¡Venga Tu Reino!
Septiembre 5 del 2011
¡Amadísimos en Jesucristo!
Las lecturas de ayer domingo me dejaron pensando en una reflexión que a menudo repito en mis pláticas: el pecado más común y menos confesado es ‘el bien no hecho’; esto es, el pecado de omisión.
Fíjense como Yahveh advierte a Ezequiel (33, 8) de cargar con una culpa, por no hacer un bien; en este caso, por no avisarle a alguien que se aparte del mal camino en el que está. San Pablo, en su carta a los Romanos (13, 8-10) lo dice muy claro y, además, en positivo: ‘. . . el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley.’ Y el Divino Maestro nos da el procedimiento completo, escrito por San Mateo (18, 15-20) en su Evangelio, para eliminar nuestra omisión, de hacer el bien.
En los tres casos las lecturas nos instan a estar pendientes ‘del otro’; no nos hablan de algún pecado que vayamos a cometer, sino de un bien que no debemos dejar de hacer. Esta es la fuerza fundamental de la frase de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.” ¡Claro!, el que ama primero y siempre no tiene tiempo para pecar. Y es que, dado que el amor es la forma más segura, del bien; por ello Jesucristo nos lo manda constantemente: “Amaos los unos a los otros.”
Predicar a Cristo Jesús es amar al prójimo, por lo tanto es bueno; pero ¿me da miedo predicar a Cristo?, ¿me da pena, predicar a Cristo?, ¿no sé cómo predicar a Cristo? Cualesquiera que sea tu caso, empieza por meterlo a Él en tu vida y preguntarte, cada vez que tengas una duda de hacer el bien: ¿qué hubiera hecho Jesucristo? Cuando te vengas a dar cuenta, estas predicando a Cristo de la mejor manera posible: ‘haz el bien, sin mirar a quién.’
Suyo afectísimo en Cristo
Antonio Garelli
De milagros y Diosidencias. Solo por el gusto de proclamar el Evangelio.
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