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miércoles, 16 de mayo de 2018

De mi libro V.G. - 39 - Luto, Respuestas y Viaje.


Santifícalos con La Verdad.

Ciudad de México, Mayo 18 del 2018.

DEL LIBRO
Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil
39 de 130

Insûla Capreæ Novus Villa Garlla
Augustus XIX
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César

IMPERIALIS LUCTUS DIES (Día de Luto Imperial)

Todos los templos, de todo el Imperio, sin importar su advocación, este día han de realizar, al menos, dos ceremonias luctuosas en memoria de Cayo Iulius Cæsar Octavio Augustus, padrastro, tutor y suegro del Emperador, en el aniversario de su muerte.  En Insûla Capreæ Imperialis, no es la excepción; al contrario, los dos Templos que tiene la isla lucen para la conmemoración, sus ‘mejores galas’ de luto.  Los más reconocidos ministros de culto, encabezados por el Sacerdote Theodorus, hacen acto de presencia insubstituiblemente.  Para Tiberio César, ésta, y la visita que hace a la Curia Iulia, sede del Senado en Roma, para el recuerdo del asesinato de Cayo Iulius Cæsar, son las conmemoraciones luctuosas más importantes del año; y exige que se realicen con la mayor dignidad posible.

La primera ceremonia inicia al alba, justo cuando el sol matinal corona destellante la cúspide del Vesuvius, que se aprecia nítido desde el Templo de Iuppiter, Iuno y Minerva; luz ésta, que es utilizada en el altar principal para encender la llama perpetua que recuerda al Divino César Octavio Augusto, el Primer Emperador Romano, en el nicho ex profeso que tiene en la monumental construcción.  El Templo todo se llena de las más variadas personalidades del mundo romano; reyes, estadistas, gobernantes, políticos; grandes jefes militares del Ejército Imperial Romano o de otras milicias; religiosos de todos los credos que amalgama el Imperio; importantes y famosos de todas las Provincias y Naciones que conforman nuestra cosmopolita Cultura Romana; todos, absoluta- mente todos quieren hacer acto de presencia y ser vistos por Tiberio César.

Solo blanco y negro, nadie puede asistir vestido de ningún otro color; sin joyas ni adornos; sin coronas ni diademas; sobriedad absoluta en el atuendo.  No es día de celebración, es día de duellum; porque si bien es cierto que a la muerte del Divino Augustus, Tiberio fue proclamado Imperator, ese día de celebración es su cumpleaños, que es también la Cum Festum Imperium; pero no hoy, hoy es luto.

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Insûla Capreæ Novus Villa Garlla
Augustus XXII
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César

LAS RESPUESTAS

¡¡Alabado sea Iesus Christus!!  ¡Hoy es día de Gloria al Señor!  Ya buscamos en el Levíticus y a este día podemos llamarlo nuestro Rosh Há-shaná (comienzo del año), que para nosotros es el comienzo de un ciclo que yo espero nunca termine. ¿Qué de qué estoy hablando? ¡¡Los Apóstoles han respondido a mi misiva y con los términos que habíamos acordado!!  ¡Esto sí que merece una gran celebración!


A nuestro querido hermano en la Fe Veritelius de Garlla, a quien con gusto llamaremos el “Apóstol Gentil” por su denodado interés en nuestro Señor Iesus Christus, le saludamos desde la Comunidad en Yerushalayim; la Paz del Señor esté contigo y los tuyos.

Que la Misericordia de Dios te asista y el Sanctus Spirîtus prodigue sus beneficios en tu familia y en tus labores.

En concilîum celebrado con todos los Apóstoles del Señor, excepto Jacob, que continúa en tierras lejanas, y que podrá ser informado por ti al respecto, todos, con la ayuda del Paráclito, hemos acordado lo siguiente respecto de escribir acerca de Iesus Nazarenus, Señor y Dios nuestro:

Escribirán solamente: Mateo, Juan, Judas Tadeus, Santiago el Menor y Simón Petrus.

Del Evangelio del Señor, Mateo escribirá en arameo para los iudaicus; Juan lo hará en griego para la Diáspora de nuestro pueblo en Grecia, Asia Menor y Macedonia; y Simón Petrus lo hará para los gentiles.
La ayuda por ti ofrecida de scriptôris y traductôris es aceptada, siempre y cuando ellos estén ubicados en esta Ciudad de Yerushalayim.

Ningún Discípulo y ningún otro Apóstol está autorizado para signar escritura alguna; si en el futuro esto fuese posible, Los Doce tendrán que autorizar al escritor y sus escritos.

