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martes, 5 de agosto de 2025

MÍSTICA - LILIA GARELLI - (DN-12)

“… Señor, quédate con nosotros …”

San Cleofás en Emaús 

Riviera Maya, México; Agosto 6 del 2025.

           MÍSTICA

                                                            Por: Lilia Garelli                                      

 

“…San Ireneo afirma que “el Hijo de Dios existió siempre frente al Padre”

y Orígenes sostiene que el Hijo persevera

 “en la incesante contemplación del abismo paterno…”

Papa Francisco - Dilexit Nos No. 74

 

DILEXIT NOS (12) - Él nos Amó

“Sobre el Amor Humano y Divino del Corazón de Jesucristo”

  

Estimados en Cristo:

Continuamos con el apartado “Perspectivas Trinitarias”, donde el Papa Francisco nos muestra la claridad con la que Jesús dirigía toda su atención hacia la Voluntad de Su Padre, enseñando inclusive a sus apóstoles la importancia de orar al Padre, ante cualquier duda sobre el bien y la verdad de sus decisiones.

El Papa continúa mostrándonos esta cercanía con su Padre, a través de diversos textos evangélicos, como cuando estaba en el monte de los olivos, Jesús oraba a su Padre sabiendo lo que iba a padecer en pocas horas: “…Abba -Padre-, todo te es posible; aleja de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya…” (Mc 14,36).  Siempre se reconoció amado por el Padre: “…ya me amabas antes de la creación del mundo…” (Jn 17,24).  Y Jesús, en su corazón humano, se extasiaba escuchando que el Padre le decía: “…Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección…” (Mc 1,11) (PF – DN No. 73).

Cuando realmente se ama a nivel humano es fácil comprender esa conexión tan íntima del Padre con el Hijo, porque al estar lejos se extraña y más aún se añora estar con el otro, es una sensación de vaciedad o más bien de sentirse incompleto; al haber vivido esta necesidad, entendemos perfectamente los deseos de Jesús de querer estar con el ser amado ¬Su Padre¬ y no poder hacerlo en ese momento; de la tristeza, a la esperanza de poder reencontrarse en el futuro y por lo tanto, el fin de esa añoranza por permanecer en su presencia y compañía.  Ante esta reflexión también podemos comprender por qué Jesús se la pasaba noches enteras orando con el Padre, como nos lo recuerda el Papa Francisco: “…Él decía: “debo ocuparme de los asuntos de mi Padre” (Lc 2,49). Miremos sus alabanzas: “Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “¡Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra!” (Lc 10,21).  Y sus últimas palabras llenas de confianza fueron: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46) …” (PF – DN No. 74).

El Espíritu Santo tiene un papel especial en el Corazón de Cristo, al que como bien nos recuerda el Papa Francisco en las palabras de San Juan Pablo II: “…el Corazón de Cristo es “la obra maestra del Espíritu Santo” (…) a la que Jesús atribuyó la inspiración de su misión (Lc 4,18/ Is 61,1) …” (PF – DN No. 75). Bien nos decía Jesús, “les conviene que yo me vaya, para que pueda enviarles al Espíritu Santo”, tanto los apóstoles como seguramente nosotros no entendemos cabalmente estas palabras, hasta que lo reflexionamos de forma clara y profunda; es el Espíritu Santo el que nos ayudará a comprender los misterios de una fe verdadera y una comprensión clara de los misterios de Dios, porque nosotros solos no podemos, por ello el Papa Francisco insiste en recordarnos las palabras de San Juan Pablo II en su Mensaje con motivo del centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León XIII:  “… sólo el Espíritu Santo puede abrir ante nosotros esta plenitud del “hombre interior”, que se encuentra en el Corazón de Cristo.  Sólo Él puede hacer que desde esta plenitud alcancen fuerza, gradualmente, también nuestros corazones humanos…”

Dentro de esa perspectiva trinitaria de la que nos habla el Papa en este apartado, debemos captar cómo es que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo deben ser tan importantes para nosotros y el concepto unificador de la gracia que recibimos al ser considerados hijos de Dios; por ello transmito textualmente lo que nos dice el Papa Francisco:  “…La acción del Espíritu Santo en el corazón humano de Cristo provoca sin cesar esa atracción hacia su Padre; y cuando nos une a los sentimientos de Cristo por la gracia, nos hace participar de la relación del Hijo con el Padre, es “el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir ¡Padre!” (Rm 8,15). (PF – DN No. 76).

Las enseñanzas de Jesús nos llevan siempre a darle gloria al Padre, por ello les decía a sus apóstoles, “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9); por ello el Papa Francisco nos dice: “…nuestra relación con el Corazón de Cristo se transforma bajo ese impulso del Espíritu, que nos orienta hacia el Padre, fuente de la vida y último origen de la gracia.  Cristo mismo no desea que nos detengamos sólo en él.  El amor de Cristo es “revelación de la misericordia del Padre”.  Su deseo es que, impulsados por el Espíritu que brota de su Corazón, “con él y en él” vayamos al Padre.  La gloria se dirige hacia el Padre “por” Cristo, “con” Cristo y “en” Cristo. (PF – DN No. 77).

En efecto, el Padre es la esencia, fuente de la vida de todo lo creado, y de ahí se desprende su Hijo, quien nos ha enviado a salvarnos de la muerte y el Espíritu Santo que nos ayuda a santificarnos para volver al Padre.  “…De ahí que la Liturgia, bajo la acción vivificadora del Espíritu, siempre se dirige al Padre desde el Corazón resucitado de Cristo…” (PF – DN No. 77).

“…el Corazón del Salvador invita a remontarse al amor del Padre, que es el manantial de todo amor auténtico …” 

San JPII – 1999 – Centenario de la Consagración del

género humano al Sagrado Corazón, por Papa León XIII

Papa Francisco, Dilexit Nos. No. 77

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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