Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Mayo 18 del 2018.
DEL
LIBRO
Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
39 de 130
Insûla Capreæ Novus Villa Garlla
Augustus XIX
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
IMPERIALIS LUCTUS DIES (Día de Luto
Imperial)
Todos
los templos, de todo el Imperio, sin importar su advocación, este día han de realizar,
al menos, dos ceremonias luctuosas en memoria de Cayo Iulius Cæsar Octavio Augustus, padrastro, tutor y suegro del
Emperador, en el aniversario de su muerte.
En Insûla Capreæ Imperialis,
no es la excepción; al contrario, los dos Templos que tiene la isla lucen para
la conmemoración, sus ‘mejores galas’ de luto.
Los más reconocidos ministros de culto, encabezados por el Sacerdote
Theodorus, hacen acto de presencia insubstituiblemente. Para Tiberio César, ésta, y la visita que
hace a la Curia Iulia, sede del Senado
en Roma, para el recuerdo del asesinato de Cayo
Iulius Cæsar, son las conmemoraciones luctuosas más importantes del año; y
exige que se realicen con la mayor dignidad posible.
La
primera ceremonia inicia al alba, justo cuando el sol matinal corona destellante
la cúspide del Vesuvius, que se
aprecia nítido desde el Templo de Iuppiter,
Iuno y Minerva; luz ésta, que es utilizada en el altar principal para
encender la llama perpetua que recuerda al Divino César Octavio Augusto, el
Primer Emperador Romano, en el nicho ex profeso que tiene en la monumental
construcción. El Templo todo se llena de
las más variadas personalidades del mundo romano; reyes, estadistas,
gobernantes, políticos; grandes jefes militares del Ejército Imperial Romano o
de otras milicias; religiosos de todos los credos que amalgama el Imperio;
importantes y famosos de todas las Provincias y Naciones que conforman nuestra cosmopolita
Cultura Romana; todos, absoluta- mente todos quieren hacer acto de presencia y
ser vistos por Tiberio César.
Solo
blanco y negro, nadie puede asistir vestido de ningún otro color; sin joyas ni
adornos; sin coronas ni diademas; sobriedad absoluta en el atuendo. No es día de celebración, es día de duellum; porque si bien es cierto que a
la muerte del Divino Augustus, Tiberio fue proclamado Imperator, ese día de celebración es su cumpleaños, que es también
la Cum Festum Imperium; pero no hoy,
hoy es luto.
+ + +
Insûla Capreæ Novus Villa Garlla
Augustus XXII
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
LAS RESPUESTAS
¡¡Alabado
sea Iesus Christus!! ¡Hoy es día de Gloria al Señor! Ya buscamos en el Levíticus y a este día
podemos llamarlo nuestro Rosh Há-shaná
(comienzo del año), que para nosotros es el comienzo de un ciclo que yo
espero nunca termine. ¿Qué de qué estoy hablando? ¡¡Los Apóstoles han
respondido a mi misiva y con los términos que habíamos acordado!! ¡Esto sí que merece una gran celebración!
A nuestro querido hermano en
la Fe Veritelius de Garlla, a quien con gusto llamaremos el “Apóstol Gentil”
por su denodado interés en nuestro Señor Iesus Christus, le saludamos desde la
Comunidad en Yerushalayim; la Paz del Señor esté contigo y los tuyos.
Que la Misericordia de Dios
te asista y el Sanctus Spirîtus prodigue sus beneficios en tu familia y en tus
labores.
En concilîum celebrado con
todos los Apóstoles del Señor, excepto Jacob, que continúa en tierras lejanas,
y que podrá ser informado por ti al respecto, todos, con la ayuda del
Paráclito, hemos acordado lo siguiente respecto de escribir acerca de Iesus
Nazarenus, Señor y Dios nuestro:
Escribirán solamente:
Mateo, Juan, Judas Tadeus, Santiago el Menor y Simón Petrus.
