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martes, 24 de septiembre de 2024

MÍSTICA - LILIA GARELLI - (43)

“… Hazme un instrumento de tu paz …”

San Francisco de Asís

Riviera Maya, México; Septiembre 25 del 2024.

           MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

 

“…Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios

1 Pedro 4,10

 

CHRISTIFIDELES LAICI (43)

“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo” 

Estimados en Cristo:

Continuamos con el apartado “Las diversas vocaciones laicales” y para terminar la importante reflexión que San Juan Pablo II nos ha mostrado sobre la importancia del crecimiento de la vida interior en cada uno de nosotros, quisiera continuar con el texto que nos recordó el Papa sobre el libro de San Francisco de Sales “Introducción a la vida devota”:

“…Es verdad, Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y religiosa sólo puede ser vivida en estos estados, pero además de estos tres tipos de devoción, hay muchos otros capaces de hacer perfectos a quienes viven en condiciones seculares. Por eso, en cualquier lugar que nos encontremos, podemos y debemos aspirar a la vida perfecta…”

Efectivamente, en el estado de vida en el que nos encontremos, ya sea casado, soltero o viudo, inclusive anciano o en la enfermedad, el Espíritu Santo nos provee de algún don que nos permita servir a Dios, por ello la decisión más importante es que deseemos hacerlo, porque el temor y la inseguridad nos abruman y terminamos diciendo, ¿yo? – no puedo hacerlo; para eliminar este temor es importante que tengamos las herramientas para lanzarnos. Recuerdo que en algunos escritos que les preparé hace ya unos 4 años, tenía la inquietud de transmitirles la necesidad de pedirle a Dios nuestro Señor transformar nuestra vida, teniendo primero que nada un “corazón puro”, para poder transmitir a los demás la Buena Nueva; como nos podemos imaginar todos, esto es una labor que no podemos hacer solos, y mi intención era poder darles algunas pautas para conocernos a nosotros mismos y poder, poco a poco, mejorar nuestro interior, para lo cual les transcribo algunas de esas ideas.

A lo largo de nuestra vida tenemos tanto momentos de alegría como de dolor ante circunstancias que generalmente no provocamos o bien que no podemos evitar, lo importante siempre será que nuestras reacciones sean apropiadas, dando gracias a Dios por todos los beneficios y buscando aceptar de cualquier manera todo aquello que no nos agrada; para ello podemos ir purificando nuestro corazón para ir liberándonos de las imperfecciones que obscurecen la mejor intención de nuestro espíritu.

Algunos pasos que nos ayudarían a superar esas tendencias o defectos dominantes que identifican nuestra personalidad y que son un obstáculo en la purificación de nuestra alma, podrían ser:

         Necesidad de ser sanado:        Reconocer la necesidad de ser perdonado por las propias faltas “…Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, purifícame de mi pecado…” (Salmo 50/51, 3-4). Vencer mi orgullo, será el primer paso para lograr ese diálogo íntimo con el Señor, orando en todo momento con humildad y pureza de intención, Él conoce perfectamente nuestro interior, pero desea ver nuestro corazón contrito.

por Aquel que me ha dado su Amor incondicional:   La humildad del corazón me permite reconocer mi debilidad al pecado, por más venial que parezca; y el crecimiento espiritual me ayudará a identificar con mayor profundidad la nitidez de mis faltas, quitando así todo lastre y culpabilidad del pasado. “…Pues yo reconozco mi delito, mi pecado está siempre ante mí; contra ti, contra ti solo pequé, lo malo a tus ojos cometí…” (Salmo 50/51 5-6).

         por Aquel que me ha salvado del pecado:  Ese perdón solo será posible por Aquel que hizo posible nuestra redención, así lo acepta y declara el rey David en el Salmo 50/51, 8-9: “…Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser, en mi interior me inculcas sabiduría.  Rocíame con hisopo hasta quedar limpio, lávame hasta blanquear más que la nieve…”  Reconocer el amor y misericordia de Dios, aún con nuestro pecado, porque Él y solo Él tiene la capacidad de perdonarnos desde el pecado más atroz, hasta el que no pareciere tan grave.

         porque deseo lograr una transformación real:  Reconocer que para lograr ese cambio interior en mi ser, será a través de la aceptación de la cruz, ―de mi cruz, de cada día― como bien dice San Juan Pablo II en una de sus Catequesis sobre la Purificación del alma en la Audiencia General de 1999: “…La vida cristiana es participación en el misterio pascual, como camino de cruz y resurrección. Camino de cruz, porque nuestra existencia pasa continuamente por la criba purificadora que lleva a superar el viejo mundo marcado por el pecado. Camino de resurrección, porque el Padre, al resucitar a Cristo, ha derrotado el pecado, por lo cual, en el creyente, el «juicio de la cruz» se convierte en «justicia de Dios», es decir, en triunfo de su verdad y de su amor sobre la perversidad del mundo…”

         para mostrar a los demás el Amor que tú nos has tenido: “… mas, la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros…” (Rm 5, 8).  “…Qué es el hombre para que te acuerdes de él…” (Salmo 8,4) ¿Qué más nos haría falta para reconocer el privilegio de ser hijos de Dios? ― ¿Por qué no luchar por ser mejores cada día tratando de vencer los defectos? ― Para ello debemos insistir en la oración al Señor…

         Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme: (Salmo 51/50, 12) para vencer mis faltas e ir logrando poco a poco ese sentido de cercanía y comprensión de tu mensaje de amor y fraternidad. “…En este designio divino, el presente es el tiempo del «ya, pero todavía no», tiempo de la salvación ya realizada y del camino hacia su actuación perfecta: «Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13) …” (Audiencia General – San Juan Pablo II sobre la Purificación del alma 1999).

Los invito a meditar cada día sobre estos pasos hacia el mejoramiento de nuestro camino interior, mismo que se reflejará al exterior, con nuestra forma positiva de ser, porque en el esfuerzo personal de ser mejor ser humano, está la esperanza de alcanzar la meta.

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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