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miércoles, 25 de diciembre de 2013

ADVIENTO, NATIVIDAD Y EPIFANÍA


¡Alabado sea Jesucristo!

Diciembre 25 del 2013.

ADVIENTO, NATIVIDAD Y EPIFANÍA

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Si pudiésemos no creer en la Divinidad de Jesucristo nuestro Señor, tendríamos tanto que leer de Jesús de Nazaret, de tantos autores diferentes y en tantos estilos de escritura, que acabaríamos ‘endiosándolo’ al final de nuestras lecturas.  Además, es conveniente recordar, que de ningún ser humano hay tanto escrito como de Jesucristo.

Los Evangelios de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan; las Epístolas de San Pablo; Las Cartas Católicas de los Santos Santiago, Judas, Pedro y Juan; las narraciones diversísimas de Los Padres de La Iglesia de los Siglos II, III y IV; así como las consideraciones Teológicas sobre el Divino Redentor escritas por los Patriarcas de la Iglesia en esos Siglos; nos darían tanta literatura, que podríamos obtener varias maestrías y doctorados si quisiésemos elaborar eruditas tesis al respecto.

Y todavía hay más; pues los documentos Vaticanos de los Papas (Cartas Apostólicas, Encíclicas, Exhortaciones, etc., etc.), acerca de Jesús de Nazaret, El Cristo, suman cualquier cantidad de miles de volúmenes, para intentar no creer en Dios Hecho Hombre. 

Nadie puede negar la Divina existencia de Cristo Jesús, con suficientes argumentos científicos, filosóficos e históricos, como para justificar cualquier forma de ateísmo cristiano.  Nadie tiene suficientes pruebas como para establecer un axioma anticristiano tal, ateo, tajante e irrefutable, en contra de Jesús de Nazaret, para negar ‘inteligentemente’ Su Divinidad.

Así, pues, ante tales imposibilidades, es mejor apegarse a las Tradiciones, usos y costumbres acerca del Adviento (llegada), Natividad (nacimiento) y Epifanía (manifestación) del Verbo Encarnado; para que, de paso, aprovechemos para nuestra redención y, consecuentemente, la Salvación.

Jesús llega, nace y se manifiesta. Ese es el tiempo que vive la Iglesia toda, en estos días.  Es todo un Misterio tratar de comprender la razón del Nacimiento del Hijo de Dios, como hombre, como ser humano.  Yo solo tengo una explicación: “Tanto amó Dios al Mundo, que le dio a Su Hijo unigénito; para que el que crea en Él no se pierda, sino que tenga la vida eterna.” (Jn 3, 16)

Llega, y en esta acción de Su Adviento, nos quiere encontrar santos, o al menos arrepentidos de los pecados cometidos.  Nace, y por el ‘simple hecho’ de Su Natividad, quiere hacerse como nosotros; quiere sujetarse a nuestras limitaciones y dependencias, a nuestras necesidades y carencias. Como señala la Carta a los Hebreos: “. . . en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.” (4, 15). Y se manifiesta a propios y extraños, ya que Su Epifanía tiene lugar delante de judíos y gentiles, pues quiere que todos nos demos cuenta de que ya está aquí.

Veintiún siglos después, y personalizando en cada quien esos acontecimiento e intenciones, debo sentirme ‘amado por Dios en Su Hijo’, asimilado por Cristo en su naturaleza humana; y por supuesto, debo sentirme considerado por el Espíritu Santo como alguien que le pertenece a la Santísima Trinidad. 

Para eso es el Tiempo de Adviento, Natividad y Epifanía; para que yo mismo me incluya con la Divinidad que nos ha nacido y sea más de Ella y menos de mí mismo.   

De todos ustedes, con afecto en Cristo.

Antonio Garelli

 

 

 

De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

2 comentarios:

  1. ¡Felicidades a todos los queridos lectores!

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    Respuestas
    1. Interesantes como siempre sus reflexiones.
      un fuerte abrazo y mis mejores deseos para usted y su familia.

      Gustavo Ledezma

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