Del Evangelio del Señor,
Mateo escribirá en arameo para los iudaicus; Juan lo hará en griego para la
Diáspora de nuestro pueblo en Grecia, Asia Menor y Macedonia; y Simón Petrus lo
hará para los gentiles.
La ayuda por ti ofrecida de
scriptôris y traductôris es aceptada, siempre y cuando ellos estén ubicados en
esta Ciudad de Yerushalayim.
Ningún Discípulo y ningún
otro Apóstol está autorizado para signar escritura alguna; si en el futuro esto
fuese posible, Los Doce tendrán que autorizar al escritor y sus escritos.
Todos los escritos en todas
las lenguas serán copiados en Yerushalayim, lugar desde el que se distribuirán
a las diversas Congregaciones ya existentes y por fundarse.
Esta es la Voluntad del
Señor, que hemos recibido por Gracia del Sanctus Spirîtus; sea anatema lo
contrario.
Que la Gracia de nuestro
Señor Iesus Christus en Comunión con el Padre y el Sanctus Spirîtus esté
contigo y con todos los tuyos del “Christus Mandatus”.
Petrus Apostôlus, Domini
Servus.
Christus Vicarîus
Yerushalayim, Iudae, Augustus XIV,
XXXIII Anno Domini
¡Esto
es oro puro!, mucho mejor que eso, ¡es aire vital para nuestro proiectus!; tengo que enseñárselo al
grupo de inspirados del “Christus
Mandatus” que tenemos en Capreæ:
Tiberio César, el Sacerdote Theodorus, y Tito y Gallio, a quienes dará mucho
gusto saber de su existencia.
–
¡Tadeus! le digo eufórico
a mi Asistente, ve al Palacio del Centro
y que avisen al César que es urgente que le vea; he recibido la respuesta de
los Apóstoles al planteamiento que les hice en Hierosolyma, ¡y es positiva!
–
¡Al Mandato
Tribunus Legatus!, se
apura el hombre ante la orden.
Llamo
a Ícaro, Galo, Camilus y Nikko, quienes se encuentran en la oficina a lado de
la mía y que son los expertos que se están formando en el grupo, y les muestro
y leo el documento; cada uno responde ante mi pregunta:
–
¿Qué piensan
ustedes que significa esta misiva?
–
Yo creo que
realmente han aceptado ‘una nueva forma de ser’ con respecto a las costumbres
del pueblo iudaicus, en cuanto al traspaso de las tradiciones, Tribunus
Legatus; dice
Nikko.
–
Con esto se
acaban los escribas y sus hatos de poder; creo que fariseos y saduceos
empezarán a ver la desaparición de su hegemonía; agrega Ícaro,
pensando en Misael de Cafarnaúm.
–
Pienso que la
difusión de las enseñanzas de los Apóstoles tendrá muchas más posibilidades
para que la gente siga bien su religión y conozca sus creencias, Tribunus
Legatus;
apunta Diófanes.
–
Yo creo que
estamos ante el nacimiento de algo que puede llegar a ser tan grande como ellos
mismos decidan que sea; no como el judaísmo, que ante todo es segregacionista y
excluyente; ha
comentado Galo.
–
Bien, jóvenes,
muy bien;
les digo, ya veo que están aprendiendo y
eso es muy bueno para el “Christus Mandatus”, cuanto más sepamos de este
asunto, mejor decidiremos qué y cómo hacer.
Está
llegando Tadeus y nos indica que vayamos de inmediato al Palacio del Centro en
donde nos espera el Emperador. De
inmediato montamos y nos dirigimos hacia allá.
Tiberio César ha mandado traer al Sacerdote Theodorus y por supuesto, se
encuentran allí los dos adolescentes maravilla de este asunto: Tito y Gallio,
mi hijo. Los cuatro nos esperan ya en
una terraza llena de plantas y con una pérgola de vides con fulgurantes
uvas. Le muestro y leo la misiva a
Tiberio César y los comentarios empiezan a fluir:
–
¡Alabado sea
Dios!, dice
Tito, el Sanctus Spirîtus ha iluminado a
sus siervos; la proclamación del Evangelio será a niveles insospechados; termina
el diciendo el adolescente apóstol.
