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¡Alabado sea Jesucristo!
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México, D. F.,
Diciembre 6 del 2015.
2° DOMINGO DE ADVIENTO
Muy estimados todos en Cristo Jesús:
¡Ni mandadas a hacer nos quedaron las lecturas de hoy!
–como que La Iglesia sabe perfectamente en qué andamos– y todas nos hablan de
reconciliación y de amor. Nosotros en
este blog estamos intentando limpiar el alma y corregir los desvíos, y el
Evangelio nos lo deja muy claro:
“Una voz grita en
el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los
valle, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece y lo
escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.’”
Exactamente eso es el Tiempo de Adviento: arrepentirnos
y corregir lo malo que hemos hecho, para recibir al Niño Dios el día de
Navidad; obteniendo su perdón.
En esas andamos todos.
La semana pasada quedamos en reconocer y exponer –por medio del
Sacramento de la Confesión– nuestros pecados más fuertes, los más oscuros rincones
de nuestra persona humana; ¿cómo nos fue? ¿Ya pudimos, finalmente aceptar esos
errores más graves; los que hemos cometido con nuestros más ‘próx(j)imos’? Mi cónyuge,
mis hijos e hijas; mi padre, mi madre y mis hermanos; mis compañeros de trabajo
o de estudio, mis vecinos; ¿tendrán todos ellos el humilde gusto de saber que
nos hemos arrepentido?; ¿estaremos en posibilidad de pedirles su perdón?
Y también en el otro sentido de la vida, no en lo que yo
he hecho mal, sino en lo que me han hecho: las traiciones y mentiras que tanto
me han afectado anímicamente; la falta de comprensión de quien más esperaba
apoyo; el olvido tácito de mi persona, de mis acciones y de mis pensamientos, de quienes necesito su consideración para sentirme útil, presente y amado. ¿He
asimilado ya que debo perdonarlos, que debo aceptar sus disculpas?
¡Claro que sí!, si lo que quiero es limpiar mi alma en
virtud del Niño Jesús que nace en Belén, me va a costar trabajo; porque la
sinceridad y la verdad son dones valiosos, pero alcanzables para todos, en
función de nuestra voluntad. Si quiero
hacerlo, voy a poder lograrlo; solo he de meter a Dios en mi vida y “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace.”
Orar sirve, oremos por México.
De todos ustedes, con afecto en Cristo.
Antonio Garelli
También me
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De Milagros y Diosidencias.
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
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