Todos los escritos en todas las lenguas serán copiados en Yerushalayim, lugar desde el que se distribuirán a las diversas Congregaciones ya existentes y por fundarse.

Esta es la Voluntad del Señor, que hemos recibido por Gracia del Sanctus Spirîtus; sea anatema lo contrario.

Que la Gracia de nuestro Señor Iesus Christus en Comunión con el Padre y el Sanctus Spirîtus esté contigo y con todos los tuyos del “Christus Mandatus”.

Petrus Apostôlus, Domini Servus.
Christus Vicarîus


Yerushalayim, Iudae, Augustus XIV,
XXXIII Anno Domini






¡Esto es oro puro!, mucho mejor que eso, ¡es aire vital para nuestro proiectus!; tengo que enseñárselo al grupo de inspirados del “Christus Mandatus” que tenemos en Capreæ: Tiberio César, el Sacerdote Theodorus, y Tito y Gallio, a quienes dará mucho gusto saber de su existencia. 
       ¡Tadeus! le digo eufórico a mi Asistente, ve al Palacio del Centro y que avisen al César que es urgente que le vea; he recibido la respuesta de los Apóstoles al planteamiento que les hice en Hierosolyma, ¡y es positiva!
       ¡Al Mandato Tribunus Legatus!, se apura el hombre ante la orden.
Llamo a Ícaro, Galo, Camilus y Nikko, quienes se encuentran en la oficina a lado de la mía y que son los expertos que se están formando en el grupo, y les muestro y leo el documento; cada uno responde ante mi pregunta:
       ¿Qué piensan ustedes que significa esta misiva?
       Yo creo que realmente han aceptado ‘una nueva forma de ser’ con respecto a las costumbres del pueblo iudaicus, en cuanto al traspaso de las tradiciones, Tribunus Legatus; dice Nikko.
       Con esto se acaban los escribas y sus hatos de poder; creo que fariseos y saduceos empezarán a ver la desaparición de su hegemonía; agrega Ícaro, pensando en Misael de Cafarnaúm.
       Pienso que la difusión de las enseñanzas de los Apóstoles tendrá muchas más posibilidades para que la gente siga bien su religión y conozca sus creencias, Tribunus Legatus; apunta Diófanes.
       Yo creo que estamos ante el nacimiento de algo que puede llegar a ser tan grande como ellos mismos decidan que sea; no como el judaísmo, que ante todo es segregacionista y excluyente; ha comentado Galo.
       Bien, jóvenes, muy bien; les digo, ya veo que están aprendiendo y eso es muy bueno para el “Christus Mandatus”, cuanto más sepamos de este asunto, mejor decidiremos qué y cómo hacer.

Está llegando Tadeus y nos indica que vayamos de inmediato al Palacio del Centro en donde nos espera el Emperador.  De inmediato montamos y nos dirigimos hacia allá.  Tiberio César ha mandado traer al Sacerdote Theodorus y por supuesto, se encuentran allí los dos adolescentes maravilla de este asunto: Tito y Gallio, mi hijo.  Los cuatro nos esperan ya en una terraza llena de plantas y con una pérgola de vides con fulgurantes uvas.  Le muestro y leo la misiva a Tiberio César y los comentarios empiezan a fluir:
       ¡Alabado sea Dios!, dice Tito, el Sanctus Spirîtus ha iluminado a sus siervos; la proclamación del Evangelio será a niveles insospechados; termina el diciendo el adolescente apóstol.  Tiberio vuelve su cara hacia el Sacerdote Theodorus esperando su comentario.
       ¡Felicidades Tribunus Legatus, sin lugar a dudas es Usted un hombre capaz de convencer hasta a los mismísimos hebraicus!; y más importante aún si hablamos de ‘Buenas Nuevas’ por instaurarse.
       ¡Muy bien Verito!, a mí no me sorprende; yo siempre he estado seguro de tus capacidades, tu arrojo y tu entrega.  Ahora tienes el salvoconducto de los verdaderos iluminados.
       ¡Qué bien, Patis, qué bien lo has hecho todo!; dice mi pequeño Gallio.

No cabe duda, ellos hablan en lo espiritual, nosotros seguimos en lo materialmente práctico del asunto; creo que nunca les vamos a poder alcanzar.  Me queda muy claro: una cosa es ser escogido por el Sanctus Spirîtus y otra muy distinta es tenerlo.  Así estamos con estos dos grupos: ellos lo tienen, nosotros solo fuimos seleccionados; ellos son amos, nosotros jornaleros.