Tiberio vuelve su cara hacia el Sacerdote Theodorus esperando su
comentario.
–
¡Felicidades
Tribunus Legatus, sin lugar a dudas es Usted un hombre capaz de convencer hasta
a los mismísimos hebraicus!; y más importante aún si hablamos de ‘Buenas
Nuevas’ por instaurarse.
–
¡Muy bien
Verito!, a mí no me sorprende; yo siempre he estado seguro de tus capacidades,
tu arrojo y tu entrega. Ahora tienes el
salvoconducto de los verdaderos iluminados.
–
¡Qué bien,
Patis, qué bien lo has hecho todo!; dice mi pequeño Gallio.
No
cabe duda, ellos hablan en lo espiritual, nosotros seguimos en lo materialmente
práctico del asunto; creo que nunca les vamos a poder alcanzar. Me queda muy claro: una cosa es ser escogido
por el Sanctus Spirîtus y otra muy distinta es tenerlo. Así estamos con estos dos grupos: ellos lo
tienen, nosotros solo fuimos seleccionados; ellos son amos, nosotros jornaleros.
He
aprovechado la oportunidad para informar a Tiberio César la próxima fecha de
nuestra salida, así como el itinerario que cubriremos en la visita a Jacobo,
hijo de Zebedeo; el Apóstol que se encuentra en Hispania. Por respuesta ha
dicho:
–
¡Qué afortunados
son todos ustedes; no saben cuánto les envidiamos! ¡Conocer a los Apóstoles de
Iesus Nazarenus y además platicar con ellos! No muchos mortales podrán decir
eso; ¡y menos si son ‘gentiles’!, ¡y romanos, que es aún peor! ¡De ahora en
adelante serán llamados los ‘Benditos del Christus Mandatus’!, Centuriones de
Garlla; y
ríe gustosamente el anciano muy querido por nosotros, Imperator Maxîmum.
Insûla Capreæ Novus Villa Garlla
Septembris VII
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
HACIA HISPANIA
No
solo está Jacob, hijo de Zebedeo, en Hispania,
también están con él más de diez Discípulos, algunos de los setenta y dos
originales de Iesus Nazarenus, y
otros de los que se bautizaron el día de Pentecostés. El joven Apóstol de solo veintinueve años, ha
querido emprender su predicación de forma contundente en tierras Tarraconenses,
Béticas y Lusitanas; quiere dejar huella pronto y la quiere dejar profunda. Nosotros queremos ayudarle en su labor siendo
útiles; y por supuesto que lo haremos.
Habiéndonos
adelantado Camilus Méver, quien nos espera ya en Tarraco, solo iremos cuatro
Centuriones y yo; más la tripulación completa de “La Liburna Christina”, esto es, no irán fuerzas de ataque y solo viajará
la mitad de mi escolta. Así, mucho menos
pesados, la navegación será más ligera y fácil y nuestro avance mucho más
cierto y seguro. En Tarraco estarán
también los Procuradores de las tres Provincias en Hispania, a los cuales dejaré las instrucciones pertinentes del “Christus Mandatus”, así como los
antecedentes que ya hemos vivido y la aprobación de los hechos por parte de
Tiberio César. Después de la campiña
Itálica en Mediolanum, las tierras Ibéricas son mis preferidas; cuatro años
completos pasé en estos hermosos lugares, los mejores años del final de mi
carrera militar.
