, que
Él sea tu fuerza para seguir a Iesus Christi y sus mandatos. En el Nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo”. La fórmula es muy sencilla, pero la devoción de todos
los participantes es verdaderamente grande.
Hay los que lloran por la emoción, hay los que de inmediato cambian su
semblante, hay también los que hasta llegan a perder el conocimiento ante la
gran impresión que experimentan. A toda
esta gente lo que más se les ve es un gran estado de paz, que les proporciona
su Fe en Iesus Christus; un actitud
de espera en el cumplimiento de las promesas; y un semblante de amor con sus
semejantes, libre de prejuicios o actitudes negativas, que les hacen ver como
una ‘gran familia’. Pero todos son Iudaicus; prosélitos de las viejas
formas religiosas de Israel. No hay ni
un solo gentil. Eso es lo que yo creo
que tiene que cambiar. Nada tengo contra
los judíos, pero creo que el Christus
debe ser para todos.
A
mí, lo que me interesa es saber de dónde es toda esta gente, por lo que he
colocado a mis scriptôris y traductoris
inmediatamente después del área de la ceremonia, a donde son conducidos para
tomar los datos más sencillos: su nombre, su lugar de origen y su residencia
actual. Estas listas incluirán más o
menos unas quinientas personas; seguramente muchos están ya en las relaciones
que me ha enviado Silvano de Creta, habrá que
confrontar los datos. Diófanes no
ha sido Bautizado, pero Mónica, su esposa, sí; igualmente que Tito su pequeño
hijo. Gallio no ha recibido el Bautismo,
pues también es ‘gentil’.
–
Tiempos vendrán
Patis, en que todos seremos ‘invitados a la Mesa del Señor’, pues Su Nombre ha
de ser alabado por todas las naciones. Me dice mi pequeño Apóstol Adolescente,
como queriendo borrar la cara de preocupación y angustia que he puesto.
–
Ya lo creo que
sí, Gallio; y si tú lo dices, seguramente así será. Respondo.
Todos
se ven gozosos, la ocasión es de pleno regocijo; las comunidades de Cyrenaica, Achaia, Macedonia y Asia
Menor que han venido, realmente tienen muchos iudaicus; jamás pensé que fueran tantos y tan importantes en sus
lugares de origen. Para algunas de las
consideraciones, desde el punto de vista de la militia, toda esta gente debe ser tomada en cuenta de manera muy
particular; están por todas las Provincias del Imperio y son muchos. Los censos en las Provincias, que iniciara
como costumbre Augusto César, ahora tendrán que ‘ser un poco más específicos’,
y la pregunta sobre ascendentes (judíos o no), tiene que ser incluida.
Ayer
en la cena platiqué ampliamente con Silvano, quien está levantando una especie
de censo en la Diáspora que se ubica en los Mares Ionicus y Ægeus, y he vuelto a tener noticias del Rabbuni Misael de Cafaraúm. Dice Silas que siempre tiene visitas de
Jerarcas religiosos, principalmente de Hierosolyma;
que aún sabiendo quién es (hermano del Apóstol Mathêo), cree que sería bueno mantenerlo en constante
vigilancia. Cuando Silvano estuvo en Ephesus, lugar en donde reside ahora el
Fariseo Misael, fue éste quien abordó a Silas con preguntas, ya que a él no lo
cuestionó (pues le tenemos bien identificado), respecto de para qué recopilaba
esa información; a lo cual el cretense le dijo que su negocio era ‘comprar y
vender telas, para y entre los iudaicus’. Bien decía mi Madre: “Yo tengo cinco hijos y
todos son como los dedos de mi mano; hijos, dedos, pero diferentes cada uno
entre sí.” Yo no sé cuántos hijos tenga
Alfeo de Cafarnaúm, padre de Leví y Misael, pero estos dos no se parecen en
nada; uno es casi Sanctus, el otro no
es precisamente eso.