He aprovechado la oportunidad para informar a Tiberio César la próxima fecha de nuestra salida, así como el itinerario que cubriremos en la visita a Jacobo, hijo de Zebedeo; el Apóstol que se encuentra en Hispania.  Por respuesta ha dicho:
       ¡Qué afortunados son todos ustedes; no saben cuánto les envidiamos! ¡Conocer a los Apóstoles de Iesus Nazarenus y además platicar con ellos! No muchos mortales podrán decir eso; ¡y menos si son ‘gentiles’!, ¡y romanos, que es aún peor! ¡De ahora en adelante serán llamados los ‘Benditos del Christus Mandatus’!, Centuriones de Garlla; y ríe gustosamente el anciano muy querido por nosotros, Imperator Maxîmum.




Insûla Capreæ Novus Villa Garlla
Septembris VII
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César

HACIA HISPANIA

No solo está Jacob, hijo de Zebedeo, en Hispania, también están con él más de diez Discípulos, algunos de los setenta y dos originales de Iesus Nazarenus, y otros de los que se bautizaron el día de Pentecostés.  El joven Apóstol de solo veintinueve años, ha querido emprender su predicación de forma contundente en tierras Tarraconenses, Béticas y Lusitanas; quiere dejar huella pronto y la quiere dejar profunda.  Nosotros queremos ayudarle en su labor siendo útiles; y por supuesto que lo haremos. 

Habiéndonos adelantado Camilus Méver, quien nos espera ya en Tarraco, solo iremos cuatro Centuriones y yo; más la tripulación completa de “La Liburna Christina”, esto es, no irán fuerzas de ataque y solo viajará la mitad de mi escolta.  Así, mucho menos pesados, la navegación será más ligera y fácil y nuestro avance mucho más cierto y seguro.  En Tarraco estarán también los Procuradores de las tres Provincias en Hispania, a los cuales dejaré las instrucciones pertinentes del “Christus Mandatus”, así como los antecedentes que ya hemos vivido y la aprobación de los hechos por parte de Tiberio César.  Después de la campiña Itálica en Mediolanum, las tierras Ibéricas son mis preferidas; cuatro años completos pasé en estos hermosos lugares, los mejores años del final de mi carrera militar.


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Tarraco, Provincia de Tarraconensis, Hispania
Septembris IX
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César

CON EL APÓSTOL JACOB

El hombre es del tamaño de un oso germánico: alto, corpulento, velludo y fuerte; tiene los ojos más grandes y profundos que yo haya visto; el pelo y la barba son de tal forma rizados, que hacen bucles por doquier; y sin embargo, reluce de limpio y bien cuidado; nadie diría que hace cuatro años era un pescador en el Lago de Tiberíades.  La voz, más que un sonido es un estruendo, pero agradable y lozana; habla con toda propiedad y parsimonia, sin cometer un solo error en su decir.  Ha llegado al Palacio del Procurador en Tarraco acompañado de Camilus Méver, mi emissarii para él, en punto del mediodía, como habían dicho.  El joven Apóstol viste su clásica túnica israeli de algodón crudo, con mangas largas y anchas, sobre la cual lleva un manto iudaicus con franjas en los bordes, parecido a nuestra toga romana.  Camilus, que es un hombre bastante alto y fuerte, parece un esbelto patricio a lado de Jacob.

Hemos dispuesto para nuestra reunión un gran espacio en la parte superior del Palacio Pretoriano, que tiene una hermosa pérgola de vides que nos cubrirán del sol, amén de deleitarnos con sus exquisitos aromas.  Los que esperamos somos más de cincuenta personas, pues (cosa rara en ellos), se nos han unido los Rabbuni de las sinagogas de Barcino, César Augusta y Valentia; ya que todos quieren conocer al Apóstol de Iesus Nazarenus, quien normalmente discurre su tiempo entre Iria Flavia y Tarraco.  Además están los terratenientes de casi toda Hispania, pues la visita del Tribunus Legatus siempre ha de ser atendida; bien por amistad, bien por conveniencia, pero allí hay que estar.  Justo al momento de su entrada, me pongo de pié y me encamino a recibirle:
       ¡Amado en Iesus Christus, Apóstol Jacob; en un altísimo honor poder saludarle personalmente! ¡Reciba también el sincero saludo de nuestro insigne  Emperador Tiberius Iulius Cæsar!
       ¡Shalom, Veritelius!  ¡Que la Paz de nuestro Señor Iesus Christus, esté contigo y con los que te acompañan!, responde con su sonora voz el Apóstol en tanto nos abrazamos cordialmente. ¡Qué maravilloso es ver reunidos a todos los hombres que ostentan el poder en Hispania!, me dice mientras nos acercamos a donde se encuentran los demás; y ya allí exclama el hombre con gran fogosidad: ¡¡Veritelius de Garlla, Tribunus Legatus del Imperio Romano, debes estar muy orgulloso; pues todos estos han venido por verte a ti, pues a mí me han estado evitando todo el tiempo que les he buscado!!, ciertamente, muchos, hacen cara de admiración.
       ¡Por supuesto que no!, Apóstol Jacob, respondo en disuasión evidente, el Invitado Especial es Usted, Jacob hijo de Zebedeo!
       Tú eres un buen hombre, aún para ellos; no así yo, Veritelius.  Pero el Señor hace posibles todas las cosas y esta oportunidad no la puedo perder; concluye jocoso el doble gigante.
       Permítame presentarle a todos Apóstol Jacob; le digo de inmediato, pero él me detiene del brazo, y con una franca y gran sonrisa me contesta casi infantilmente:
       ¡No te preocupes, Veritelius, les conozco a todos! E inicia la salutación personal de cada uno, mencionando su nombre y lugar de donde proceden; y saludando de acuerdo a sus propias costumbres, bien sean: Iudaicus, Galos, Tangerines, Mauritanios o Cartagineses; y aún Romanos.