+ + +
Tarraco, Provincia de Tarraconensis, Hispania
Septembris IX
Año XXI del Reinado de Tiberio Julio César
CON EL APÓSTOL JACOB
El
hombre es del tamaño de un oso germánico: alto, corpulento, velludo y fuerte;
tiene los ojos más grandes y profundos que yo haya visto; el pelo y la barba
son de tal forma rizados, que hacen bucles por doquier; y sin embargo, reluce de
limpio y bien cuidado; nadie diría que hace cuatro años era un pescador en el
Lago de Tiberíades. La voz, más que un
sonido es un estruendo, pero agradable y lozana; habla con toda propiedad y parsimonia,
sin cometer un solo error en su decir.
Ha llegado al Palacio del Procurador en Tarraco acompañado de Camilus
Méver, mi emissarii para él, en punto
del mediodía, como habían dicho. El joven
Apóstol viste su clásica túnica israeli
de algodón crudo, con mangas largas y anchas, sobre la cual lleva un manto iudaicus con franjas en los bordes, parecido
a nuestra toga romana. Camilus, que es
un hombre bastante alto y fuerte, parece un esbelto patricio a lado de Jacob.
Hemos
dispuesto para nuestra reunión un gran espacio en la parte superior del Palacio
Pretoriano, que tiene una hermosa pérgola de vides que nos cubrirán del sol,
amén de deleitarnos con sus exquisitos aromas.
Los que esperamos somos más de cincuenta personas, pues (cosa rara en
ellos), se nos han unido los Rabbuni
de las sinagogas de Barcino, César Augusta y Valentia; ya que todos quieren
conocer al Apóstol de Iesus Nazarenus,
quien normalmente discurre su tiempo entre Iria Flavia y Tarraco. Además están los terratenientes de casi toda Hispania, pues la visita del Tribunus Legatus siempre ha de ser
atendida; bien por amistad, bien por conveniencia, pero allí hay que estar. Justo al momento de su entrada, me pongo de
pié y me encamino a recibirle:
–
¡Amado en Iesus
Christus, Apóstol Jacob; en un altísimo honor poder saludarle personalmente!
¡Reciba también el sincero saludo de nuestro insigne Emperador Tiberius Iulius Cæsar!
–
¡Shalom,
Veritelius! ¡Que la Paz de nuestro Señor
Iesus Christus, esté contigo y con los que te acompañan!, responde con su
sonora voz el Apóstol en tanto nos abrazamos cordialmente. ¡Qué maravilloso es ver reunidos a todos los hombres que ostentan el
poder en Hispania!, me dice mientras nos acercamos a donde se encuentran
los demás; y ya allí exclama el hombre con gran fogosidad: ¡¡Veritelius de Garlla, Tribunus Legatus del Imperio Romano, debes
estar muy orgulloso; pues todos estos han venido por verte a ti, pues a mí me
han estado evitando todo el tiempo que les he buscado!!, ciertamente,
muchos, hacen cara de admiración.
–
¡Por supuesto
que no!, Apóstol Jacob, respondo en disuasión evidente, el Invitado Especial es Usted, Jacob hijo de
Zebedeo!
–
Tú eres un buen
hombre, aún para ellos; no así yo, Veritelius.
Pero el Señor hace posibles todas las cosas y esta oportunidad no la
puedo perder; concluye
jocoso el doble gigante.
–
Permítame
presentarle a todos Apóstol Jacob; le digo de inmediato, pero él me
detiene del brazo, y con una franca y gran sonrisa me contesta casi
infantilmente:
–
¡No te
preocupes, Veritelius, les conozco a todos! E inicia la salutación personal
de cada uno, mencionando su nombre y lugar de donde proceden; y saludando de
acuerdo a sus propias costumbres, bien sean: Iudaicus, Galos, Tangerines, Mauritanios o Cartagineses; y aún
Romanos.
