Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Febrero 14 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
16 DE 77
II.6.- CURACIÓN DEL CRIADO DEL CENTURIÓN
(Mt
8, 5-13; Lc 7, 1-10; Jn 4, 46-54)
“. . . Se
encontraba enfermo y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de
éste. Habiendo oído hablar de Jesús, le
envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera y salvara a su
siervo.
Éstos, llegando
ante Jesús, le suplican insistentemente, diciendo: ‘Merece que se lo concedas,
porque ama a nuestro pueblo y él mismo nos ha edificado la sinagoga.’
Iba Jesús con
ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a
decirle: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi
techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra y quede sano mi
criado. Porque también yo, que soy un
subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro:
‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace.”
Al oír esto,
Jesús quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía:
“Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.” Cuando los enviados volvieron a la casa hallaron
al siervo sano.”
Ciertamente no se conoce el nombre de
este personaje, pero lo que sí se sabe, es que es el primer gentil (un no
israelita), que le pidió, y además recibió, un milagro del Señor. Un centurión era un puesto más bien bajo en
el Ejército Romano, ya que solo dirigía cien hombres –un ciento, de allí lo de centuria –, que alguien con tanta
importancia como hacen ver los ancianos judíos que acompañan a Jesús. Un Jefe
de Cohorte (quien comandaba seis centurias), pudo haber sido alguien a quien
tomársele más en cuenta; y ni qué decir de un General Legionario que era el
responsable de seis mil hombres, una legión.
Sin embargo, hay algo que debe
tomársele muy en cuenta a este centurión. Si él fue el que edificó la Sinagoga de Cafarnaúm, como
dicen estos ancianos, (de la cual hoy día se pueden ver las ruinas
arqueológicas de la misma), en verdad que amaba al pueblo judío, y además, era
muy rico, ya que dicha construcción era desproporcionadamente grande para el
número de habitantes que poblaban el lugar en tiempos de Jesús, y muy elaborada
en sus acabados interiores y exteriores, como para ser justificados por las
escasas evidencias de religiosidad de su gente.
Es más probable que Cristo haya escogido iniciar su Ministerio en
Cafarnaúm por lo poco religiosos que eran estos galileos, que por su apego a la Ley y las costumbres del
pueblo de Israel.
Sea como fuere, el Divino Maestro no
atiende el llamado del hombre romano por lo que representa para todos desde el
punto de vista del poder o de su influencia, sino por su fe. Este hombre realmente ha creído que Jesús es
el Mesías, el Hijo de Dios que ha venido a salvar al mundo.
Y aunque parece que todo está dentro de
la normalidad, hay un hecho que no debemos dejar de tomar en cuenta: se trata
de un gentil, un extranjero, para los cuales, en primera instancia, no ha
venido Cristo; ellos serán tomados en cuenta solo después de la Resurrección del
Señor. Ésta es, pues, la oportunidad que
toma el Demonio para, sutilmente, acechar al Mesías, ya que no le era lícito a
los judíos tener contactos de ningún tipo con los paganos. Pero este centurión es un versado en las
costumbres judías, ya que hasta le manda decir:
“Señor,
no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno
de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra y quede sano mi criado. . .”
Así empezarán escribas y fariseos a
formular la larga lista de ‘quebrantos’ a las costumbres de los antepasados
realizados por Jesús de Nazaret. Cierto
es, no entró en su casa, ni siquiera le vio a él; pero será tomado en cuenta
como un favor hecho a un gentil, un indigno de Dios; una ‘falta imperdonable’,
según los escribas del tiempo del Señor.
Muchas ocasiones leeremos en los Cuatro Evangelios que los ‘doctores de la Ley ’ le acusan de ‘convivir, entrar en casa de prostitutas y
publicanos. . . y hasta comer con ellos’, todas esas, acciones de sumo
pecado para cualquier judío. Sin
embargo, Jesucristo tomará ‘los riesgos’ de estas acusaciones solo para llevar
al cabo su Misión: “. . . Los ciegos ven,
los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva. . .”, como le respondió
a Juan el Bautista cuando estaba en la cárcel.
“. . . Cuando los enviados volvieron a la casa hallaron al siervo sano.” De
nada te sirvió, Satanás, por más que hayas hecho para limitar al Señor, el
Nombre de Dios ha sido glorificado una vez más, encima de todo nombre.
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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