Las expresiones de todos, absolutamente todos los que nos encontramos en el lugar, son de total admiración por el singularísimo personaje que hemos recibido.  A mí casi se me han salido las lágrimas de los ojos por la emoción, ante la abrumadora presencia de un Apóstol de Iesus Nazarenus; creo que cada vez entiendo más de qué se trata en realidad el “Christus Mandatus”.  Acto seguido, el avezado galileo toma la palabra y dice:
       Ahora, hermanos todos, escuchemos a Veritelius de Garlla, que tiene un gran mensaje para nosotros. Yo, al igual que todos los demás estoy impactado ante la ‘magia’ que el sanctus hombre tiene; y tomando aire para empezar, les digo:
       ¡Ave Tiberio Iulius Cæsar, Imperator Maxîmum!, impongo la voz casi desahogándome de la presión que Jacob Apóstol ha creado.
       ¡Ave César!, me responden todos.
       En efecto, bien ha dicho nuestro ilustre invitado, hay grandes noticias que debo darles respecto de un ‘Proiectus’ de nuestro Amado Emperador; al cual él mismo ha llamado “Christus Mandatus”, que consiste en tres puntos fundamentales, lo cual le leeré de las mismísimas palabras de Tiberio César:
         Primero-     que revises la legalidad del ‘Juicio’ efectuado por Poncio                        Pilato; lo dictamines y concluyas si procede o no; y                                  castigues con el máximo rigor de nuestras Leyes la culpa-                    bilidad de los actores romanos y judíos en el asunto.
         Segundo-    que contactes a los llamados ‘Discípulos’ del Rabbuni, que                     hables con cada uno ellos y les asegures la intervención                          interesada del Emperador en este asunto.
         Tercero-      y éste es el más importante, que dejes constancia escrita de                      tus investigaciones para la posteridad; para que se vea que                     Roma pudo haberse equivocado en la persona de su repre-                      sentante, pero que corrigió en aras del Honoris, Legis,                                     Iustitia, que son nuestras máximas de existencia.
        
Hasta aquí el texto de autorización del Christus Mandatus del César.

Lo siguiente es reseñarles los acontecimientos de los últimos sesenta días de nuestro trabajo y el avance que se ha logrados en cada uno de los puntos mencionados.  Todos han estado inmóviles y atentos a mis narraciones sobre lo ocurrido en Apollonia, Alexandria, Cesarea de Palestina y Hierosolyma, así como el regreso a Capreæ; inclusive el Apóstol Jacob.
       Por lo tanto, le digo a todos para concluir, es obligación de todo Ciudadano y Súbdito Romano, cumplir y hacer cumplir cuanto nos dicta el “Christus Mandatus”, al que estamos todos comprometidos, más aún si formamos parte de la élite de cuestura, pretura o consulado del Imperio Romano. 
     He dicho, y en mi decir ha hablado Tiberius Iulius Cæsar, Imperator       Maxîmum. ¡Ave César!
       ¡Ave César!, responden todos a coro.
       ¡Hallelu ya, Iesus Christus!, se oye la profunda voz de Jacob Apóstol, quien sin solicitar permiso, sabiéndose preferido del anfitrión, inicia un rezo en perfecto latín, que dice:
              “Pater noster, qui es in coelis:
              Santificetur Nomen Tuum.
              Adveniant Regnum Tuum. 
              Fiat vountas tua, sicut in coelo, et in terra.
              Panem nostrum cotidianum da nobis hodie.
              Et dimitte nobis debita nostra,
              Sicut et nos dimittimus debitoribus nostris.
              Et ne nos inducas em tentationes.
              Sed libera nos a malo.
              Amen.”
     Amadísimos todos en Iesus Christi; nuestro querido y mutuo amigo,        Veritelius de  Garlla, me ha pedido que en muy breves palabras narre a         Ustedes lo sucedido en la Vida Gloriosa de Iesus Nazarenus, el Hijo de          Dios, entre nosotros; solo les diré lo más importante de su Evangelio, de      la Buena Nueva que debe ser predicada a todas las naciones. Agradezco     sinceramente a Veritelius esta magnífica oportunidad.

