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martes, 12 de noviembre de 2024

MÍSTICA - LILIA GARELLI - CHRISTIFIDELES LAICI - 50a Y ÚLTIMA ENTREGA.

“… Hazme un instrumento de tu paz …”

San Francisco de Asís 

Riviera Maya, México; Noviembre 13 del 2024.

             MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

“…Para que se dé una pastoral verdaderamente incisiva y eficaz, hay que

 desarrollar la formación de los formadores

San Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 63

ÚLTIMA ENTREGA DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

 

CHRISTIFIDELES LAICI (50)

“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”

 

Estimados en Cristo:

         63.  La Formación recibida y dada recíprocamente por todos:

San Juan Pablo II continúa con el tema de la Formación aseverando que no es un privilegio de algunos, sino un derecho y un deber de todos; como efectivamente lo hemos venido comentado a lo largo de varios escritos; y transcribe las palabras que han resonado en el Sínodo de Obispos tantas veces mencionado anteriormente y de donde ha surgido esta Exhortación Apostólica Post-sinodal:

“…Se ofrezca a todos, la posibilidad de la formación, sobre todo a los pobres, los cuales pueden ser fuente de formación para todos. (…) Para la formación empléense medios adecuados que ayuden a cada uno a realizar la plena vocación humana y cristiana…” (Propositio 44 y 41). (SJPII – CFL No. 63).

La educación del intelecto y del alma, sin duda tendrán como resultado la mejor formación del individuo, porque se desarrolla el razonamiento y con bases adecuadas el juicio crítico que tendrá como fruto los principios correctos que regirán su vida en las virtudes y valores cristianos, que universalmente siempre buscarán el bien común en la única verdad – Dios nuestro Señor.

Hablando de la formación de los fieles laicos, el Papa nos invita a tener en cuenta que la capacitación que se les dé a aquellos que formarán a otros formadores sea de calidad, para lograr a su vez una “…pastoral incisiva y eficaz. (…) Algunas convicciones se revelan especialmente necesarias y fecundas en la labor formativa.  Antes que nada, la convicción de que no se da formación verdadera y eficaz si cada uno no asume y no desarrolla por sí mismo la responsabilidad de la formación.  En efecto, ésta se configura esencialmente como “auto-formación” …” (SJPII – CFL No. 63).

Efectivamente, las palabras del Papa son totalmente ciertas, primero que nada, todos y cada uno de nosotros, nos debemos hacer conscientes de la necesidad de formarnos y por otro lado, perseverar en ello, siendo responsables de la importancia de profundizar en nuestro conocimiento de Dios, porque el saber nos entusiasma y es natural reconocer que nos gusta entender un poco más a nuestro creador, y por lo tanto, proseguir más y más, hasta que llega el momento de aceptar que parte de nuestro deber, es formar a otros, transmitir lo que Dios nos ha permitido entender, y ahora dárselo a los demás.

San Juan Pablo II nos lo explica con estas bellas palabras: “…Es de particular importancia la conciencia de que la labor formativa, al tiempo que recurre inteligentemente a los medios y métodos de las ciencias humanas, es tanto más eficaz cuanto más se deja llevar por la acción de Dios: sólo el sarmiento que no teme dejarse podar por el viñador, da más fruto para sí y para los demás…” (SJPII – CFL No. 63).

         64. Llamamiento y Oración:

Con este apartado, finaliza San Juan Pablo II esta aleccionadora Exhortación Apostólica Post-Sinodal “Christifideles Laici”, y lo hace invitándonos nuevamente, a todos nosotros fieles laicos a hacer nuestras las palabras de Jesús donde nos invita de esta manera:  “Id también vosotros a mi viña”-  Si, en efecto, esa es la función a la que nos invita Jesucristo y los Padres sinodales que han analizado a profundidad el papel del Pueblo de Dios, resuena claramente, estamos incluidos en la misión de extender el Reino de Cristo entre nuestros hermanos, por ello el Papa insiste diciéndonos:

“…Por eso os exhorto vivamente a todos y a cada uno, Pastores y fieles, más aún, de arraigar cada vez más —en la mente, en el corazón y en la vida— la conciencia eclesial; es decir, la conciencia de ser miembros de la Iglesia de Jesucristo, partícipes de su misterio de comunión y de su energía apostólica y misionera…” (SJPII – CFL No. 64).  Y con esto reconocer la extraordinaria dignidad que se nos ha otorgado al ser hijos de Dios a través del Bautismo, para lo cual nos recuerda el Papa las palabras de Juan el Evangelista: “… ¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, y lo somos realmente! (1Jn 3,1) …”

Como bien nos dice San Juan Pablo II todos los fieles laicos estamos invitados a la santidad en el amor, siendo partícipes del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo en nuestra muy “propia y peculiar” índole secular.  No debemos olvidar que esta conciencia está fundamentada en el sentido de ser parte de la iglesia en su dignidad cristiana y al “misterio de la Iglesia-comunión”, como bien nos lo recuerda San Juan Pablo II: “…Es éste un aspecto fundamental y decisivo para la vida y para la misión de la Iglesia.  La ardiente oración de Jesús en la última Cena “¡Ut unum sint!” (Que sean uno), ha de convertirse para todos y cada uno, todos los días, en un exigente e irrenunciable programa de vida y de acción…” (SJPII – CFL No. 64).