Tadeus,
siempre conmigo; Tremus, en Novus Villa
Garlla; Diófanes, en la Officina
en Canea; Camilus Méver, en Hispania
con el Apóstol Jacob; Nikko Fidias, muy necesario tenerle; Ícaro y Galo ya
estuvieron con él; solo me queda Marcus Ponte para realizar las labores de emissarii. Yo perderé un hombre de confianza en el
ataque de mi escolta como Soldados Legionarios, pero el “Christus Mandatus” ganará en valiosa información que él nos puede
proveer; que se vaya con Silas desde aquí a Ephesus
y que inicie sus nuevas labores de inmediato.
Cesarea de Palestina, Provincia de Iudae
Martius XXIV
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
CESAREA DE
PALESTINA
Es
la séptima hora del día y estamos desembarcando en este lujosísimo puerto donde
empieza el Mare Nostrum, en el
Levante extremo. La maravillosa nave que
nos ha traído sanos y salvos, ha recorrido dos mil trescientas millas romanas y
está impecable; como si hubiese estado atracada por días. Salvo que haya alguna necesidad imperiosa,
toda la tripulación, incluido Selenio Abdera, tendrán descanso de una semana
completa; y pago doble.
He
pedido a Silvio Bequani, Procurador Provisional de Iudae, que no se rindan los honores militares propios de mi
investidura, en respeto al Apóstol Jacob que nos acompaña; y a la gran cantidad
de ‘fieles’ que se han reunido en el Puerto de Cesarea para recibir al insigne
hombre. Hace diez meses partió para Hispania desde Joppe y desde entonces no
le veían; sin embargo, me doy cuenta que no están ninguno de los Doce, o al
menos ninguno que yo conozca.
Dentro
de dos días se cumplirá el I Aniversario de la ominosa muerte de Iesus Nazarenus, el Divino Rabbuni de estos afanosos seguidores de
sus enseñanzas como el Christus; lo
que debió hacerse, incluso por parte del Emperador, ha sido hecho.
Quizás
falten algunos detalles, pero en términos generales puede decirse que las
acciones han sido llevadas al cabo.
Poncio Pilatus ya no es Procurador de Iudae, aunque no ha sido destituido propiamente dicho, él ya no
funciona como tal, pues Silvio Bequani lo ha hecho desde su juicio y
destitución hasta hoy. Seis meses
después podemos decir que el Honoris
ha sido restablecido; que la Legis ha
sido aplicada y que la Iustitia ha
sudo impartida. Los iudaicus que se vieron afectados por tan desagradables
acontecimientos, ciudadanos o no del Imperio, pueden hoy sentirse seguros
respecto del amparo que el César les otorga.
–
Aquí nos
separamos, Apóstol Jacob, Usted tiene que atender muchas actividades con los
suyos, y yo he de seguir con la labor que el César me ha encomendado. Le digo al
gigantesco hombre al despedirnos por un pequeño lapso.
–
Nuestro Señor y
nosotros estamos muy agradecidos el César y contigo, Veritelius, estoy seguro
que Iesus Christi recompensará tus esfuerzos y tu interés. Me llevo a los dos
adolescentes para las celebraciones y nos vemos dentro de seis días en Betania,
junto a Yerushalayim, en donde nos reuniremos todos. Me responde el
Apóstol. Shalom Veritelius, que la Paz de Iesus Christi esté contigo.
–
Allí estaremos,
Apóstol Jacob.
Ícaro
se va con ellos de escolta, junto con una escuadra doble de veinticuatro
hombres expertos en esta región; es el ‘más maduro de los Centuriones’ (solo
cuarenta y cinco años) y después de Tadeus, es el militar al que más confianza
le tengo. Cuidará a Gallio y a Tito: summus vigîlia; lo cual significa que
primero su muerte, antes que ellos sean siquiera tocados. Para efectos del “Christus Mandatus”, le acompañarán Nikko Fidias y dos scriptôris para que registren todo
cuanto sea necesario. Nosotros partiremos hacia Tiberíades, desde donde
visita-remos toda la Galilea; ellos se irán a Hierosolyma para sus encuentros.