Las
expresiones de todos, absolutamente todos los que nos encontramos en el lugar,
son de total admiración por el singularísimo personaje que hemos recibido. A mí casi se me han salido las lágrimas de
los ojos por la emoción, ante la abrumadora presencia de un Apóstol de Iesus Nazarenus; creo que cada vez
entiendo más de qué se trata en realidad el “Christus Mandatus”. Acto
seguido, el avezado galileo toma la palabra y dice:
–
Ahora, hermanos
todos, escuchemos a Veritelius de Garlla, que tiene un gran mensaje para
nosotros. Yo,
al igual que todos los demás estoy impactado ante la ‘magia’ que el sanctus hombre tiene; y tomando aire
para empezar, les digo:
–
¡Ave Tiberio
Iulius Cæsar, Imperator Maxîmum!, impongo la voz casi desahogándome de la
presión que Jacob Apóstol ha creado.
–
¡Ave César!, me responden
todos.
–
En efecto, bien
ha dicho nuestro ilustre invitado, hay grandes noticias que debo darles
respecto de un ‘Proiectus’ de nuestro Amado Emperador; al cual él mismo ha llamado
“Christus Mandatus”, que consiste en tres puntos fundamentales, lo cual le
leeré de las mismísimas palabras de Tiberio César:
Primero- que revises la legalidad del ‘Juicio’ efectuado por Poncio Pilato;
lo dictamines y concluyas si procede o no; y castigues
con el máximo rigor de nuestras Leyes la culpa- bilidad
de los actores romanos y judíos en el asunto.
Segundo- que contactes a los llamados ‘Discípulos’
del Rabbuni, que hables con cada uno ellos y les
asegures la intervención interesada del Emperador en este
asunto.
Tercero- y éste es el más importante, que dejes constancia escrita de tus
investigaciones para la posteridad; para que se vea que Roma pudo haberse equivocado en la persona de su
repre- sentante, pero
que corrigió en aras del Honoris, Legis,
Iustitia,
que son nuestras máximas de existencia.
Hasta aquí el
texto de autorización del Christus Mandatus del César.
Lo
siguiente es reseñarles los acontecimientos de los últimos sesenta días de
nuestro trabajo y el avance que se ha logrados en cada uno de los puntos
mencionados. Todos han estado inmóviles
y atentos a mis narraciones sobre lo ocurrido en Apollonia, Alexandria, Cesarea de Palestina y Hierosolyma, así como
el regreso a Capreæ; inclusive el Apóstol
Jacob.
–
Por lo tanto, le digo a todos
para concluir, es obligación de todo
Ciudadano y Súbdito Romano, cumplir y hacer cumplir cuanto nos dicta el
“Christus Mandatus”, al que estamos todos comprometidos, más aún si formamos
parte de la élite de cuestura, pretura o consulado del Imperio Romano.
He dicho,
y en mi decir ha hablado Tiberius Iulius Cæsar, Imperator Maxîmum. ¡Ave César!
–
¡Ave César!, responden todos
a coro.
–
¡Hallelu ya,
Iesus Christus!, se
oye la profunda voz de Jacob Apóstol, quien sin solicitar permiso, sabiéndose
preferido del anfitrión, inicia un rezo en perfecto latín, que dice:
“Pater
noster, qui es in coelis:
Santificetur
Nomen Tuum.
Adveniant Regnum Tuum.
Fiat vountas tua, sicut in coelo,
et in terra.
Panem
nostrum cotidianum da nobis hodie.
Et
dimitte nobis debita nostra,
Sicut
et nos dimittimus debitoribus nostris.
Et
ne nos inducas em tentationes.
Sed
libera nos a malo.
Amen.”
Amadísimos
todos en Iesus Christi; nuestro querido y mutuo amigo, Veritelius de Garlla,
me ha pedido que en muy breves palabras narre a Ustedes lo sucedido en la Vida Gloriosa de Iesus Nazarenus,
el Hijo de Dios, entre nosotros;
solo les diré lo más importante de su Evangelio, de la Buena Nueva que debe ser predicada a todas las naciones. Agradezco
sinceramente a Veritelius esta
magnífica oportunidad.
