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jueves, 29 de octubre de 2015

SUBORDINADOS Y COLABORADORES

¡Alabado sea Jesucristo!

México, D. F., Octubre 29  del 2015.

RESPETO A LA AUTORIDAD (1 DE 4)
SUBORDINADOS Y COLABORADORES

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Hace algún tiempo, redacté el contenido de una placa conmemorativa y le pedí a alguien que me hiciera el favor de mandarla fabricar. La tal placa nos la entregaban un día antes de su final feliz (cuando fuera entregada), y yo mismo fui a recogerla.  Cuando estaba en el lugar del taller, me llamó por teléfono la persona a la que le pedí el encargo de producirla y me dijo (con una soberbia tal, que yo no lo podía creer), que había cambiado el contenido de la placa, ‘porque el que yo había puesto no le había gustado.’ Así nada más.

Entre el día de la ‘orden de compra’ para la manufactura de la placa (que fue cuando se cambió el contenido de la misma) y la fecha de entrega, pasaron más de 12 días.  Yo no tuve información alguna acerca de ningún cambio, sino hasta una hora antes de la entrega final; por lo tanto, no hubo posibilidad de remediar el error.  No cabe ni la menor duda: “. . . Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la Luz.” (Lc 16, 8) Solo porque estas son palabras de nuestro Señor Jesucristo, no las retobo; pero en mi tierra, lo dicen de otra forma.

Uno de los cambios, era una palabra: decía – subordinados; y la persona puso: – colaboradores.  Ambas palabras ni siquiera son sinónimas.  El cambio de vocablo, pues, refleja un estado de ánimo, una situación que se vive; no una mejora gramatical o una mejor dicción.

En la Administración de Negocios (área de las Ciencias Sociales en la que trabajé por más de cuarenta y cinco años, en prácticamente todos sus campos, puestos y giros) –y de la cual además, me di el gusto de dar cátedra a nivel universitario–, se tiene la buena costumbre de elaborar organigramas o ‘cartas de organización’ de las empresas, instituciones o sociedades.

En esos documentos lo primero que se define, son las áreas organizacionales y los responsables y sus subordinados (sub ordinis = en la línea de orden); quienes a su vez pueden ser responsables de otros subordinados dentro de la misma área.  Las jerarquías de puestos que en un organigrama tienen la misma posición, podrían ser tratados como colaboradores entre sí, respecto de su área de trabajo o de la empresa en general; pero nunca como subordinados, ya que entre ellos no pueden (y no deben) girarse órdenes e instrucciones.  El único que no tiene colaboradores –esto es, alguien de su mismo nivel– es el Director General; quien, de no ser el dueño del negocio, también será un subordinado, en este caso de su Consejo de Administración.

Cuando un subordinado se siente colaborador de su jefe, algo anda muy mal.  O el jefe le ha dado ‘alas para volar’ e ‘ideas para soñar’; o el susodicho dependiente está a punto de una insubordinación escandalosa, que hasta le puede costar legalmente el empleo; toda vez que una actitud así, produce una pérdida inmediata de la confianza, de parte del jefe.

Escribo todo esto a petición de un hombre que convive todos los días con jefes, colaboradores y subordinados; y quien me ha asegurado que situaciones así, se repiten con mayor frecuencia en los últimos diez años.  Cree esta persona que la pérdida de respeto a la autoridad, que afecta a México a nivel general, ya ha permeado y penetrado hasta los más profundos rincones de la sociedad; afectando todas nuestras interrelaciones: las de hijos y padres; las de alumnos y maestros; las de jefes y subordinados; las de gobernantes y gobernados.

Las relaciones personales o la interrelación entre personas, están basadas en el Bien Común (o sea, lo que es mejor para todos); algo que en una sociedad cristiana suele identificarse como “Amor al Prójimo”, un mandato muy propio de nuestro Señor Jesucristo.  Ambos campos, correctamente unidos, han dado como resultado la Doctrina Social de La Iglesia –que todos los Papas desde León XIII, han enriquecido con su sapiencia– y que establece lineamientos de cooperación entre ricos y pobres, poderosos y débiles, y empresarios y empleados.

El concepto del orden jerárquico es algo que no debe perderse nunca.  En el mismísimo Cielo hay jerarquías; unos dan órdenes, otros las ejecutan.  En la Tierra, La Iglesia Católica es un ejemplo palpable de las Jerarquías (igual que los ejércitos, los reinos, los gobiernos), y también es evidente la demostración de lo que sucede cuando esas interdependencias fallan. 

En todo el mundo hay una carencia evidente del apego al respeto de la autoridad; creemos que, por haber alcanzado los niveles de autodeterminación y autonomía (financiera e intelectual), podemos desvincularnos de la autoridad que nos rige.  Y esto, es un gran error, porque los seres humanos somos sociales ‘por naturaleza’; estamos hechos para interrelacionarnos, para depender unos de otros.  Simplemente porque Dios así lo quiso.  Usemos virtudes contundentes, contra pecados evidentes.

Orar sirve, oremos por México.

De todos ustedes, con afecto en Cristo.

Antonio Garelli



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De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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