Por supuesto, yo jamás le dije eso; las únicas palabras que le he dirigido son las de nuestro saludo hace unos momentos.  Pero este hombre es tan increíblemente hábil, que ha puesto palabras en mi boca que le favorecen a él del todo, y me ‘comprometen’ a mí; pues todos darán por hecho que cuanto él diga, yo lo secundo y apruebo.  Sanctus Spirîtus, El Paráclito, eso es; allí está su Divina manifestación en Jacob Apóstol: en la oportunidad, en la sagacidad, en el bien decir y el bien actuar del hombre.  Ya lo voy conociendo; exactamente igual ha sucedido con Simón de Cyrene; con Mateo, Petrus y demás Apóstoles.  ¿También debo reconocerlo en Tito y Gallio, mis ‘Apóstoles adolescentes’?

Cuatro horas ininterrumpidamente ha hablado Jacob Apóstol, y nadie se ha movido de su lugar original; algunos están sentados en la misma posición en su solium, que cuando empezó a hablar el Discípulo de Iesus Nazarenus.  Los sucesos que narra son bellísimos, además de que a él le emocionan hasta las lágrimas por su recuerdo; esto es de lo que debemos escribir: la vida, obra y milagros de Iesus Nazarenus.  ¡Qué mala decisión fue dejar a los scriptôris en Capreæ!  ¡Y solo por aliviar peso!  ¡Nunca más me ocurrirá esto, así pesen mil libras cada uno! 

El Procurador ha retirado en dos ocasiones al Maiordomus del Palacio Pretoriano, quien nos ha informado que la cena está a punto para ser servida; pero el hombre está tan interesado en la exposición que hace el Apóstol Jacob, que no quiere que sea interrumpido.  Me inclino un poco para preguntarle si ha previsto la estancia de todos, esta noche en el Palacio; y me responde que sí, que todos podríamos alojarnos es las habitaciones.  Eso estamos resolviendo, cuando el orador suspende su narrativa y nos dice:
       La hora de los sagrados alimentos ha llegado; ¡y eso es algo que ningún romano perdona que pase!, dice en broma el ‘gigante’ ¡Así que, a cenar todo el mundo!  Culmina este galileo maravilloso, que sin tomar en cuenta <el protocolo, lo acaba de destrozar.
       ¡Por favor, pasen todos; sigamos al Maiordomus!, les digo amablemente.

¡Los Rabbuni Iudaicus se van a quedar a la cena!, ¡con gentiles y todo!; esto sí que es para contarlo.  Tradiciones milenarias se están viniendo abajo; estos Apóstoles sí que tienen ‘un don Divino’; me consta.  Para todos hay lugar en la gigantesca mesa en ‘u’ que han preparado; no hay tricliniums (de acuerdo a mis instrucciones): silla solium para cada comensal, en una mesa con cabecera y brazos a dextra y sinistra; al centro de la cabecera, el honorable invitado de la reunión: el Apóstol Jacob, Hijo de Zebedeo, galileo y Discípulo de Iesus Nazarenus, el amo del “Christus Mandatus”.
       Bendícenos, Señor Iesus Christus, y bendice estos alimentos que dados por tu bondad vamos a tomar; reza de pié el oriundo de Bethsaida, antes que nadie toque los alimentos.
       ¡Amén!, respondemos solo los que ya sabemos el ritual; (y se siente uno tan bien de estar incluido entre esos, que quisiera que se repitiera).

La cena es realmente digna de la concurrencia, el Procurador de Tarraconensis se ha prodigado en la selección de las viandas y seguramente todos tendremos una buena oportunidad para deleitar el paladar.  Mañana seguiré con el joven Apóstol en las definiciones que sean necesarias de cara al “Christus Mandatus”.


† † †


Orar sirve, oremos por nuestros Pueblos.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli



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