Por
supuesto, yo jamás le dije eso; las únicas palabras que le he dirigido son las
de nuestro saludo hace unos momentos. Pero
este hombre es tan increíblemente hábil, que ha puesto palabras en mi boca que
le favorecen a él del todo, y me ‘comprometen’ a mí; pues todos darán por hecho
que cuanto él diga, yo lo secundo y apruebo.
Sanctus Spirîtus, El
Paráclito, eso es; allí está su Divina manifestación en Jacob Apóstol: en la
oportunidad, en la sagacidad, en el bien decir y el bien actuar del hombre. Ya lo voy conociendo; exactamente igual ha
sucedido con Simón de Cyrene; con
Mateo, Petrus y demás Apóstoles. ¿También debo reconocerlo en Tito y Gallio,
mis ‘Apóstoles adolescentes’?
Cuatro
horas ininterrumpidamente ha hablado Jacob Apóstol, y nadie se ha movido de su
lugar original; algunos están sentados en la misma posición en su solium, que cuando empezó a hablar el
Discípulo de Iesus Nazarenus. Los sucesos que narra son bellísimos, además
de que a él le emocionan hasta las lágrimas por su recuerdo; esto es de lo que
debemos escribir: la vida, obra y milagros de Iesus Nazarenus. ¡Qué mala
decisión fue dejar a los scriptôris en
Capreæ! ¡Y solo por aliviar peso! ¡Nunca más me ocurrirá esto, así pesen mil
libras cada uno!
El
Procurador ha retirado en dos ocasiones al Maiordomus
del Palacio Pretoriano, quien nos ha informado que la cena está a punto para
ser servida; pero el hombre está tan interesado en la exposición que hace el
Apóstol Jacob, que no quiere que sea interrumpido. Me inclino un poco para preguntarle si ha
previsto la estancia de todos, esta noche en el Palacio; y me responde que sí,
que todos podríamos alojarnos es las habitaciones. Eso estamos resolviendo, cuando el orador
suspende su narrativa y nos dice:
–
La hora de los
sagrados alimentos ha llegado; ¡y eso es algo que ningún romano perdona que
pase!, dice
en broma el ‘gigante’ ¡Así que, a cenar
todo el mundo! Culmina este galileo
maravilloso, que sin tomar en cuenta <el protocolo, lo acaba de destrozar.
–
¡Por favor,
pasen todos; sigamos al Maiordomus!, les digo amablemente.
¡Los
Rabbuni Iudaicus se van a quedar a la
cena!, ¡con gentiles y todo!; esto sí que es para contarlo. Tradiciones milenarias se están viniendo
abajo; estos Apóstoles sí que tienen ‘un don Divino’; me consta. Para todos hay lugar en la gigantesca mesa en
‘u’ que han preparado; no hay tricliniums (de acuerdo a mis instrucciones): silla
solium para cada comensal, en una
mesa con cabecera y brazos a dextra y
sinistra; al centro de la cabecera, el honorable invitado de la reunión: el
Apóstol Jacob, Hijo de Zebedeo, galileo y Discípulo de Iesus Nazarenus, el amo del “Christus
Mandatus”.
–
Bendícenos,
Señor Iesus Christus, y bendice estos alimentos que dados por tu bondad vamos a
tomar; reza
de pié el oriundo de Bethsaida, antes que nadie toque los alimentos.
–
¡Amén!, respondemos
solo los que ya sabemos el ritual; (y se siente uno tan bien de estar incluido
entre esos, que quisiera que se repitiera).
La
cena es realmente digna de la concurrencia, el Procurador de Tarraconensis se
ha prodigado en la selección de las viandas y seguramente todos tendremos una
buena oportunidad para deleitar el paladar.
Mañana seguiré con el joven Apóstol en las definiciones que sean
necesarias de cara al “Christus Mandatus”.
† †
†
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
Tu Palabra es La Verdad.
También me puedes seguir en:
Solo por el gusto de Proclamar El Evangelio
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