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martes, 3 de septiembre de 2024

MÍSTICA - LILIA GARELLI (40)

“… Hazme un instrumento de tu paz …”

San Francisco de Asís

Riviera Maya, México; Septiembre 4 del 2024.

           MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

 

“…No es bueno que el hombre esté solo;

 quiero hacerle una ayuda semejante a él

Gn 2, 18

CHRISTIFIDELES LAICI (40)

“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo” 

Estimados en Cristo:

“…Dios creador ha confiado el hombre a la mujer…” (SJPII – CFL No. 51), con estas palabras continúa San Juan Pablo II este apartado “Misión de la Iglesia y en el mundo”; en donde el Papa nos ha mostrado esa “específica sensibilidad” que la mujer tiene para procurar al hombre, especialmente por la gracia especial de la maternidad que como bien dice el Papa, conoce el valor fundamental de la vida. “… ¡Qué grandes son las posibilidades y las responsabilidades de la mujer en este campo!; especialmente en una época en la que el desarrollo de la ciencia y de la técnica no está siempre inspirado ni medido por la verdadera sabiduría, con el riesgo inevitable de “deshumanizar” la vida humana, sobre todo cuando ella está exigiendo un amor más intenso y una más generosa acogida…” (SJPII – CFL No. 51).

El Papa termina este apartado marcando la necesidad de que tanto el hombre como la mujer necesitan estar presentes en la vida de la Iglesia, se necesita su dinamismo apostólico y su comunión eclesial para fortalecer la fe en el Pueblo de Dios.

         52.  Co-presencia y colaboración de los hombres y de las mujeres:

En este apartado el Papa insiste en la participación tanto de hombres como de mujeres, buscando siempre la complementariedad que desde el principio Dios Creador quiso “como unidad de los dos”, siempre tratando de evitar que por la animada participación de las mujeres, el hombre se aparte de estas actividades y peor aún como bien dice el Papa “… de la educación y concretamente de la catequesis de los propios hijos y de otros niños, la presencia en encuentros religiosos y culturales, la colaboración en iniciativas caritativas y misioneras…” (SJPII – CFL No. 52).

E insiste el Papa diciendo: “…Se ha de urgir pastoralmente la presencia coordinada de los hombres y de las mujeres para hacer más completa, armónica y rica la participación de los fieles laicos en la misión salvífica de la Iglesia…” (SJPII – CFL No. 52).

Buscando precisamente esa acción armónica del hombre y la mujer, San Juan Pablo II pone como ejemplo la vida de la familia porque en ella se ejercitan todas las variedades del amor, tanto el amor conyugal como el paternal y maternal; para lo cual nos recuerda parte de un párrafo incluido en la maravillosa Exhortación Apostólica que hemos tocado en innumerables veces dentro de estos escritos de Mística “Familiaris Consortio” diciendo:

“…Si la familia cristiana es esa comunidad cuyos vínculos son renovados por Cristo mediante la fe y los sacramentos, su participación en la misión de la Iglesia debe realizarse según una modalidad comunitaria. Juntos, por tanto, los cónyuges en cuanto matrimonio, y los padres e hijos en cuanto a familia, han de vivir su servicio a la Iglesia y al mundo…” (SJPII – Exh.Ap. Familiaris Consortio No. 50).

Efectivamente, el texto anterior nos confirma la importancia de vivir plenamente el matrimonio y la familia, con el fin de ser coherente en la vida comunitaria y por tanto con las aportaciones personales que como apostolado se lleven a cabo en la vida de la Iglesia.

Por otro lado, el Papa menciona cómo los Padres sinodales han enfatizado la importancia de “…recuperar la estima de la virginidad y el respeto por la maternidad…” para integrar cualquier tipo de vocación complementaria en la comunión eclesial.

         53.  Los enfermos y los que sufren:

 En este apartado San Juan Pablo II nos recuerda lo que se definió en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos del año 1987, sobre el tema que nos ocupa sobre la situación de los enfermos y todos los que sufren por diversos motivos como los minusválidos, emigrantes, prisioneros, ancianos, niños abandonados por diversas razones; por todos aquellos que son víctimas de la violencia en las guerras, etc. consolándolos diciéndoles:  “…la Iglesia participa de vuestro sufrimiento que conduce al Señor, el cual os asocia a su Pasión redentora y os hace vivir a la luz de su Redención.  Contamos con vosotros para enseñar al mundo entero qué es el amor.  Haremos todo lo posible para que encontréis el lugar al que tenéis derecho en la sociedad y en la Iglesia…”

En efecto, toda la humanidad, en algún momento de su existencia, podrá en esos momentos de sufrimiento demostrar cómo al ofrecérselo a Dios, se vive, a pesar de las condiciones que esté pasando, con esperanza y consuelo en Dios, de que de algo valdrá ese dolor para alcanzar la salvación que Jesucristo nos alcanzó, con su pasión, muerte y resurrección.

Más adelante, el Papa se dirige en específico a los enfermos: “…también los enfermos son enviados como obreros a su viña.  El peso que oprime los miembros del cuerpo y menoscaba la serenidad del alma, lejos de retraerles del trabajar en la viña, los llama a vivir su vocación humana y cristiana y a participar en el crecimiento del Reino de Dios, con nuevas modalidades, incluso más valiosas…” (SJPII – CFL No. 53).

“…Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros. (…) gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones…”

Col 1, 24 y 1 Ts 1,6

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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