¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de
México, Diciembre 5 del 2017.
“Gloria a Dios
en las alturas y en la Tierra paz
a los hombres en
quienes Él se complace.”
(Lc 2, 14)
LAS TRADICIONES NAVIDEÑAS,
CON EL NIÑO DIOS AL CENTRO.
Muy estimados todos, en Cristo Jesús:
Si bien es cierto
que la Semana Santa tiene una gran cantidad de ‘tradiciones’ (costumbres, ritos, doctrinas, que se transmiten de
generación en generación – RAE), más aún
si hablamos de la Semana Santa en España; creo que La Época Navideña tiene más tradiciones
todavía que seguir. Por supuesto, en
Europa, no se diga por cada país, sino por regiones, ciudades o pueblos, inclusive,
las Tradiciones Navideñas son vastísimas. Todas las labores humanas (arte,
ciencia, política, religión, producción o comercio, deportes o entretenimiento),
todas, se ven muy influenciadas por la Navidad.
También en Oriente
Medio, África y América es patente la influencia de La Natividad del Señor en
las costumbres y tradiciones de fin de año de cada País. Nuestro querido México
tiene ‘miles’ de ellas, por supuesto, todas importadas; pero ya algunas ‘muy
propias’ de nuestra cultura y nuestra gente. En este País, tal parece que “lo que no se hace bailando, no vale la pena”;
y así, las devotísimas Pastorelas,
dieron paso a ‘Las Posadas’, en las
que, lo que más importa es comer, beber y bailar.
Las tradiciones
navideñas siempre deben tener como eje de su celebración al Niño Dios, a Jesús
de Nazaret; a Dios Hecho Hombre que se encarna para nuestra salvación. Si Cristo deja de ser la razón misma de
cuanto festejemos, entonces nuestras alegrías pasan a ser como cualquiera otra;
y eso no es La Navidad. El Nacimiento
del Redentor es tan importante como su Muerte y Resurrección, pues si no
hubiese nacido, no habría habido redención; o al menos, no habría sido como
fue.
Es muy fácil que
perdamos el rumbo –la intención, la valía, la razón de ser– de nuestras Celebraciones
Navideñas, si les quitamos la parte ‘religiosa’
que es la esencia misma de lo que festejamos.
No festejamos cualquier nacimiento, no; lo que hacemos es traer al
presente el Gloriosísimo momento del Nacimiento del Salvador. Así, como lo narra San Lucas:
“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo
será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la Ciudad de David, un Salvador,
que es el Cristo Señor…
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del
ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
“Gloria a Dios en las alturas, y en la Tierra paz a
los hombres en quienes Él se complace.””
Evangelio según San Lucas 2, 10-11, 13-14.
Orar sirve, es la mejor forma de
permanecer con Dios.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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