El
trabajo que ahora desarrollamos tiene más que ver con la posteridad que con el
pasado; todos los escritos que vayamos integrando están siendo considerados
para beneficio de las generaciones venideras, bien romanas, bien hebraicus; ese ha sido el lineamiento
señalado por Tiberio César desde el principio para estas labores. Posteritatis,
ésa fue la meta trazada y eso es lo que ahora buscamos; solo Dios y los dioses
saben hasta dónde llegaremos, pero nosotros hemos de hace nuestro mejor
esfuerzo en la labor; eso quiere el César y eso le haré saber:
Cesarea de Palestina, Iudae, Martius XXIV
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
(Missum I)
Divinus Tiberius César, Imperator
Maxîmus:
La armonía de vida del Imperio, se
palpa en todos los ambientes según sus deseos; plena Pax Romana en Creta y
Palestina. Reciba agradecimientos para
Usted de todos los involucrados externos (iudaicus e ius latii) del “Christus
Mandatus”, al cual ellos ya consideran ‘obra de Dios’.
Le saludo con afecto,
¡Ave
César!
Tribunus Legatus Veritelius de Garlla
Plenuspotenciarius
“Christus Mandatus”
Voy
a probar nuestro servicio de tabellarius
(correo): el envoltorio exterior de esta misiva dice: Tremus Aquilae; él lo abrirá, entregará al César la carta y me
responderá de inmediato; no hay pierde, podremos medir exactamente el tiempo
transcurrido entre hoy y la contestación.
A más tardar en Aprilis XII
debo tener la respuesta en el lugar en que me encuentre.
Partimos
para Galilea que es una zona disímbola del resto de Palestina; no tan solo en
la geografía propia, sino también en la gente. Por ejemplo: tiene los valles
más fértiles de la región y los montes más altos del lugar; la parte septentrionalis es montañosa, la meridionalis es de lomas y llanuras; es
el área que menos iudaicus tiene y
también la que cuenta con mayor número de extranjeros o ‘gentiles’; el arameo que hablan es el ‘más
griego’ que hay; sin embargo, son los que usan más palabras del hebraicus original. La pronunciación de los galileos es única:
pareciera que cantaran cuando hablan, pero ‘arrastrando’ siempre la última
palabra que digan; la forma es incon-fundible, por lo que son fácilmente
reconocibles. Algo ‘curioso’, es saber
que un galileo siempre responde una pregunta que se le haga; pero primero,
haciendo otra él mismo.
Es
también la parte más poblada del territorio Isrâêli,
y el lugar de los últimos treinta levantamientos armados contra la Militia Romana. De aquí son los zelotes, ese grupo de
‘libertadores’ (a veces apoyados por Fariseos, otras por Saduceos), a los
cuales ‘no les importa morir, con tal de matar romanos’. La gente del Septentrio de Israel, así han sido siempre; hace mil años, cuando
Jeroboam se levantó contra el hijo del Rey Salomón, Roboam, lo hizo con el
apoyo de las tribus de Neftalí y Zabulón, los ascendientes israelitas de los
galileos. El resultado de ese
levantamiento militar, fue la segmentación del Reino Unido de Israel en dos:
uno que siguió llamándose Reino de Israel (con diez tribus) y otro el Reino de
Judá (solo con dos: Judá y Benjamín).
¿Será por estos antecedentes que el Hombre nacido en Belén, Judea, haya
querido ser identificado como Iesus
Nazarenus; como un galileo? Pronto
lo sabremos.
Media
Centuria de Legionarios ha dispuesto Lauro Pietralterra, Tribunus Legatus de Asia
Menor (a quien veré allá), para mi custodia; no creo que sean necesarios, pero
no voy a modificar sus órdenes, este es su territorio. Llegaremos para cenar y la recepción que
ofrecen él y Herodes Antipas en el Palacio de éste en el lugar.
† †
†
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
Tu Palabra es La Verdad.
También me puedes seguir en:
Solo por el gusto de
Proclamar El Evangelio
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