“… Hazme un instrumento de tu paz …”
San
Francisco de Asís
Riviera
Maya, México; Agosto 28 del 2024.
MÍSTICA
Por: Lilia Garelli
“…Mientras lleve a
cabo su compromiso de evangelizar,
la mujer sentirá más vivamente la necesidad de
ser evangelizada…”
San
Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 51
CHRISTIFIDELES LAICI (39)
“Vocación y Misión de
los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”
Estimados en Cristo:
Continuamos con el apartado sobre la “Misión en la Iglesia y en el mundo” en el que San Juan Pablo II ha ahondado en la participación de la mujer en la vida apostólica de la Iglesia, haciendo mención de lo definido por los Padres Sinodales: “…Participen las mujeres en la vida de la Iglesia sin ninguna discriminación, también en las consultaciones y en la elaboración de las decisiones. (…) Las mujeres —las cuales tienen ya una gran importancia en la transmisión de la fe y en la prestación de servicios de todo tipo en la vida de la Iglesia— deben ser asociadas a la preparación de los documentos pastorales y de las iniciativas misioneras, y deben ser reconocidas como cooperadoras de la misión de la Iglesia en la familia, en la profesión y en la comunidad civil…” (Propositio No. 47).
Sin lugar a duda, a lo largo de la historia de la Iglesia, y de múltiples estudios que a profundidad ha realizado la Iglesia sobre la Palabra de Dios, los Padres Sinodales en diversos sínodos han comprendido el importante papel de la mujer, como discípula de Cristo, descubriendo en el ejemplo de tantas mujeres que siguieron a Jesús desde los inicios del cristianismo, como María, María Magdalena, y muchas otras mujeres que nos dejaron importantísimos ejemplos de entrega fiel al seguimiento de Cristo; por ello en el tiempo del pontificado del ahora San Juan Pablo II, promovió con mayor fuerza la participación de la mujer en la Iglesia, por ello él nos invitó en múltiples documentos sobre la mujer a que cada una de nosotros reconociéramos el gran regalo de ser MUJER y de poner en práctica todos los dones que Dios nuestro Señor nos ha dado desde el principio de nuestra creación.
“…En el ámbito más específico de la evangelización y de la catequesis hay que promover con más fuerza la responsabilidad particular que tiene la mujer en la transmisión de la fe, no solo en la familia, sino también en los más diversos lugares educativos y, en términos más amplios, en todo aquello que se refiere a la recepción de la Palabra de Dios, su comprensión y su comunicación, también mediante el estudio, la investigación y la docencia teológica…” (SJPII – CFL No. 51).
Efectivamente, es importante reconocer que la mujer tiene su principal apostolado en la transmisión de la fe en la familia, porque de ahí se formarán las nuevas generaciones; pero, por otro lado, también es esencial su participación en aquellos espacios en los que es necesario formar a los niños y jóvenes, como son los colegios y universidades, porque de ahí saldrán los futuros profesionistas, científicos y gobernantes de las naciones, en donde se necesitarán precisamente los principios que conduzcan a la humanidad correctamente con valores cristianos en donde rijan la justicia, la moral, el respeto, la unión y la paz entre todos.
De igual manera es necesario que la mujer se forme estudiando y profundizando en todo aquello que le ayude a conocer mejor a Dios, a través de Jesucristo y sus enseñanzas; así como bien dice el Papa, participe en el análisis, la investigación y la docencia teológica, porque todo ello le ayuda a ser mejor evangelizadora. En efecto, todo esto es válido, siempre y cuando no se olvide de su vocación principal, porque no podemos simplemente abandonarla por presiones que la misma sociedad crea; desafortunadamente, en algunos casos, la mujer se ha confundido con otras “supuestas necesidades personales de realizarse” y a pesar de que el ámbito de participación de la mujer en la sociedad es amplísimo, se ha olvidado de su principal misión que es la “Iglesia Doméstica”; lamentablemente, ante la ausencia de la “mujer-madre” en la vida de la Familia, el resultado, es la sociedad en la que vivimos hoy en día; en la que se han confundido y mal formado los valores de la familia y peor aún del amor y seguimiento de su fe en Dios.
Por ello San Juan Pablo II nos dice más adelante: “…Llevar a cabo un “discernimiento” semejante es una urgencia histórica impostergable; y, al mismo tiempo, es una posibilidad y una exigencia que derivan de la participan, por parte de la mujer cristiana, en el oficio profético de Cristo y de su Iglesia…” (…) “…deben ver a las mujeres presentes y comprometidas, y precisamente con su aportación típica e insustituible…” (SJPII – CFL No. 51).
Más adelante el Papa hace mención de dos grandes tareas que han sido confiadas a la mujer y a las que hay que poner especial atención:
· La responsabilidad de dar plena dignidad a la vida matrimonial y a la maternidad:
El Papa explica la importancia de dar al marido y al padre nuevas actividades dentro del hogar, que permitan superar los períodos de ausencia de la madre, involucrándose con amor y disponibilidad a estas tareas, considerando siempre que son de común acuerdo y con períodos parciales.
· Asegurar la dimensión moral de la cultura, esto es, de una cultura digna del hombre, de su vida personal y social:
El Papa motiva a
que la mujer participe activa y responsablemente en la sociedad para promover
en todo momento los valores de la cultura bien llevada, impregnándola del valor
moral a la vida de la sociedad.
“…no sólo en el ámbito individual,
sino también en el comunitario; no sólo en las formas dejadas a la libertad
responsable de las personas, sino también en las formas garantizadas por las
justas leyes civiles…”
San Juan Pablo II - Christifideles
Laici No. 51
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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