Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Febrero 21 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
17 DE 77
II.7.- CURACIÓN DE LA SUEGRA DE SIMÓN, PEDRO.
(Mt
8, 14-15; Mc 1, 29-31; Lc 4, 38-39)
“Al llegar Jesús
a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se
levantó y se puso a servirle.”
Evangelio según San Mateo
“Cuando salió de
la sinagoga se fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre;
y le hablaban de ella. Se acercó y,
tomándola de la mano, la levantó. La
fiebre la dejó y ella se puso a servirles.”
Evangelio según San Marcos
“Saliendo de la
sinagoga, entró en la casa de Simón. La
suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre,
y la fiebre la dejó; ella levantándose al punto, se puso a servirles.”
Evangelio según San Lucas
Esta santa mujer (de quien no se
registra su nombre), debió haber sido muy querida del Señor, pues además de
haberla sanado con un gesto muy cariñoso (tomándola de la mano –algo inaudito
para un rabboni, quienes no podían ni
tocar a las mujeres extrañas a su casa–), el incidente es tomado en cuenta por
los tres Evangelistas Sinópticos. Y se
entiende este hecho, pues no es difícil suponer que haya habido una buena amistad
entre ella y Jesucristo. Hay que
recordar que Jesús viajaba a menudo desde Nazaret hasta el Mar de Galilea aún
antes de iniciar su Ministerio.
La casa de Simón y Andrés estaba
ubicada muy cerca de la orilla del lago y era de las primeras que se veían
llegando por el camino desde Magdala y Genesaret a Cafarnaúm. Afuera de esta construcción (bastante
modesta, pero resistente en su edificación), conoció Jesús a los pescadores del
Lago de Genesaret que más tarde serían sus primeros cuatro discípulos: Simón y
Andrés su hermano, y Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo; todos pescadores,
todos ellos galileos.
Respecto a que es reconocida como la
suegra de Simón, se deduce que éste estaba casado con su hija; sin embargo,
nada se narra en los Evangelios
sinópticos acerca de ella, por lo que se podría entender que ya hubiese
muerto, y que Pedro se habría quedado al cuidado de la madre de su esposa. Conviene también recordar que no se está
hablando de hombres de mucha edad, sino de jóvenes todos ellos (pues, el mismo
Jesús apenas tiene treinta años y todos sus discípulos fueron de menor edad que
él), por lo que una mujer así les era muy útil para su vida, amén de muy
querida por todos.
La zona del Lago de Tiberíades era la
más densamente poblada de la región norte de Palestina, en plena Galilea; era
el paso obligado de caravanas y viajeros procedentes de Siria y Fenicia hacia
Jerusalén, bordeando por los caminos de la ribera occidental del Río Jordán
hasta Jericó, para evitar los caminos desérticos de las llanuras de Samaria. Todas las poblaciones ribereñas del lago,
desde Cafarnaúm hasta la antigua Kinnéret, en la ribera occidental; y de
Betsaida hasta Hipo, en la margen oriental, bullían en comercio y actividades
sociales y militares, por lo que Jesús las escogió para el inicio de la
predicación del Evangelio. La población
sumada de esas ciudades y enclaves (más de diez), era similar a la de
Jerusalén, la gran ciudad de la Provincia Romana de Judea.
Una vez descritos los antecedentes,
veamos ahora la significación del caso específico. Satanás ha tomado partido de una persona muy
querida por todos, pues los discípulos ‘le
hablan de ella’ y ‘le ruegan por ella’
a Jesucristo; quien no vacila en acudir en su auxilio. Es una gran oportunidad para la alabanza de
Dios que aprovechará Cristo, de una situación adversa creada por el
Demonio.
Así, una vez más, con el bien será
vencido el mal; de lo inconveniente saldrá algo beneficioso; la congoja se
transformará en alegría. Esto es
precisamente La Buena
Nueva : hacer vivir a todos los que tengan fe, las virtudes y
bondades del Reino de los Cielos. Sin
mucha imaginación, es fácil comprender la alegría de los Apóstoles ante la Divina intervención del
Maestro, quien ha restaurado la salud de la amada mujer. ¡Las maravillas que el Mesías realiza,
también son para los propios, no solo para los extraños!
¡Al final nada conseguiste Satán! ¡Dios
ha sido alabado por sus Santos!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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