En efecto, el trabajo apostólico en comunión con la Iglesia, es el don que el Espíritu Santo nos da momento a momento, para iluminar nuestro entendimiento y nuestro actuar para que armónicamente seamos “una Iglesia, santa y católica” que estará constituida por la diversidad de carismas y ministerios, de apostolados dirigidos por los diversos movimientos eclesiales y de los cuales los fieles laicos seamos inspirados y guiados por la gracia del Espíritu Santo a través de su Iglesia.

San Juan Pablo II nos invitaba entonces y para siempre a lo largo de la historia de la humanidad a que “toda la Iglesia, Pastores y fieles, ha de sentir con más fuerza su responsabilidad de obedecer al mandato de Cristo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la Creación” (Mc 16,15).  En pocas palabras, ¡A UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN! que tanto nos grita este mundo, que vive en la obscuridad y la confusión, creada desafortunadamente por la misma sociedad.

El Papa termina este maravilloso documento encomendando a la intercesión de María Santísima, Madre del Redentor con esta bella oración:

 

Oh! Virgen santísima

Madre de Cristo y Madre de la Iglesia,

Con alegría y admiración

Nos unimos a tu Magnificat, a tu canto de amor agradecido.

 

Contigo damos gracias a Dios,

“cuya misericordia se extiende

de generación a generación”,

Por la espléndida vocación

Y por la multiforme misión

Confiada a los fieles laicos,

Por su nombre llamados por Dios

A vivir en comunión de amor

Y de santidad con Él

Y a estar fraternalmente unidos

En la gran familia de los hijos de Dios,

Enviados a irradiar la luz de Cristo

Y a comunicar el fuego del Espíritu

Por medio de su vida evangélica en todo el mundo.

 

Virgen del Magnificat,

llena sus corazones

de reconocimiento y entusiasmo

por esta vocación y por esta misión.

 

Tú que has sido,

Con humildad y magnanimidad,

“la esclava del Señor”,

Danos tu misma disponibilidad

Para el servicio de Dios

Y para la salvación del mundo.

Abre nuestros corazones

A las inmensas perspectivas

Del Reino de Dios

Y del anuncio del Evangelio

A toda criatura.

 

En tu corazón de Madre

Están siempre presentes los muchos peligros

Y los muchos males

Que aplastan a los hombres y mujeres

De nuestro tiempo;

Pero también están presentes

Tantas iniciativas de bien,

Las grandes aspiraciones a los valores,

Los progresos realizados

En el producir frutos abundantes de salvación.

 

Virgen valiente,

Inspira en nosotros fortaleza de ánimo

Y confianza en Dios,

Para que sepamos superar

Todos los obstáculos que encontremos

En el cumplimiento de nuestra misión.

Enséñanos a tratar las realidades del mundo

Con un vivo sentido de responsabilidad cristiana

Y en la gozosa esperanza

De la venida del Reino de Dios,

De los nuevos cielos y de la nueva tierra.

 

Tú que junto a los Apóstoles

Has estado en oración

En el Cenáculo

Esperando la venida del Espíritu de Pentecostés,

Invoca su renovada efusión

Sobre todos los fieles laicos, hombres y mujeres,

Para que correspondan plenamente

A su vocación y misión,

Como sarmientos de la verdadera vid,

Llamados a dar mucho fruto

Para la vida del mundo.

 

Virgen Madre,

Guíanos y sostennos para que vivamos siempre

 como auténticos hijos e hijas

de la Iglesia de tu Hijo

y podamos contribuir a establecer sobre la tierra

la civilización de la verdad y del amor,

según el deseo de Dios

y para su gloria.

Amén

 

Con este escrito damos por terminada este preciosa Exhortación Apostólica “Christifideles Laici”, de nuestro siempre bien amado San Juan Pablo II, a quien Dios nuestro Señor nos dio la gracia de conocer viviendo en nuestro tiempo y aprendiendo todo aquello que el Señor le inspiró para transmitírnoslo por amor a Él.  Solo nos queda a nosotros ¡aprovecharlo para seguir este peregrinar en el mundo – hacia la eternidad!

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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