“… Señor, quédate con nosotros …”
San
Cleofás en Emaús
Riviera
Maya, México; Abril 2 del 2025.
LIII
Aniversario de Novios
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“… ¡Ay de mí si no anuncio el
Evangelio! … ” (1Co 9,16)
Papa Francisco – Gaudete et Exsultate 130
GAUDETE ET EXSULTATE (20)
Alegraos y Regocijaos
“Sobre el llamado a la
Santidad en el mundo actual”
Estimados en Cristo:
Continuamos con
esta bella Exhortación Apostólica en el apartado Audacia y Fervor, en
donde el Papa Francisco nos invita a aumentar nuestra entrega a Dios, sin miedo
y dispuestos a evangelizar, enseñando la Buena Nueva que Jesucristo nos dejó y
donde la intrepidez de nuestro actuar llegue a los más necesitados de Dios, con
toda la fuerza que tiene su Palabra.
Es un hecho que la
humanidad está cada vez más alejada de Dios, esta sociedad a la que le parece
que si Dios no cumple sus deseos tal cual como supone que le conviene, lo
traduce y define como que ¡no vale la pena seguirlo!; sin embargo, el
punto está ahí precisamente, que a pesar de todas las inconsistencias que vemos
en nuestra sociedad y muchos otros antivalores que crecen en ella y a los
cuales a muchos nos cuesta aceptar y mucho menos acostumbrarnos a ello; nos
muestran la urgente necesidad de reestablecer los auténticos valores que nos
impulsan a entregarnos con más fuerza, para poder defender y reactivar en las
almas la esperanza que Jesucristo nos trajo con Su Testimonio y Su Palabra.
Más adelante el
Papa recuerda las palabras de San Pablo VI que en su tiempo de pontificado
decía a propósito de la carencia de parresía:
“…La
falta de fervor, tanto más grave cuanto que viene de dentro…” (Exh. Ap.
Evangelii Nuntiandi 1975); En este documento, así como lamenta “la falta de
alegría y de esperanza”, exalta la “dulce y confortadora alegría de
evangelizar” que está unida a “un ímpetu interior que nadie ni nada sea capaz
de extinguir…”
El Papa
Francisco nos invita a reflexionar sobre el ejemplo de Jesucristo, donde a
pesar de que se compadeciera de aquellos que veía perdidos en su humanidad,
paralizados sin esperanza, Cristo con más razón buscaba la forma de ayudarlos a
salir de ese aletargamiento para comprometerse en la misión que Él les
proponía.
“… el Señor nos llama
para navegar mar adentro y arrojar las redes en aguas más profundas (Lc
5,4). Nos invita a gastar nuestra vida
en su servicio. Aferrados a Él nos
animamos a poner todos nuestros carismas al servicio de los otros (…) “ ¡Ay de
mí si no anuncio el Evangelio (1 Co 9,16) …” (PF
– GE No 130).
En efecto, que
no nos asuste comprometernos a la misión que el Señor nos ofrezca, mucho va a
depender de la edad, la personalidad y los valores que hayamos arraigado en
ella, porque como sabemos, cada uno es único e irrepetible, habrá quien parezca
que puede hacer grandes cosas, pero para Dios las grandes cosas tienen otra
medida que la que tiene la humanidad, por ello, no te inquietes, tú podrás
seguir lo que Dios nuestro Señor te pida en cada momento de tu vida, según tus inquietudes,
tus virtudes, tus posibilidades y según tu edad, lo importante es la pureza de
intención con que hagas cada una de ellas.
El Papa nos
alienta con estas bellas palabras: “… Reconozcamos nuestra fragilidad, pero dejemos
que Jesús la tome con sus manos y nos lance a la misión. Somos frágiles, pero portadores de un tesoro
que nos hace grandes y que puede hacer más buenos y felices a quienes lo
reciban. La audacia y el coraje
apostólico son constitutivos de la misión…” (PF – GE No. 131). Ciertamente
San Santiago nos pide “intrepidez en la entrega”; esta virtud solo la
alcanzaremos pidiendo al Espíritu Santo nos llene de seguridad y valentía para
tomar las riendas de la misión que Dios nos pida.
El Papa bien nos
dice que necesitamos del sello del Espíritu Santo para que apliquemos “la
parresía” adecuadamente, o sea que nos arriesguemos a hablar con
honestidad, con la verdad, incluso cuando eso pudiera tener consecuencias
negativas en el entorno. El mundo de hoy
vive en un letargo de apariencias y “supuestas verdades” que solo ellos
construyen para “aparentemente vivir mejor”, pero todo ello no ayuda a seguir
la misión que Dios nuestro Señor nos pide; ciertamente es “ir contra corriente”
pero hacerlo en ambientes donde es necesario revertir este aletargamiento, es
necesario hacerlo con esa “prudente verdad que nos da el Espíritu” en el
momento de aplicarlo, siempre será necesario no ser violentos ni ofender al
otro, porque va en contra de la virtud y lo único que conseguiríamos sería que
se cierren las puertas de un posible cambio interior en los demás.
Por otro lado,
el Papa nos aconseja: “…Necesitamos el empuje del Espíritu para no ser
paralizados por el miedo y el cálculo, para no acostumbrarnos a caminar solo
dentro de confines seguros. Recordemos
que lo que está cerrado termina oliendo a humedad y enfermándonos (…) Como el
profeta Jonás, siempre llevamos latente la tentación de huir a un lugar seguro
que puede tener muchos nombres: individualismo,
espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos, dependencia, instalación,
repetición de esquemas ya prefijados, dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio
en las normas.” (PF-GE No 133-134).
Es verdad que
Dios siempre nos pide más, porque no quiere que nos invada la desesperanza que
es el peor de los enemigos de este mundo, que nos paraliza porque “no hay
nada más que hacer”, por ello el Papa insiste diciéndonos: “…Dios siempre
es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más
allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más
herida y donde los seres humanos, por debajo de la apariencia de la
superficialidad y el conformismo, sigue buscando la respuesta a la pregunta por
el sentido de la vida. ¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo! (PF
-GE No 135).
“…Él va siempre más
allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él mismo se hizo
periferia (Flp 2,6-8). Por eso, si nos
atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, él ya estará allí.
Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su
vida oprimida, en su alma oscurecida. Él
ya está allí…”
Papa
Francisco - Gaudete
et Exsultate No. 135
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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